"Nada cambió, los retenes ahora son de los grises y verdes"
Saldrán hoy a las calles en busca de "mejorar Oaxaca y quitar cacicazgos"
Oaxaca, Oax., 4 de noviembre. Don Fidel lleva a todos lados un radio de pilas y, siempre, sintoniza Radio Universidad. Estar informado a través de la estación que ha sido el vínculo del movimiento con la sociedad, donde tiene su principal respaldo, le permitió el jueves conocer a detalle la incursión de la Policía Federal Preventiva (PFP) a Cinco Señores.
Sin pensarlo, este vecino de Pueblo Nuevo, de 50 años, literalmente se lanzó a la universidad. El es campesino y vende terrenos de su propiedad en San Pablo Etla, ahí donde el domingo inició el operativo Juárez 2006, y a unos pasos del retén militar que revisa autobuses y camionetas.
Y se ufana de haber participado en el enfrentamiento con la PFP el jueves en las inmediaciones de Ciudad Universitaria.
"Yo sé que no tengo muchas fuerzas, que tampoco resistiría mucho si de empujones se trata, pero había que estar aquí (en las barricadas cercanas a la universidad) y lo hice; yo les llevaba piedras y les gritaba '¡tírenles!'"
A unas horas de la megamarcha por la salida del gobernador Ulises Ruiz Ortiz, demanda a la que se suma ahora la del retiro de las fuerzas federales de Oaxaca, confirma que caminará -como miles de personas- hacia el centro de la ciudad. Irá, dice, con la convicción de "tratar de mejorar Oaxaca y quitar cacicazgos".
Así, en la víspera, también cientos de maestros marcharon por las calles del centro histórico en demanda de la liberación de sus compañeros presos, algunos de ellos desaparecidos. En el zócalo, más gente se animó a pasear por la plaza y su presencia genera un efecto visual: entre ella los policías preventivos parecen menos, pero siguen ahí, a la expectativa y hasta se van de compras.
Los policías se han relajado. Van a chatear a los cibercafés, y otros, de plano, andan de ligue. Un federal que primero se acercó a ver zapatos se interesó después por una dependienta amante de lecturas disímbolas. "A mí me gusta leer... a Isabel Allende, a Cuauhtémoc Sánchez". Como a los de la PFP lo que les agrada son las revistas e historietas -el domingo saquearon un puesto-, al conquistador se le salió un "¡qué güeva! Prefiero dormir. Bueno, bueno, yo nunca digo groserías, trato de ser correcto. Nunca me escucharás decir una majadería".
Como la plática se alargaba, la joven de plano le hizo un sitio en su silla y lo invitó a compartirla. "No cabemos los dos". Ya con una sonrisa, ella le hizo un mohín: "si no estoy tan gorda", y transcurrieron la tarde abrazados.
En apariencia, no importa que el zócalo esté sitiado por la PFP, y por ello poco a poco se retoman las viejas costumbres de ir a tomar café a los portales, sorber un raspado de hielo o sólo deambular por el área de la catedral.
Sin embargo, los habitantes de colonias periféricas y sobre todo de las aledañas a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) "velan armas", porque esperan "la nueva agresión", pero también "el momento de bajar de nuevo para defender y marchar este domingo, una vez más, otra más, para que el gobernador se vaya".
Durante un recorrido por todos aquellos puntos que hasta el domingo 29 de octubre constituían los núcleos de la resistencia de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), se percibe un ambiente tenso ante la megamarcha, en la que se espera la participación de organizaciones civiles de Chiapas, Morelos, el Distrito Federal y otras entidades.
Los de arriba
En la zona de Etla, justo donde confluyen las carreteras de cuota y libre para llegar a la capital oaxaqueña, se instalaron dos retenes militares para revisar de manera aleatoria a los vehículos que transitan, con el propósito de evitar el tráfico de armas.
Fernando Pérez, un estibador de transportes de carga que agita una franela roja al paso de cada camión lleno de mercancías para conseguir un empleo temporal, se quejó: "antes eran ellos, los de la APPO, los maestros, ahora son los policías y los militares. Aquellos tenían razón, tienen que vivir mejor, y de algo nos servirá; pero éstos, los grises y los verdes, los quitaron para ponerse ellos. Nada cambió".
Jorge, otro habitante de Pueblo Nuevo, afirma que la "comunidad está tan dividida que en esta colonia la avenida José Murat es la frontera entre appistas y priístas. Los de arriba son los priístas, los de abajo los que estamos con la APPO, ellos no nos dejan tomar los autobuses y colocar barricadas, pero lo hacemos; algo tenemos que ganar".
La zona del Tecnológico, en donde el domingo 29 de octubre las fuerzas federales sostuvieron su primer gran enfrentamiento con miembros de la APPO y en donde murió -a consecuencia de una granada de gas lacrimógeno- el enfermero del IMSS Jorge Alberto López Becerril, de 35 años, está despejada.
De las barricadas sólo quedan muchas piedras, algunos trozos de metal, restos de llantas quemadas, alambres retorcidos, pero sobre todo llama la atención y reaviva la memoria de lo ocurrido una pequeña ofrenda que se localiza en un árbol, a media calle del puente que cruza sobre el río Atoyac. Es la del empleado del IMSS.
Las barricadas de Canal 9, Brenamiel, Viguera y Pueblo Nuevo han desaparecido bajo el paso de la maquinaria pesada; el tránsito vehicular es normal, sólo que ahora hay más piedras sobre el asfalto.