¿La batalla del Día de Muertos?
Me pregunto si con este nombre pasará a la historia la que se dio en Oaxaca, con duración de varias horas, este 2 de noviembre. Aunque hubo otros ingredientes, nada positivos, como el aumento en las listas de heridos, detenidos y desaparecidos, y por lo menos un muerto, otra vez con una granada de gas lacrimógeno en el pecho, el elemento singular fue otro. La Policía Federal Preventiva (PFP) se tuvo que retirar en medio de una lluvia de piedras y otros proyectiles.
Claro, una vez ocurrida la derrota de la PFP, primero el jefe de Estado Mayor de este cuerpo policiaco, y luego el secretario de Seguridad Pública federal y el secretario de Gobernación, dijeron el famoso "al fin que yo ni quería", en diversas variantes, incluido el respeto a la autonomía universitaria.
Pues el sitio de la Ciudad Universitaria (CU) fue acompañado del bombardeo desde un helicóptero, con bombas de gas lacrimógeno, de los alrededores de Radio Universidad, en el interior. Se oía a la locutora hablando, y en el fondo se oían las explosiones de las bombas de gas. Bueno, ya saben protegerse o defenderse, el hecho es que nunca dejaron de hablar, de informar, etcétera, a pesar del gas. ¿Por qué esas agresiones al interior de la CU, si de veras no la hubieran querido tomar?
Otro elemento importante en el mismo sentido. En La Jornada TV, que estaba en la pantalla de noticias del mismo día, hay un video en cuya parte inicial están los federales rompiendo una de las puertas de acceso a la propia CU. Ese era, evidentemente, el primer paso para entrar. ¿Quién pone a varios policías federales, con herramientas, a romper una puerta, si no va a pasar por ella? Ese acto ya fue otra violación a la autonomía. Otra cosa es que las cosas no salieron como ellos querían.
Llegaban refuerzos de los federales, pero también gente que vivía cerca, y estudiantes, padres de familia, etcétera. Y hubo un momento en que se dio una batalla masiva, los federales lanzando gases lacrimógenos.
Como a las 2:30 de la tarde, se inicia la retirada de los federales, en medio de la lluvia de piedras y demás. En Radio Universidad insisten en que se ganó una batalla, pero no la guerra, que hay que aprovechar este tiempo para reorganizarse, reconstruir las barricadas y conseguir lo que hace falta.
Se informó que esta gente organizada que defendía la CU llegó a atacar a los federales por cinco frentes al mismo tiempo. Eso debe haber contado en el resultado. También la variedad de proyectiles caseros, y el ingenio y decisión que mostraron los defensores.
En el plano político, numerosos políticos, incluso del PRI, se pronunciaron en contra de la violación a la autonomía universitaria, horas antes de que los funcionarios mencionados citaran eso como un pretexto para encubrir su derrota.
Es cierto que la pugna en Oaxaca dista de estar resuelta. Pero la victoria de los defensores de la universidad es muy importante, y su alcance va más allá de los aspectos tácticos, de quién controla qué parte de la ciudad. En el poco tiempo transcurrido entre la retirada de la PFP y el momento en que se escribe este artículo, ya se nota un principio de cambio en el escenario político del problema.
Por un lado, la solidaridad nacional e internacional con el movimiento oaxaqueño se ha ampliado más. Por otro, el gobernador de Oaxaca recibió otro golpe político, limitado si se quiere, pero real, cuando la Suprema Corte rechazó sus reclamaciones contra las solicitudes de separarse de su puesto por parte de las dos cámaras legislativas federales. Insisto, el problema está lejos de resolverse, es cierto que una solución de fondo pasa, entre otras cosas, por la desaparición de poderes en ese estado. Pero, con todos los problemas que hay, la correlación de fuerzas en el estado es más favorable a los sectores populares que antes de la mencionada batalla.