Usted está aquí: domingo 5 de noviembre de 2006 Opinión Privatización y crisis energética

Editorial

Privatización y crisis energética

Miles de europeos se quedaron sin energía eléctrica este sábado, luego de una falla en la red que alimenta a varios países del viejo continente. El apagón afectó amplias zonas de Francia, España, Italia, Bélgica y Alemania. Hasta el cierre de esta edición, el servicio aún no se había restablecido en muchos lugares. Sólo en Francia cerca de 5 millones de personas de París y Lyon fueron afectadas por esos incidentes.

De acuerdo con la compañía Electricité de France (EDF), el corte se produjo por un problema en la interconexión internacional europea, específicamente en dos líneas de alta tensión de 400 mil voltios en la frontera de Francia y Alemania. Estas anomalías suceden en momentos en que el mercado eléctrico europeo experimenta una intensa apertura a la inversión privada, pues las directivas europeas contemplan una apertura total del mercado energético en julio de 2007.

De acuerdo con EDF España, actualmente se ha privatizado hasta 70 por ciento del mercado europeo. Sólo en Francia, 18 por ciento del suministro eléctrico es proporcionado por empresas privadas, ajenas al grupo EDF, responsable del suministro eléctrico en ese país.

Esta crisis recuerda los apagones ocurridos en años recientes en California y Nueva York. En mayo pasado una falla similar dejó varadas a miles de personas en esta última ciudad estadunidense, luego de que el sistema de trenes resultó afectado.

Dos meses después, barrios como Queens se quedaron sin luz por más de cinco días, en perjuicio de más de 100 mil personas. En agosto de 2003 un apagón dejó sin electricidad a varios estados y ciudades de Estados Unidos y Canadá, entre ellos la misma Nueva York, Cleveland, Toledo, Hartford, Detroit, el estado de Massachussetts, Toronto y Ottawa. En esta zona del vecino país el suministro de energía es responsabilidad de empresas privadas, como Con Edison. En todos los casos las fallas se atribuyeron a la ineficiencia de las empresas suministradoras del fluido.

La privatización de la energía eléctrica, una tendencia que se ha acelerado en los años recientes, ha traído consigo una gran incertidumbre en cuanto a la calidad y eficiencia del servicio. El ejemplo más claro de estos malos manejos es California. En 1998, la legislatura de ese estado aprobó la desregulación del mercado eléctrico con la promesa de que, al eliminar los controles oficiales y privatizar la producción, la competencia reduciría los precios.

Sin embargo, ocurrió justamente lo contrario. Las tarifas al consumidor fueron artificialmente congeladas para evitar un fuerte golpe económico de la libre fluctuación de precios, pero la alta demanda fue correspondida por costos especulativamente altos de parte de las compañías generadoras, poniendo a las empresas eléctricas al borde de la bancarrota, una vez que transfirieron miles de millones en ganancias por la venta de plantas generadoras a sus compañías matrices.

Basta recordar el caso Enron para ilustrar esos males manejos. Como resultado de esta maniobra, luego de innumerables apagones, de los cuales los más célebres ocurrieron en 2000 y 2001, el estado de California tuvo que entrar al rescate de estas compañías y financiar la compra de electricidad.

La consecuencia de esta ola de privatizaciones del sector eléctrico en todo el mundo es, como puede verse en los casos anteriores, la incertidumbre y la corrupción. ¿Es éste el futuro que quieren quienes impulsan la privatización del sector en México? Más vale irse con cuidado, pues a la luz de los resultados en Estados Unidos y Europa, las privatizaciones no son la mejor opción para proporcionar a los ciudadanos de un mejor servicio.

 
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