Corrupción, detenciones arbitrarias y falsos cargos, prácticas comunes en el estado
Con una lista telefónica, la policía de Oaxaca fabrica un "sádico homicida"
Oaxaca, Oax., 8 de noviembre. La de Wilfrido Virgilio Hernández Carlos es una más de las detenciones arbitrarias cometidas por las autoridades del estado y prueba cómo las investigaciones judiciales se ajustan no a la realidad, sino a la fabricación de hechos. La prensa local lo definió, en su momento, como un "sádico homicida", luego de su detención, el 12 de septiembre pasado, por elementos de la Policía Ministerial en el pueblo de San Pablo Huixtepec, distrito de Zimatlán.
Su captura derivó de una "investigación científica": los policías asignados al homicidio de Ismael Rodríguez, un herrero asesinado de siete puñaladas, "descubrieron" que las identidades de los posibles autores del crimen estarían en una lista en su celular de siete nombres y números telefónicos con quienes la víctima había tenido contacto la víspera de su muerte.
Y aunque Wilfrido negó conocer a la víctima, al igual que otras seis personas, permaneció privado ilegalmente de su libertad y fue presionado para declararse culpable de homicidio.
A la policía le bastó llamar a los números que aparecían en el celular de la víctima y obtener información de que el paraje donde se encontró el cadáver de Ismael Rodríguez había sido limpiado días antes por Wilfrido Virgilio para detenerlos a todos y responsabilizarlos del homicidio.
El asunto es atendido por la comisión diocesana de justicia y paz de la arquidiócesis de Oaxaca, que preside el sacerdote Romualdo Mayrén, mejor conocido como Padre Uvi.
Para este organismo, en los últimos años ha sido más evidente "la mercantilización de la justicia como producto de la corrupción y la impunidad". Muestra de ello, indica Pedro Sosa Gutiérrez, uno de los abogados de la comisión, son decenas de casos de injustos encarcelamientos que se reportan y atienden anualmente en esa oficina.
La madrugada del martes 10 de septiembre, en el paraje El Arroyo, situado en los límites de San Pablo Huixtepec y San Nicolás Quilana, fue localizado el cadáver de Ismael Rodríguez. Presentaba siete puñaladas. Según las investigaciones, todo apuntaba a un homicidio pasional, ya que las pertenencias del occiso estaban en orden, incluido su teléfono celular.
A decir de los integrantes de la comisión diocesana, en un afán de esclarecer de manera rápida el homicidio los policías revisaron el aparato telefónico, y encontraron que entre las doce de la noche y las cinco de la mañana del 11 y 12 de septiembre, respectivamente, el occiso se había comunicado con una mujer de nombre María.
Tras revisar la agenda hicieron varias llamadas y detuvieron a quienes les contestaron.
Wilfrido inicialmente fue "invitado" a declarar por agentes de la Policía Ministerial, porque el 10 de septiembre, en compañía de otras personas, había ido a limpiar el terreno donde apareció el cadáver. En su declaración, Wilfrido Virgilio afirmó que en el paraje El Arroyo se instaló un palenque, y por ello rastrilló el terreno.
Dos días después, el 12 de septiembre, "unas personas mal encaradas me dijeron que tenía que declararlo ante el agente del Ministerio Público de Zimatlán de Alvarez, y les contesté que sí, que no había problema", señala en la queja presentada ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Oaxaca, cuya copia fue enviada al presidente Vicente Fox, ya que se denuncia la comisión de los delitos de privación ilegal de la libertad y abuso de autoridad por el agente del Ministerio Público Francisco Reyes Corpus (responsable de la investigación) y del comandante de la Policía Ministerial Rafael Vázquez Tadeo.
Tras acudir a declarar fue informado que quedaría en calidad de detenido como presunto responsable del delito de homicidio. Según la comisión diocesana, ahí le indicaron que tenían testigos de que él había sido el autor material del crimen.
Las autoridades tejieron la siguiente historia: Wilfrido viajaba el día de los hechos a bordo de un automóvil en compañía de Ignacio Rafael Castellanos, David Torres González, Leobardo Edgardo Moreno y los hermanos Saúl e Isaac Reyes, con quienes regresaba de un jaripeo en San Pablo Huixtepec.
Según esa trama, los hermanos Reyes supuestamente vieron a su tío Ismael en compañía de una mujer, con quien sostenía relaciones extramaritales desde hacía siete u ocho meses, y por ello decidieron matarlo.
Sin embargo, la presión de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y la intervención de la comisión diocesana permitió desvirtuar las acusaciones y que los detenidos obtuvieran su libertad, "tras mantenerlos muchas horas incomunicados y amenazados de que serían consignados".
Una investigación extraoficial detectó que en el paraje El Arroyo, cuatro meses antes de la muerte de Ismael Rodríguez, había aparecido otro cadáver.
Supuestamente la persona asesinada en mayo había sostenido una riña en el bar El Alacrán, sitio en el cual Ismael Rodríguez había pasado parte de la noche del 11 de septiembre, y desde donde horas antes llamó a una mujer. Esa línea de investigación nunca tuvo seguimiento, indicaron los integrantes de la comisión diocesana; los responsables de la investigación siguen en sus cargos.