Ojarasca 115  noviembre 2006

En el conflicto oaxaqueño la voz popular es:

"No necesitamos a Ulises para vivir"
 

Aldo González Rojas



Oaxaca, el estado de la República mexicana con cerca del 70 por ciento de habitantes que reivindican su pertenencia a algún pueblo indígena (de los 16 que allí existen), está convulsionado por la necedad de un desgobernante que se aferra al poder, a pesar del repudio generalizado.

Las comunidades y pueblos indígenas de Oaxaca han soportado siglos de opresión, no sin recurrir en diversos momentos de su historia a levantamientos para manifestar sus hartazgos y reivindicaciones. En el último siglo, el sistema caciquil que se impuso en Oaxaca con el triunfo de la Revolución mexicana basó su permanencia en el control político de la población (primero mayoritariamente rural y poco apoco desplazada a las ciudades), utilizando diversos mecanismos de manipulación, o definitivamente la represión, para acallar la protesta social. Este sistema caciquil agotó sus posibilidades de sometimiento el 14 de junio de 2006 al reprimir a los maestros de la Sección 22.

Durante los últimos 26 años, el magisterio oaxaqueño ha realizado diversas movilizaciones para reclamar, sobre todo, sus reivindicaciones salariales (es la organización democrática más grande de Oaxaca, pues son unos 70 mil agremiados) por lo que al ser reprimido provocó la ira popular --ya que si se sometía de esa manera a la organización más grande, ¿qué pasaría con las organizaciones más pequeñas o con las comunidades?

En definitiva, el pueblo no quiso esperar la respuesta y manifestó primero su solidaridad activa con el movimiento magisterial y después empezó a organizarse para expresar sus propias demandas.

A mediados de junio, las organizaciones sociales con más experiencia de lucha integraron la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, a la que después se le denominó Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). En el nombre se reconoció implícitamente la existencia de muchos pueblos, aunque en el discurso de la APPO no se hizo, en el inicio, un reconocimiento explícito de las reivindicaciones de esos pueblos.

Las comunidades pertenecientes a los pueblos indígenas de Oaxaca, dependiendo de su nivel de información y organización, empezaron poco a poco a manifestar su solidaridad con el movimiento. Primero hacia los maestros, pues la mayoría son de extracción indígena, y después con sus paisanos que viven en las colonias populares de Oaxaca y que heróicamente han defendido sus barricadas.

Ante la dificultad de participar en el plantón, en las comunidades de la Sierra Juárez y otras regiones del estado, se empezaron a juntar víveres para enviarlos a la ciudad. Las mujeres, solidarias como es costumbre, hicieron tortillas, totopos, chintextle y otros productos para los manifestantes. Se juntaron pequeñas cantidades de dinero que de algo serviría. Incluso los niños se organizaron para aportar sus ahorros. Otros niños que no tenían dinero juntaron bolsas de piedras para enviárselas a sus maestros, para que se defendieran de la policía.

Algunas comunidades y organizaciones indígenas participaron en la tercera y cuarta megamarchas realizadas a finales del mes de junio, para solidarizarse con el movimiento, y aprovecharon el momento para entregar los víveres recaudados. Algunas de estas comunidades y organizaciones se sumaron al plantón, con reclamos propios o por solidaridad y con la esperanza de contribuir a un cambio con justicia.

En agosto, en el marco del Foro Construyendo la Democracia y la Gobernabilidad en Oaxaca, comenzó a ser visible en la prensa el discurso indígena. Al mismo tiempo, en las comunidades indígenas se realizaron asambleas comunitarias impulsadas por maestros, organizaciones y por cuenta propia, para manifestar la posición de las comunidades mediante pronunciamientos públicos.

A finales de agosto y principios de septiembre, la aparición de un supuesto grupo guerrillero en la Sierra Juárez y la posterior ocupación de distintas comunidades zapotecas y mixes por destacamentos militares venidos desde el estado de Veracruz, provocaron el repudio de las comunidades al gobierno de Ulises Ruiz y la exigencia de la salida del ejército.

Hoy se discute en las montañas oaxaqueñas cuáles son los planteamientos indígenas que se pondrán sobre la mesa, frente al resto de la sociedad y el Estado. Sobresalen la demanda de autonomía; la desaparición de las delegaciones de gobierno; la distribución equitativa de recursos (no sólo en los municipios sino también a las agencias municipales y de policía); la reactivación del campo para impedir la migración que está vaciando cientos de comunidades; la no privatización del agua, la biodiversidad y los saberes tradicionales; el contar con una educación que fortalezca las identidades culturales, entre otras reivindicaciones. Para lo anterior será necesario cambiar la actual ley indígena de Oaxaca y otros ordenamientos legales.

La entrada de la Policía Federal Preventiva a Oaxaca atiza la participación indígena. No es posible que se haga sufrir con tanta violencia a un pueblo. Ante la posibilidad de que salga del aire Radio Universidad (la única estación de radio que está en el aire apoyando el movimiento oaxaqueño) por las maniobras de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, las autoridades municipales serranas decidieron resguardar la radiodifusora XEGLO La Voz de la Sierra, lo que permite hacer llegar información a las comunidades serranas y convocar a la Sexta Megamarcha convocada por la APPO, misma a la que acuden cientos de serranos y decenas de autoridades municipales en representación de sus comunidades, portando sus bastones y banderas, haciendo visible un nuevo actor político en el movimiento oaxaqueño: los pueblos indígenas --sobre todo cuando el magisterio empieza a retornar a clases.

La lucha sigue. Los pueblos indígenas tienen otros ritmos, han aprendido a resistir durante siglos y sus aspiraciones se encaminan a la transformación profunda de un estado que se construyó sobre ellos, pero sin tomar en cuenta su larga experiencia de gobierno. Por lo pronto, se prepara el Foro de los Pueblos Indígenas de Oaxaca que se realizará los días 28 y 29 de noviembre.

Como dijera una señora de Tepanzacoalco el día que bajó la marcha de serranos a Oaxaca a finales de octubre: "No necesitamos a Ulises para vivir, sabemos poner lumbre en el monte y sólo necesitamos nuestro metate y comal para hacer nuestras tortillas". Es decir, los pueblos indígenas de Oaxaca saben ser autónomos, sólo necesitan que las leyes, las instituciones y las políticas públicas reconozcan su derecho a la autonomía.
 

Aldo González Rojas es miembro de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca

 
 
8-EN
Qué diría el Quijote de estos molinos de viento en la Castilla sin campesinos


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