Le colocaron un catéter diseñado por el director del instituto; le provocó infección, dice
"Operación innecesaria" hecha en el INN lo puso en riesgo de morir, denuncia paciente
Según expertos, el sistema derivativo de Sotelo Morales, como los ideados en 1956
En hospital privado dijeron a Gutiérrez Robles que no padecía hidrocefalia, como se le diagnosticó en neurología
"Muy grave y con alto riesgo de morir" se vio Alberto Gutiérrez Robles, paciente del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, a quien en diciembre de 2005 le realizaron en esa institución una "operación innecesaria" para controlar una supuesta hidrocefalia, que no tenía, pero por la cual le colocaron un sistema de derivación de líquido cefalorraquídeo, que luego le ocasionó una severa infección.
El afectado entregó a La Jornada copias de varios de los documentos que integran su expediente clínico, en los cuales consta, entre otras irregularidades, que la intervención quirúrgica se llevó a cabo sin la presencia de un médico especialista de base y se le colocó un catéter, cuyas características y riesgos no le informaron, ni le plantearon otras posibles alternativas de tratamiento que, ahora sabe, existen.
Al respecto, y todavía sin conocer oficialmente lo ocurrido a Gutiérrez Robles, el director del INN, Julio Sotelo Morales, quien también es diseñador del sistema de derivación ventrículo peritoneal de flujo continuo, dijo que "el procedimiento quirúrgico ocasionalmente se ve acompañado de infecciones, y eso sí es muy mala suerte".
Puntualizó, sin embargo, que el sistema derivativo en cuestión consta de un catéter, que en su estructura se asemeja a los que se utilizan para aliviar problemas cardiológicos y de vías urinarias, entre otros. El diseño del dispositivo fue el objetivo de un proyecto de investigación dirigido por él mismo, que "dio celebridad al INN en los años 90. Fue una investigación de enorme simplicidad", pues buscó drenar el líquido cefalorraquídeo acumulado en el cerebro por alguna obstrucción un tumor en el caso de Gutiérrez Robles, sin tener que recurrir a las válvulas. Según Sotelo éstas cumplen la misma función, pero son de alto costo.
Dijo que la investigación "se realizó con todas las de la ley y está sustentada en las mejores revistas neuroquirúrgicas". Aseguró que el sistema se usa en todo el mundo. "No representa ningún riesgo más que la aplicación del catéter", apuntó.
En entrevista, el director del INN también afirmó que la indagación concluyó "hace muchos años", y en 2005 se presentó el último informe, como parte del seguimiento dado a los pacientes a largo plazo. Dijo que el sistema cuenta con registro de la Secretaría de Salud (Ssa), pero, según pudo "constatar" Gutiérrez Robles, el dispositivo carece de dicho registro y en el empaque tampoco existe información sobre la empresa ni del lugar donde se elabora.
Una característica del sistema de derivación del INN es que no tiene el mecanismo para regular el flujo de líquido cefalorraquídeo, y para que funcione en condiciones óptimas el paciente debe permanecer sentado o recostado, pero con una inclinación de 45 grados, según indica el instructivo de uso del catéter.
Nada de esto se le informó a Gutiérrez Robles, a quien en el INN se le diagnosticó un tumor neurinoma del nervio acústico, grado cuatro. Los médicos que lo atendieron dijeron que además tenía hidrocefalia, por lo que correspondía la introducción del sistema de derivación.
La cirugía, en la que sólo participaron médicos en formación, se efectuó el 9 de diciembre de 2005. Lo dieron de alta del INN y fue programado para una segunda operación, en la que le extraerían el tumor. Sin embargo, el paciente presentó complicaciones fiebre, entre otros malestares que lo obligaron a acudir al servicio de urgencias del INN, donde le aseguraron que no tenía nada y lo enviaron de regreso a su casa. Debido a que su situación no mejoraba, acudió a un hospital privado, donde luego de varios estudios clínicos los médicos determinaron que el sistema de derivación estaba contaminado y que la bacteria Enterobacter aerogenes ya le había ocasionado peritonitis.
Los especialistas del nosocomio particular explicaron a la familia que por las características del catéter no era posible tomar una muestra del líquido cefalorraquídeo para análisis, y tampoco podía obtenerse una imagen de rayos X, debido a que el sistema de derivación no era radio opaco. Estos estudios habrían permitido descartar alguna otra patología.
Con la evidencia clínica disponible y ante el "grave estado de salud" de Gutiérrez Robles, los galenos realizaron una operación para extraer el sistema derivativo, el 8 de enero.
Desde entonces y hasta el día en que le extrajeron el tumor, el enfermo no presentó síntomas de hidrocefalia, por lo que "es evidente dijo que nunca tuve tal condición y, por tanto, la colocación del sistema derivativo fue innecesaria".
A partir de estos hechos, Gutiérrez Robles, abogado de profesión, se dio a la tarea de investigar sobre el sistema de derivación de líquido cefalorraquídeo del INN. Revisó los artículos publicados por Julio Sotelo Morales en revistas científicas, en las cuales localizó que neurólogos de otros países hicieron recomendaciones que, aparentemente, no fueron retomadas por el director del INN.
Eldon Foltz, investigador de California, Estados Unidos, advirtió en 1995 que el sistema derivativo del INN es similar a los dieñados por otros académicos en 1956, y dice respecto al proyecto de Sotelo Morales: "los entusiastas autores tienden a exagerar sus afirmaciones" en este artículo (Surgical Neurology, 1995; 43:324-32).
Ese mismo año, el doctor Harold D. Portnoy, de Bloomfield Hills, Michigan, sugirió a los investigadores del INN la colocación de un reservorio al sistema derivativo y un cambio en el diseño de los catéteres para que fueran radio opacos y visibles en las placas de rayos X.
Gutiérrez Robles también recabó testimonios de personal médico del INN, según los cuales el sistema derivativo todavía es un proyecto de investigación, se aplica con fines experimentales a los enfermos, e incluso en varias ocasiones ha sido modificado en su diámetro.
Sotelo Morales rechazó esta versión. "No hay proyecto de investigación ni protocolo alguno. Los médicos tienen acceso al catéter", igual que a las válvulas convencionales, y ellos deciden cuál utilizan. En el INN, abundó, "compramos el catéter, lo esterilizamos y le ponemos el aditamento que permite conectarlo". Para los pacientes no tiene ningún costo, el instituto se lo regala, sostuvo.