Visita al museo dedicado a la gesta histórica
Un recorrido por la memoria de la Revolución Mexicana
Ampliar la imagen
La estructura tenía como destino original ser el Palacio Legislativo
Foto: Archivo
A quienes tengan la necesidad de asomarse a la memoria de la Revolución Mexicana, dos sitios ofrecen una incomparable oportunidad de hacerlo, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas (INEHRM) y el Museo a la Revolución.
Desde luego que libros es la oferta principal de la primera instancia, la bien nutrida biblioteca ofrece un cúmulo de oportunidades para cualquier estudioso o persona con la mínima curiosidad de adentrarse en el tema de la gesta y sus secuelas que, no sin trabajos, conformó al país al menos hasta hace 18 años.
La labor del INEHRM, en su sede de San Angel (Madero 1), se complementa con conferencias, y el miércoles 22 y jueves 23 a partir de las 18 horas, se realizará el foro A 100 años de Cananea, Río Blanco y el Partido Liberal Mexicano, con libre acceso para el público.
Por lo que hace al museo, el recinto, instalado desde hace 20 años en los sótanos del imponente monumento alusivo, ofrece en sus siete salas una interesante disposición de documentos históricos y artículos de época a raíz del Plan de la Noria mediante el cual Porfirio Díaz, en 1871, llama a la que cinco años después fue la revolución de Tuxtepec.
Entre otros objetos que están a la vista aparece un carruaje tipo berlinesa, similar al que Juárez utilizó durante su Presidencia itinerante, y no faltan las famosas carabinas 30-30 Winchester. Las fotografías de época, las del siglo pasado, se pueden apreciar con nitidez, pues han sido digitalizadas.
La Revolución, la de 1910, se hizo en tren, y para ello se recrea una oficina de estación ferrocarrilera. Asimismo se muestran cuadros comparativos de lo que eran los salarios de aquellos tiempos. Casi pura coincidencia con los días corrientes, travesuras de la historia, por favor no se vaya a pensar que es por la voracidad del capitalismo.
Por otra parte, y en cuanto al sitio del museo, sabido es que la estructura del Monumento a la Revolución tenía como destino ser el Palacio Legislativo. Por años la construcción estuvo abandonada. En 1928 Alberto Pani, entonces secretario de Hacienda, aceptó la idea de convertirlo en Panteón Nacional, algo que tampoco se concretó y hasta algún osado propuso cubrir la mole con bugambilias.
Cuenta la leyenda que por ahí del principio de los años 30, Carlos Obregón Santacilia, que era arquitecto y vivió su juventud por los rumbos del monumento, propuso y luego se le dio la encomienda de revestir la desnuda estructura con cantera que se trajo de Chiluca.
Sin muchas fanfarrias pues, relatan quienes vivieron el momento, no hubo inauguración alguna, simple y llanamente el 20 de noviembre de 1938 la ciudad amaneció con una construcción que ha llegado a ser emblemática.
En las cuatro columnas de la construcción de 63 metros de altura, se hallan los restos de personajes de la vida nacional, Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y se dice que Francisco Villa.
El museo abre de martes a domingo, de 9 a 17 horas y la admisión cuesta 14 pesos con el acostumbrado descuento para estudiantes, profesores y los adultos en plenitud.