El acertijo APPO
El 17 de noviembre, a las tres de la tarde, una mujer de 48 años sufrió abuso sexual en el zócalo de Oaxaca, convertido en cuartel de la Policía Federal Preventiva (PFP). Cuando se retiraba, humillada y ofendida, le dijeron burlonamente: "puedes ir a Derechos Humanos; nos vale". Mostraron el mismo desprecio que su jefe, el secretario de Seguridad Pública, ante las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por lo que hicieron en Atenco.
En la ciudad ocupada, esos policías cometen cotidianamente toda clase de abusos, mientras delincuentes y sicarios de Ulises Ruiz se pasean con impunidad. El presidente del Congreso local, que solicitó las fuerzas públicas federales para restablecer el "estado de derecho", felicitó públicamente a una radio pirata que día y noche incita a la violencia contra la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), estimula la guerra civil y celebra descaradamente a Ulises Ruiz, protegida por la misma agencia que interfiere las transmisiones de Radio Universidad.
Fue una hazaña peculiar celebrar con éxito, en esas condiciones, el congreso constitutivo de la APPO. Produjo en libertad sus estatutos, declaración de principios y plan de acción y creó una instancia de coordinación de 260 miembros. Sus acuerdos comenzaron a circular 48 horas después de terminado el acto. No es poca cosa.
El lenguaje de la APPO contribuye a la confusión que causa su novedad. Sirve vino nuevo en odres viejos. No tiene aún las palabras apropiadas para sus innovaciones. Por ejemplo: se empezó a constituir el 20 de junio, sufrió varias mutaciones constitutivas y sigue en pleno proceso de constitución. ¿Cuál fue entonces el carácter de su congreso constitutivo?
La APPO es una iniciativa política del pueblo oaxaqueño que se constituyó a sí mismo como protagonista principal de la vida política de Oaxaca y se expresó organizativamente como asamblea. La iniciativa tomó en el camino formas de revuelta y rebelión, hasta cristalizar en un movimiento social y político de nuevo cuño. Nacido a ras de tierra, desde las entrañas más hondas de la sociedad oaxaqueña, expresó un descontento tan antiguo como general, que encontró en Ulises Ruiz un emblema eficaz de todo lo que quiere cambiar. Guiado por un vigoroso impulso de transformación, se orienta a crear una nueva sociedad y trae al mundo, en medio del ambiente políticamente enrarecido, un viento alegre y fresco de cambio radical.
Frente a las agresiones y provocaciones de los poderes constituidos, la APPO ha reaccionado con un espíritu de no violencia, que define su vocación central, y el enorme ingenio y valor de la gente. Necesita ahora algo más: la capacidad de concertar la acción de sus innumerables componentes para llevar adelante su empeño transformador. ¿Cómo dar coherencia y articulación a su inmensa diversidad? ¿Cómo dotarla de una organización apropiada al calor de la lucha, en medio de la brega cotidiana, cuando no ha transcurrido aún tiempo suficiente para que el movimiento madure en el mutuo conocimiento y en el acotamiento del camino a seguir? ¿Cómo evitar los vicios habituales de la izquierda, con su capacidad de dividirse y su propensión a llevar siempre agua al propio molino ideológico o político, sacrificando al conjunto? ¿Cómo evitar el riesgo de que el recipiente organizativo resulte rígido o cerrado, en términos ideológicos u operativos, y el movimiento lo desborde de inmediato?
A pesar de los riesgos era indispensable intentarlo. Las presiones externas provocaban dispersión y desconcierto. La coordinación provisional de 30 personas, nacida cuando aún predominaba el espíritu de revuelta, no daba ya más de sí.
El congreso de la APPO enfrentó brillantemente todos estos riesgos. Creó una organización flexible y abierta, capaz de articular y vertebrar los empeños colectivos sin pretender controlar las múltiples autonomías que la forman. Retiene su vitalidad y sus impulsos creativos, que siguen apelando a la imaginación sociológica y política para dar cauce apropiado a esos impulsos.
Enfrenta ahora un nuevo desafío. Obligada a crear o extender alianzas con otras organizaciones, a escala nacional e internacional, tendrá que hacerlo con quienes por su carácter y estilo de organización constituyen su reverso, como AMLO y el PRD. A pesar de múltiples coincidencias, serán como agua y aceite. Deberán aprender a estar juntos, pero no revueltos.
La APPO tiene sobrada capacidad para enfrentar este reto. Nació en la pluralidad. Su mérito principal es quizá haber sabido aglutinar ímpetus tan diversos como los que la formaron. Es por ello, acaso, anticipo eficaz del mundo que quiere crear: un mundo en que quepan muchos mundos, como dicen los zapatistas.