El subcomandante Marcos se reunió con afectados por la tragedia del 19 de febrero

Si lo enterrado fueran máquinas, ya las hubieran encontrado, acusan viudas de Pasta de Conchos

Lo que el gobierno quiere es que todo se olvide y dejarlas solas, advierte el delegado Zero

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Pasta de Conchos, Coah. 20 de noviembre. Hijos y nietos de los atrapados, viudas, madres, compañeros de trabajo. Sus voces se suceden en las afueras del acceso al pozo. "Queremos justicia. Que no quede impune esto. Me siento sin armas. La empresa es muy poderosa. Aquí nos tiene afuera, sin nada. La Minera México miente", expresa Rosa María, compañera de uno de los 65 mineros que perecieron el pasado 19 de febrero en los túneles de esta mina.

"Estamos muy decepcionados de Fox", dice una segunda voz. Y una tercera: "Rubén Escudero (gerente general de la empresa) debería estar en la cárcel. El sabía las condiciones pero no le interesó resolverlas". Y otra: "Para la Minera México es más importante una máquina que los mineros". Una anciana declara: "Yo perdí a mi padre en Barroterán (tragedia minera anterior a Pasta de Conchos, y cerca de aquí), y a mi esposo en esta mina".

Más no todo es queja en la región carbonífera de Coahuila: "Si ya nuestra gente quedó abajo, que sirva para que no ocurra otra vez", dice un trabajador. No sólo llevan un siglo de tragedias en las minas; también han luchado memorablemente, como en la "Marcha de la dignidad'' de Nueva Rosita, hace medio siglo, y durante la insurgencia sindical de los años 70.

El subcomandante Marcos escuchó y habló con familiares y colegas de los atrapados. "Lo que el gobierno quiere es que todo se olvide y dejarlas solas", dijo a las mujeres que lo rodeaban en un sencillo y vigilado encuentro. A pocos pasos, la guardia privada de la empresa se interponía entre la mina y los familiares reunidos con Marcos. Unos siete agentes robustos, con celulares y radios por todas partes, y cara de pocos amigos, filmaban la pelotera. Los close ups de la escena corrían a cargo de la Procuraduría General de Justicia del estado y los servicios de inteligencia federales.

"Los pobres se tienen que morir para que se acuerden de ellos", dijo Marcos en otro momento del diálogo en corto que sostuvo con deudos de las víctimas de aquellas mortíferas explosiones subterráneas que conmovieron al país hace 9 meses, y desnudaron las condiciones de labor y vida de los obreros que aún no han sido despedidos por la despiadada Industrial Minera México (IMMSA). 64 cuerpos permanecen en la mina que los atrapó, y los familares reciben los sueldos de los caídos con un incremento, y si algún día sacan el cadáver, se quedarán ya sólo con la pensión de retiro.

"Lo único que hizo la empresa fue hacer declaraciones en la televisión. Espera que ustedes se cansen y nosotros nos tapemos los ojos y los oídos. No se trata sólo de recibir dinero, sino de cumplir los compromisos y garantizar condiciones de salud para los mineros", expresó el delegado Zero, al lado de una mesa de palo, y sobre ella las ampliaciones fotográficas de Rolando Alcocer y Angel Guzmán Franco, apoyadas en dos rocas de la mina. La segunda dice: "Te queremos, papito".

La empresa minera hizo varios intentos por evitar o desinflar el encuentro de hoy. Suspendió este domingo la misa que se oficia cada día 19 desde hace 9 meses, que porque no hubo cura disponible. En realidad, comenta uno de los deudos, fue para que la gente no se reuniera y pudiera venir hoy. También intentaron disuadirlos con amenazas. Como sea, conforme avanza el diálogo con Marcos, que se prolonga por casi dos horas, van llegando más familiares y colegas mineros.

El subcomandante Marcos explica los alcances de esta visita de la otra campaña: "Que en todo el país se vuelva a nombrar a los mineros muertos. Que se cumpla lo que dijo la patronal". Y advirtió: "Esto va a seguir pasando hasta que no cambien las cosas". Mientras dialogaba con las mujeres de los mineros, era acosado por la prensa local, y con ese destinatario añadió que Felipe Calderón va a caer y que en todo el país hay gente dispuesta a unirse. "Vamos a tomar las minas para que vuelvan a ser de los mineros, y que ellos vivan con dignidad" .Y de nuevo a las viudas: "También venimos a decirles que no están solas".

Un día antes, IMMSA publicó en todos los diarios, a plana entera, un fervorín propagandístico en prosa digna de Vamos México o el Teletón. Allí saluda a las familias de los mineros "caídos", y la misma empresa, que ostenta un "propiedad privada" en sus alambradas, los llama "nuestros compañeros", y trata de sonar conmovedora, a su modo: "Al momento, IMMSA ha dedicado ya 809 mil 312 horas-hombre en las acciones realizadas por trabajadores y personal especializado, con una inversión económica que asciende a 251.6 millones de pesos" en el "programa de búsqueda" más inútil que quepa imaginar, que tras nueve meses no ha tenido ningún resultado, mas que la crispación y la pena acrecentada de las familias.

Como dijo una de las mujeres, "si lo enterrado fueran máquinas, ya las hubieran encontrado". Otro minero describió cómo la empresa escatima equipo para la búsqueda, para evitarse la pena de perderlo o averiarlo, además de que sus peritos han sido incapaces de soportar las condiciones de los niveles a donde la empresa metía y mete a sus "compañeros" explotados.

Posteriormente, el delegado Zero se internó en el semidesierto del municipio Melchor Múzquiz, rumbo a Nacimiento de los Kikapú, donde se reunió con representantes de dicha tribu indígena, expulsada del norte de Estados Unidos desde hace 300 años.