Ciudad Perdida
Dos visiones de México
La aventura en el frío del lunes por la tarde
Los escenarios para la transmisión del poder
Don Carlos, un amigo de esos que nunca han dejado de luchar por sus convicciones, estaba la mañana de ayer verdaderamente contento, entusiasmado, con un brillo de vida en los ojos que nunca le había visto, aunque he de confesar que lo conozco de hace muy poco tiempo.
Su razón era muy poca, para algunos, y muy vasta, para otros. El hombre, que ya no es, de ninguna manera, un jovencito, se sentía representado por el gobierno legítimo que se instauró el 20 de noviembre en el Zócalo de la capital de México.
Y era tal su gozo que pronto lo contagió a algunos de los que lo escuchaban, y que por algún motivo ocultaban su placer. Pero el asunto cambió rápido, de pronto había un coro de personas de muy diferentes clases sociales e idiosincrasias que coreaban: "ya tenemos presidente", tan amigable que incluso provocó la sonrisa de quienes parecían no estar de acuerdo con ellos.
En confianza, seguramente con el sentimiento de protección que les dieron los demás, don Carlos empezó a contar lo que él llamó "la aventura en el frío", y descolgó un relato salpicado de imaginación y esperanza que nadie se atrevió a interrumpir, y menos aun a contradecir.
Era un mexicano que estrenaba presidente, que se sentía representado por un político que le llenaba de confianza, y a quien prometía ayudar, con todo lo que pudiera y estuviera a su alcance.
Este personaje es uno de los 300 mil, según cifras de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, que se congregaron el lunes para ver y aceptar el principio de un gobierno que, por decirlo de algún modo, tiene la bendición de su pueblo.
Y allí mismo, en un café de la Condesa, alguien más platicó, guardando el nombre de sus fuentes, que en la Cámara de Diputados se tiene previsto dos escenarios. El primero es el por todos conocido, que Calderón pueda hacer uso del foro principal de ese recinto para culminar la burla a la voluntad de una gran parte de los mexicanos que están seguros de que el gobierno de Fox ejecutó un fraude el pasado 2 de julio.
El segundo, dijo quien contaba, se refirió al llamado Salón Verde del Palacio Legislativo de San Lázaro. Explicó que en caso de emergencia, y bajo el síndrome de "la muñeca fea", es decir, escondido en los rincones, Felipe Calderón sería impuesto como presidente por priístas y panistas, en una ceremonia de acceso limitado, es decir, en petit comite.
Conocedor del asunto, al parecer, el relator explicaba que un plan parecido se dio el 1º. de septiembre, cuando Fox pretendió leer su Informe ¿de gobierno? Ya estaba dispuesto dicho espacio para que allí se efectuara la ceremonia. Se avisó una hora o menos antes de que ocurriera, y se desarmó minutos después de que Fox entregó el documento que contenía el estado que guarda la nación, según Foxilandia.
Pero no fue todo. También refirió su "aventura en la tristeza", y es que dijo sentirse impotente, triste, frente al escandaloso cerco que las policías federales han hecho alrededor del recinto de San Lázaro para permitir que se entronice al gobierno del odio.
No dijo qué tiempo tiene laborando en la Cámara de Diputados, pero su comentario nos hizo creer en un lapso largo, después de que señaló: "nunca lo había visto así", realmente acongojado. "Hay que mostrar acreditaciones, oficios; hay que caminar entre los uniformados de no sé cuántas corporaciones, casi metro a metro. Más que vigilancia, uno siente que los ojos de los policías están sobre uno todo el tiempo. Ni dentro de las oficinas se siente uno libre. La cámara es como una cárcel y nosotros, los empleados, delincuentes. Es realmente triste".
Estas son dos visiones diferentes de lo que pasa hoy en el mero corazón de México. De esos dos Méxicos de los que tanto se habla. Que cada quien escoja el suyo.