Usted está aquí: domingo 26 de noviembre de 2006 Cultura Prioritario, impulsar la identidad cultural del país, estima Juan José Bremer

El diplomático y escritor presentó en la FIL su libro El fin de la guerra fría

Prioritario, impulsar la identidad cultural del país, estima Juan José Bremer

El tema, para ubicar el lugar del México ante el embate de la globalización, asegura

ERICKA MONTAÑO GARFIAS ENVIADA

Ampliar la imagen Juan José Bremer asegura que la globalización se aceleró luego del fin de la guerra fría, tema que analiza en su más reciente libro Foto: Carlos Cisneros

Guadalajara, Jal., 25 de noviembre. El estímulo a los creadores, la democratización cultural entendiéndola en el más amplio sentido de la palabra y el tema de la identidad cultural deben ser los principales aspectos dentro de la política cultural, advierte el embajador de México en Gran Bretaña, Juan José Bremer, quien además de los cargos diplomáticos ejerció como director del Instituto Nacional de Bellas Artes, fue subdirector de Asuntos Culturales de la Secretaría de Educación Pública y presidente del Festival Internacional Cervantino.

Asiste a la Feria Internacional del Libro (FIL) para presentar este domingo su libro El fin de la guerra fría y el salvaje mundo nuevo. En momentos en que el presidente electo, Felipe Calderón, nombra su gabinete, y está pendiente la designación del titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Bremer de Martino dice en entrevista con La Jornada: "Creo que a pesar de que nuestro país está evolucionando y ha tenido cambios importantes existen constantes de la política cultural y las veo tan aplicables ahora como lo fueron en mi tiempo.

"Creo que México necesita atender las necesidades que existen en el campo de la cultura como en otros órdenes de la vida social, hacer un intento de difusión para que las clases menos favorecidas económicamente tengan acceso a la cultura. Se necesitan políticas de distribución de bienes culturales, políticas que estimulen la llegada de esos satisfactores culturales a la gente que no tiene recursos y esto implica una combinación de muchos factores. La otra es que el estímulo a los creadores que se ha venido haciendo de una manera muy amplia y creo que en ese sentido hay que reconocer que nuestro país es incluso una referencia no solamente en América Latina en cuanto estímulos a jóvenes creadores, aunque hay muchos campos que se pudieran seguir haciendo e innovarlos pero hay ahí avances importantes.

En su gestión, añade, uno de los principales temas fue el de la identidad cultural. "Esto lo necesita nuestro país y lo seguirá necesitando. Tenemos que entender la identidad no como un objeto, una cosa, una sustancia, sino como un río, como una corriente de transformación porque la fuerza de nuestro país se da en esta conciencia de identidad. Veo la identidad en la corriente del cambio, pero creo que es muy importante porque es un punto de referencia ahora en la época de la globalización. Con más razón en este momento se tiene que hacer un esfuerzo y esto implica hacerlo promoviendo una discusión al respecto, no de manera dogmática. Es decir ¿qué somos en la corriente del cambio?, ¿qué es México en el umbral de la modernidad y la globalización? Creo que las autoridades culturales deberían promover esta discusión".

Nos encontramos, agrega el diplomático, en medio de una corriente de transformaciones que comenzó con el fin de la guerra fría. De ello habla en El fin de la guerra fría y el salvaje mundo moderno que publica Taurus y se presentó a las 19 horas en el salón 4 de la expo.

La historia y los cambios contadas de primera mano. "Los destinatarios de este libro no son los especialistas sino el público interesado en conocer su tiempo. Quiero contar esa historia de una manera digerible, con la mayor sencillez posible, con el respaldo de notas cuando es necesario. Unir cabos, es decir, presentar como un hecho continuo, como un fenómeno una serie de factores que están siendo analizados por separado y que en realidad están unidos. Así como darle gran importancia a los contenidos sociales y culturales en los momentos del cambio. Y hacer una reflexión de lo que es el pesado histórico, es decir, el peso del pasado en los momentos del cambio porque en las revoluciones y los procesos evolutivos se está viendo hacia el futuro nada más y no se toma en cuenta que precisamente en el futuro el pasado se vuelve a aparecer y hay que tomarlo en cuenta".

El análisis que se hace en el libro de los procesos de cambio en la antigua Unión Soviética, Europa, Alemania, España "son útiles en este momento para la transición mexicana", aunque precisa que no se trata de copiar las experiencias de esos países sino "abrir las ventanas y ver lo que está pasando en el mundo porque hay elementos comunes en las transiciones".

No se pueden copiar las experiencias porque a final de cuentas cada país y región es diferente y tiene su propio reloj histórico. Lo que sigue dentro de este proceso histórico, lineal y no fragmentado, "es un gran desafío. Estamos frente a un momento en el que hay que hacer una nueva cartografía. Debemos entender que el mundo cambió, el mundo de ayer ya no tiene que ver con el de hoy. El fin de la guerra fría nos abrió un nuevo paisaje, aceleró las fuerzas de la globalización económica y ésta avanza a una velocidad vertiginosa, al igual que la globalización mediática. El tema final del libro, que se refiere a ese salvaje mundo nuevo, es que esas fuerzas tienen que ser atemperadas y conducidas por las instituciones. Necesitamos que la globalización política cree las instituciones para entender esto. No es algo académico porque a todos nos están afectando como nunca los fenómenos globales. Los problemas ecológicos, políticos, sociales, el terrorismo, son temas que como nunca están entrelazados".

 
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