Balance de la Jornada
El clásico, gracias al árbitro Manuel Glower
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Festejo del América cuando cayó el tercer gol ante Atlas en el Azteca
Foto: Luis Humberto González
Para muchos será una final adelantada. Y es que además de que el clásico de clásicos siempre es atractivo, ahora lo será más por realizarse en una semifinal y con dos equipos que llegan con el poderío ofensivo como su mejor arma.
No se trata, por supuesto, de minimizar el duelo entre el campeón Pachuca y el compacto Toluca, pero cuando se enfrentan los dos equipos más populares del futbol mexicano todo lo demás queda en segundo término.
América y Chivas llegan en condiciones distintas. El Guadalajara calificó de la mano del árbitro Manuel Glower, mientras las Aguilas demostraron su poderío ofensivo, encabezados por Cuauhtémoc Blanco, su elemento insignia.
Para todos aquellos que critican el sistema del futbol mexicano, la presente liguilla es una muestra más de emotividad, con duelos intensos que captan la atención de los fanáticos.
En esta serie de cuartos de final cayeron los dos primeros clasificados, Cruz Azul y Pumas. Las dos eliminaciones fueron igual de decepcionantes.
Los Cementeros fueron víctimas de la maldición del superlíder, del arbitraje y de lo que ya parece una eterna displicencia de sus principales figuras.
Que un equipo con tanta tradición y por supuesto tanto gasto en nómina sume ya nueve años sin título no es casual. Y nada cambiará, ante el poder totalitario que tienen los hermanos Alvarez Cuevas. Billy suma un título en 18 años y no hay alguien que lo cuestione, mientras sus aficionados ya están resignados a sufrir decepciones semestrales.
Cruz Azul ya está de vacaciones, mientras el talentoso Chelito Delgado se confirma una vez más como un extraordinario jugador en temporada regular, pero intrascendente en los momentos cruciales. Le falta ese extra que transforma a los buenos jugadores en cracks, mientras Miguel Sabah falló tanto que parece querer todavía los colores rojiblancos.
Las Chivas deben agradecer su boleto no sólo al siempre atinado Oswaldo Sánchez, sino al árbitro Glower, lo cual festejan los millones de fanáticos al chiverío, el magnate Jorge Vergara y Televisa, que hará un gran escándalo mediático toda la semana, en plenos días de relevo sexenal.
Es de alabar la manera en que el campeón Pachuca está defendiendo su título. A inicio de torneo el técnico Enrique Meza estuvo cerca del cese y del retiro, como él mismo admitió. Casi cinco meses después el Ojitos avanzó a la final de la Copa Sudamericana con inobjetable triunfo sobre el temible Paranaense y a la semifinal del torneo local, donde se medirá a un Toluca que fue exprimido la semana pasada y ahora no dará concesiones.
Y mientras las semifinales lucen de pronóstico reservado, con clara desventaja para los cansados Tuzos, tres técnicos lavolpistas fueron eliminados.
Rubén Romano, Isaac Mizrahi y Miguel Herrera ratificaron una vez más que la escuela del hoy técnico de Boca Juniors sirve sólo para ganar partidos de temporada, pero reprueba en la fase final.
Los juveniles atlistas estuvieron cerca de la hazaña y rondó el fantasma americanista de su eliminación ante Tigres, ante los que también llegaron al Azteca con ventaja de tres goles. Pero entonces Cuauhtémoc salió de la banca y con un golazo, de zurda, abrió el camino de la reacción.
Y los Pumas se fueron por la puerta trasera. El esquema del Tuca Ferretti sirvió para salir del sótano de la tabla porcentual, pero su futbol mezquino ya no dio para más.
Otra sería la historia si los jugadores auriazules hubieran mostrado la misma agresividad que tuvieron sus fanáticos en el estadio Hidalgo, donde se enfrentaron a la policía, destrozaron butacas y se ganaron el aplauso del timonel, que les lanzó un ilógico "cómo no te voy a querer, afición".