Astillero
Felipe el Breve
De magos y escapistas
Guerreros bajo sospecha
Resistencia rutinaria
La insoportable brevedad del ser (presidente). Si el autor del guión original que dio pie a la escalofriante representación del pasado viernes en las tandas de San Lázaro fue un mago (Luis Carlos Ugalde, quien produjo la fantasía de un increíble triunfo electoral por un 0.5 por ciento) a nadie debe extrañar que ese episodio de magno ilusionismo cerrara con una demostración de escapismo institucional en la que, en homenaje al famoso Houdini, un michoacano (Felipe Houderón) en lugar de desaparecer algo se hiciese aparecer él mismo en un foro legislativo luego de recorrer emocionantemente subterráneos, escaleras, pasadizos y, finalmente, una puerta secreta de la que salió con sonrisa plastificada a rendir un asomo de toma de protesta que duró apenas unos pocos minutos, de los cuales un par fueron consumidos en la tregua obligada para cantar el Himno Nacional.
Breve también sería el asomo de esperanza que algún ingenuo hubiese tenido respecto de las promesas felipenses de "rebasar por la izquierda" a su adversario principal. Salvo el detalle menor de reducir en 10 por ciento el salario de la elite burocrática, Felipe Calderón parece estar imposibilitado para aparentar que gobernará con cierto sentido de justicia social. Salvo lo que por obligación retórica diga en sus discursos y luego sea generosamente bien comentado en los espacios mediáticos cada vez más genuflexos (agachones, pues), el abogado Calderón ha diseñado un gabinete de guerra contra toda posibilidad de cambio y mejoría populares (por ello, la frase de "velar por la tropa" y el anuncio de incremento salarial al Ejército).
Rehén confeso de la maquinaria que lo trabajó como ganador "trabaja un resultado de 0.5 por ciento, con extra mala leche" habría dicho el gerente de la Fonda México, Houderón ha reciclado a foxistas como nunca antes un presidente de México había hecho con su antecesor (en una de esas, el propio Felipe pudo haberse nombrado secretario de Energía); poseedor de la banda presidencial y endeudado por esa causa, ha tomado priísmo prestado e incluso ha colocado el emblemático apellido Reyes Heroles en la puerta de entrada de Pemex como parapeto de las tareas sin nacionalismo ni claridad que prepara el felipismo obligado a ser buen pagador. Y, desde luego, F.C. ha instalado en el reino mágico de lo doméstico gobernante a su cauda de jóvenes maravillas: el Equipo Los Pinos que rechina de limpio (expedientes limpios: sin experiencia ni capacidad; funcionarios de la intimidad nombrados solamente por ese juramento de extraños orígenes que se ha atrincherado en las nuevas cabañas del poder).
Breve también es el rango de confianza que generan los legisladores supuestamente miembros de la causa lopezobradorista que en el último tramo del vals acordado desfallecieron combativamente, cayendo de cara al sol, oportunos ejecutores del mexicanísimo ya merito, boxeadores bajo sospecha de prácticas al estilo del famoso Jorge Kawhagi. ¿De verdad pelearon hasta el final, y con todo lo que podían, los diputados que habían jurado impedir a costa de lo que fuera la toma de posesión de quien calificaban de ilegítimo? ¿O sudaron y fintearon, pujaron y empujaron, pero al final aceptaron que se cumpliera el ínfimo ritual necesario para que las negociaciones en lo oscurito pudieran seguir y para que ya aparezcan algunos de esos bravos gladiadores "de izquierda" aceptando las posibilidades del diálogo con el supuestamente "espurio" y acomodándose a la cruda y fría realidad política que obliga a alejarse de las aventuras "legítimas" del caudillo en desgracia? ¿AMLO "sí está solo" en la cúpula de sus partidos y sobre todo en los momentos cruciales? La estratégica y definitoria pérdida de la tribuna legislativa, y las treguas posteriores que beneficiaban a quien estaba en control de las mejores posiciones, ¿fueron errores genuinos o valores entendidos?
López Obrador mantiene frente a ese cuadro viscoso una breve capacidad de regeneración. Insiste en lo electoral, ya no con el acento puesto en los comicios anteriores sino en los venideros (pide a la gente organizarse para que no se repitan errores de organización y para cuidar mejor las casillas) y mantiene una gira nacional que en cuantía de asistentes y en desórdenes organizativos muestra el adelgazamiento de su movimiento. Lo peor es que los ánimos combativos supervivientes no tienen un cauce político ni ideológico, sino que se les encajona en la repetitiva lamentación de un pasado ya inmodificable, permitiendo que la tarea incesante de la mayoría de los medios de comunicación y el revanchismo social de los presuntos triunfadores electorales lastimen y marginen a esos lopezobradoristas persistentes.
Todo es una caricatura trágica. Los panistas celebran como triunfo olímpico que Felipe Calderón haya llegado a hurtadillas a hacerse de un poder que no le alcanzó ni para pronunciar el discurso de buenas intenciones que acabó diciendo en el Auditorio Nacional convertido en fiesta de familia. Los líderes perredistas y demás frentistas vagan teóricamente y pepenan prácticamente. Y Chente promete un año de silencio mientras la señora Marta prepara reapariciones públicas del tándem ex presidencial. ¡Ah, la insoportable brevedad del ser!
Astillas:
Cuando más débil y entrampado estaba George W. Bush sucedió el enigmático episodio de las Torres Gemelas y, a partir de ese hecho propicio, el texano acusado de fraude electoral tuvo la justificación política para suprimir derechos constitucionales, someter a la prensa al poder por motivos "patrióticos" e institucionalizar la tortura, el espionaje y la persecución por razones raciales, ideológicas y políticas. No todas las Torres Gemelas aprovechables por mandatarios débiles y entrampados deben ser inmobiliarias. Simplemente se necesita "algo" que "justifique" la instalación o consolidación de odios facciosos y la "mano dura" que tranquilice a sectores sociales previamente manipulados por los medios de comunicación aliados (N. del T. es decir, Nota del Tecleador-: a lo largo de estas líneas se ha hablado específica e únicamente del caso de Estados Unidos, así es que se pide a los lectores mexicanos abstenerse de imaginar, inferir o extrapolar cosas)... ¡Hasta mañana, sin olvidar a Oaxaca!
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