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La referencia en número corresponde al proyecto Metamorfosis que viene orquestando desde hace casi dos años Manuel Marín, del que existe un catálogo que recoge la primera versión, ahora ampliada considerablemente debido a la inclusión de artistas de varias generaciones, tan reconocidos y connotados como Vicente Rojo, Helen Escobedo, Joy Laville y Arturo El Güero Estrada (uno de los fridos) o como Demián Flores, Sofía Taboas y Eduardo Abaroa. Desde mi punto de vista quedan pocas lagunas profundas, aunque algunas resultan indispensables: Francisco Toledo, Marta Palau, Tomás Parra, Gabriel Macotela, Xavier Esqueda e Ignacio Salazar, cuya nominación como director de la ENAP a muchos nos ha complacido. También sería conveniente adherir a quienes se desempeñan en otros estados de la República, por ejemplo Gabriel Ramírez (Yucatán), Arturo Marty (Monterrey) Jordi Boldó (Querétaro), Alejandro Colunga (Guadalajara). Se tendría así, a través del pretexto implícito en las historias mitológicas de Ovidio, un recuento, que nunca podrá ser exhaustivo, de artistas mexicanos vigentes que practican la pintura o el dibujo (hay escultores también) siempre susceptible de ampliarse, como el tiempo. De este modo el proyecto acabaría por morderse la cola, que es lo que creo que su orquestador busca.
Como la pintura es estática, no puede metamorfosearse más que a través de la lógica combinatoria ideada por Marín, quien como bien se sabe, aparte de artista visual es matemático y cursó estudios de maestría en filosofía, por lo que es proclive a los momentos procesales, a lo que suma un innegable poder de convocatoria. Sobre todo, se ha armado de paciencia, porque entrega a cada participante el pequeño cuadrado en dos secciones, a modo de díptico, que recibirá "la historia" elegida según su propia selección de tema, cosa ésta que no me parece muy bien, debido a que existen demasiadas versiones del Laberinto, varias de Apolo y Dafne, de Icaro, de Narciso o de Acteón, a quien, metamorfoseado en ciervo, los perros de Diana desgarraron (igual a como sucede entre puros canes en la película Amores perros del vitoreado Alejandro González Iñárritu).
En cambio, que yo recuerde, hasta el momento nadie ha representado al adivino Tiresias, quien además "de haber conocido el placer de los dos sexos", ya que se convirtió en mujer durante siete otoños, fue cegado por Juno, debido a que actuó como árbitro (o como jurado, si se quiere) pero en vistas de que su decisión no fue del agrado de la diosa, ésta condenó a sus ojos a "la eterna noche", propiciando así sus facultades adivinatorias, cosa que a Tiresias le sirvió de consuelo. Tampoco está Midas, el rey de Frigia que convertía todo en oro, buen tema a tratar, ahora que los precios estratosféricos alcanzados por el cuadro de Pollock y después por el De Kooning han intrigado a medio mundo.
Cada participante recibió, junto con su tablero ya preparado para los colores, formas, o pegostes, la versión de Sepan cuantos de las Metamorfosis de Ovidio, lo que en esta época en la que con no mucho éxito se ha tratado de convertir a nuestra nación en "un país de lectores" resulta ya una ganancia, y no suplementaria, dada la vigencia de ciertos temas que convertidos en metáfora, son tan actuales hoy como a principios de nuestra era, que fue cuando vivió el poeta latino.
Esta es la tercera vez que yo veo la exposición, ahora exhibida en el Centro Cultural de España (Guatemala 18, justo atrás de Catedral). Puedo asegurarle a quien lea esta nota que además de ingeniosa, es una muestra muy entretenida. Varias de las composiciones, ya sean "normales" (el díptico obra del mismo autor), sometidas a la combinación con las de otros autores, gracias al montaje logrado a través de imágenes digitales, o bien en combinación con dibujos a lápiz realizados por el propio Manuel Marín, configuran la idea de que hasta el momento presente pueden obtenerse esas 5, 776 combinaciones. Eso no ocurre, felizmente, más que en forma virtual en el ámbito de la exhibición, cosa que no deja de ser una ventaja, porque tomaría meses la observación de todas las posibles combinaciones, siempre y cuando se contara con un espacio de exhibición quizá unas 100 veces mayor, mientras que tal y como el diseño museográfico lo propone, el espectador invierte aproximadamente hora y media en ir observando todo.
Concurren, entre otros, además de los ya mencionados, José Luis Cuevas, Arnaldo Coen, los hermanos Castro Leñero, Claudia Gallegos, Gabriela López Portillo, Nahum B. Zenil, Germán Venegas, Pablo Vargas Lugo, Boris Viskin, Perla Krause, e Irma Palacios, quien presenta una muestra individual actualmente en el Museo Cuevas