Ciudad Perdida
PRD: la lección no aprendida
El SNTE y su dueña, un peligro
Patadas y descontones en la ciudad
Antes de ir a las cosas de la ciudad, que no son lo que parecen, aunque sí han despertado algunas inquietudes entre el nuevo equipo gobernante, déjenos platicarle de algo que sucedió hace apenas un par de noches en la Cámara de Diputados.
Resulta que con carácter de urgente, priístas y perredistas se dieron cita en San Lázaro para preguntarse, unos a otros, qué hacer con la maestra Elba Esther Gordillo y su intervención abierta, digamos que descarada, en las contiendas electorales (14) del próximo año.
Se citó para tal efecto a quienes conocen de las correrías y las trampas de la señora, y se mostró cómo y de qué forma intervino la dueña del sindicato de maestros el día de la elección presidencial en las casillas, a favor de Felipe Calderón.
Frente a los datos duros quedó claro el peligro que significa el sindicato y su dueña para los partidos que no transen con ella. El primero en proponer un acuerdo entre las dos organizaciones políticas reunidas, para tratar de neutralizar el accionar del sindicato magisterial, fue el PRI, que siente que la Gordillo terminará por llegar a acuerdos con el PAN.
Lo que no checa, en este relato, es la postura del PRD. Cuentan que el coordinador de la bancada amarilla, Javier González Garza, no pudo o no quiso levantar la mano en contra de la profesora (así le dicen), porque quería saber cuál sería la postura de su partido en este caso.
Y decimos que esta parte del relato no checa, porque de ser cierta los perredistas no habrán entendido la lección. La factura del fraude electoral del 2 de julio se debe, en buena parte, a la Gordillo, como se los demostraron, y fue en contra de su partido y de su candidato a la Presidencia de la República, entonces como que el acuerdo, cuando menos en teoría, sería natural, a menos que Garza esté en espera de lograr acuerdos con el enemigo, cosa que, lamentablemente, puede ser cierta.
Ebrard-Nueva Izquierda: ¿guerra fría o paz caliente?
La interpretación del rechazo de Jesús Zambrano al ofrecimiento que le hiciera Marcelo Ebrard ha sido interpretado, y usado, para dibujar un escenario de patadas y descontones entre el gobierno de la ciudad y la tribu perredista Nueva Izquierda, lo cual, en teoría, puede tener alguna base.
La declaración de guerra por la corriente que encabezan Jesús Ortega y Jesús Zambrano, y en la que se halla montado René Arce, puede quedar sólo en eso si damos como cierta la proclividad de ese grupo para intercambiar agravios por arreglos "convenientes".
No obstante, Martí Batres será, sin duda y a corto plazo, quien pueda deshacer la no muy cuantiosa base social con que cuenta Nueva Izquierda en la ciudad, para sumarla a su propia causa, y a la de de Ebrard, en contra del frente opositor que esa corriente pueda enfilar desde la Asamblea Legislativa contra el gobierno de la capital.
Es decir, los cañones están cargados y los objetivos bien definidos, sólo falta saber quién se atreve a prender la mecha, y para que eso suceda aún puede pasar mucho tiempo.
Por lo pronto, en el terreno del combate se empiezan a ganar y perder posiciones. La presidencia del PRD en la ciudad será, sin duda, un bastión de mayor importancia y allí, por lo que se dice, Nueva Izquierda no tiene ninguna propuesta seria y sería un suicidio político para Ebrard dejar en manos de esa corriente la cabeza del partido.
Con base en informaciones recientes, Alejandro Rojas Díaz-Durán, quien se mencionaba como la pieza de Ebrard en el PRD capitalino, renunció a la posibilidad de incrustarse en la cúpula partidista, que en esa condiciones podría quedar también en manos de las tribus que se han unido para combatir a Nueva Izquierda. Total, ni guerra ni paz, pero los cañones están listos.