Bajo la Lupa
Estados Unidos atrapado en Irak: ¿salida por Irán?
Ampliar la imagen El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, cuyo país sería clave para una salida estadunidense "airosa" de Irak Foto: Ap
Asabiendas de la topografía iraquí que conocemos en persona y en teoría, no hace mucho habíamos afirmado que Estados Unidos (EU) se encontraba atrapado sin salida para operar su humillante retirada.
Del total de 3 mil 650 kilómetros, Irak comparte sus fronteras en orden descendente con: Irán (mil 458 kms.), Arabia Saudita (814 kms.), Siria (605 kms.), Turquía (352 kms.), Kuwait (240 kms.) y Jordania (181 kms.). De su geografía se desprenden las posibles salidas para el invasor ejército de EU que ocupa el centro sunita de Bagdad y el norte multiétnico donde prevalece la etnia aria de los kurdos sunitas, lo cual se complica con la topografía, ya que el norte es montañoso, mientras el sur va desde los oasis hasta francos desiertos. Los perversos británicos tienen menos problemas, ya que se encuentran en el sur chiíta, en la región de Basora, de fácil salida al mar, ya sea por Kuwait, o por el golfo Pérsico.
Por mil razones, la salida ideal para los soldados de EU, acompañados de su pesada logística, sería por el sur chiíta, luego por Kuwait y el Pérsico. Por razones políticas, de un impagable costo sicológico para su imagen ante el mundo árabe y persa, en particular, e islámico, en general, sería inconcebible una retirada de EU por Irán, Arabia Saudita y Siria, mientras la salida por Jordania sería suicida.
Queda Turquía, donde la montaña y las guerrillas agazapadas perjudicarían el traslado terrestre y su logística. Tampoco Turquía abriría sus fronteras mientras no goce de garantías para sacrificar la independencia de los kurdos (apoyados por el eje israelí-anglosajón), postura en la que coincidiría con Irán y Siria.
EU necesita la ayuda de Siria e Irán para una retirada "airosa", quienes cobrarán el precio geopolítico para su colaboración.
Se asienta lo previsto por Bajo la Lupa (10/12/06): el documento Baker-Hamilton es susceptible de iniciar una serie de trueques desde el Pérsico hasta la costa oriental del mar Mediterráneo, que incluya el retorno a Siria de las Alturas del Golán ocupadas por Israel. ¿A cambio de qué?
De cuatro agendas en orden de relevancia para EU: 1. la salida "airosa" del ejército estadunidense de Irak, lo cual se propicia con la reconciliación espectacular después de un cuarto de siglo entre Damasco y Bagdad (bajo la ocupación de la dupla anglosajona) con la abierta aprobación del primer ministro británico, Tony Blair; 2. el retorno de las Alturas del Golán; 3. el control de los movimientos fundamentalistas islámicos de la costa oriental del Mediterráneo financiados por Irán (Hamas y Hezbollah), y 4. la probable re-sirianización de Líbano y el ocultamiento de la autoría siria del asesinato del primer ministro libanés sunita Rafic Hariri (prominente aliado de sauditas y franceses).
Los recientes eventos que se desencadenaron en la región, que incluyen las inusitadas protestas de los regímenes sunitas de Egipto y Arabia Saudita (los grandes sacrificados por la perfidia estadunidene), apuntan en ese sentido. Si a Siria por tan poco le dieron tanto, ¿qué no le van a conceder a Irán, que no se inmutará por menos que no sea la posesión de una bomba nuclear?
Hasta Stratfor ("Moviendo el cubo de Rubik", 27/11/06), centro de pensamiento texano-israelí (que se equivocó rotundamente durante la guerra de Israel contra Hezbollah), no tiene más remedio que exponer el punto de vista del presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, de que EU se encontraba atrapado en Irak, por lo que estaba dispuesto a "ayudarlo a desenredarse de su empantanamiento", siempre y cuando Washington "cese de hostigar a Teherán".
La llave para la salida "airosa" la detenta ostensiblemente Irán. Stratfor augura un "potencial acomodo entre EU e Irán" (que ha puesto nerviosos a sunitas árabes, israelíes, kurdos y hasta turcos) cuyo "precio" sería: "1. seguridad para el régimen iraní; 2. reconocimiento de la influencia iraní en Irak, y 3. aceptación del dominio iraní en el Pérsico y en el más amplio Medio Oriente". Stratfor escamoteó lo principal: la posesión nuclear iraní.
Según Democracy Now! (5/12/06), "el presidente George Bush se reunió con uno de los líderes chiítas más poderosos de Irak, Abdul Aziz al Hakim, (...) jefe del Consejo Supremo para la Revolución Islámica pro iraní y director de la Brigada Badr, milicia chiíta acusada de operar escuadrones de la muerte". Hakim "también exhortó a EU a que tome medidas más severas contra los insurgentes sunitas".
Parodiando la Biblia: por sus reacciones los conoceréis, y éstas han sido iracundas de parte de los poderosos multimedia de los neoconservadores straussianos y sus aliados halcones del partido Likud en Israel. En su portada, The New York Post (7/12/06), vinculado a los intereses de la banca israelí-anglosajona, tachó a la dupla Baker-Hamilton de "asnos claudicantes".
En la depresión total, el portal Debka (5/12/06), presuntamente vinculado a los servicios secretos del Mossad, sobredimensiona la confesión de Bob Gates, flamante secretario de Defensa, durante su nominación ante el Senado, tras haber descobijado la posesión de armas nucleares por Israel: "Bush no frenará a Irán en obtener armas nucleares" y si las obtiene "nadie puede prometer que no las usaría contra Israel". ¡Pácatelas!
Mientras el premier Ehud Olmert exhibe el "síndrome de negación", a juicio de Debka se insinúa una "nueva estrategia de EU para el golfo Pérsico": cuyos intereses en seguridad "no requieren de mayor participación, ya que no depende del petróleo árabe como China, Japón, India y otras naciones del Lejano Oriente", por lo que EU cesaría de proteger los recursos petroleros de la región y sus rutas de tránsito". Pues sí: para eso tienen a Canadá y a los apátridas neoliberales de México, en la fase aciaga de Felipe El Breve.
El documento Baker-Hamilton, sumado de las impactantes confesiones sobre la nuclearización de Irán y el futuro atómico de Israel de parte de Bob Gates, regresa la región a 1991, fecha de la primera guerra familiar de la dinastía de los Bush contra Saddam Hussein, cuando Estados Unidos jugó simultáneamente la "carta siria" y la "carta saudita" y, tras bambalinas, la "carta iraní" luego del fétido Irán-Contras.
De tal dimensión cronológica es la derrota de estadunidense en Irak: retorno 15 años atrás en su posicionamiento regional, así como en la correlación integral de fuerzas que no favorece a Israel; con sus matices relevantes, desde luego, ya que ahora Irán sustituiría a Arabia Saudita como potencia regional desde el golfo Pérsico hasta la costa oriental del Mediterráneo (v.gr. en 1991, Siria era financiada por Arabia Saudita en la guerra de ambos contra el sunita Saddam Hussein, y ahora, 15 años más tarde, Irán la sostiene).
Estados Unidos pierde 15 años en el túnel del tiempo, a un elevado significado metafórico, si es que no retrocede más atrás (v.gr. a 1973, a 1967, o a 1956, o hasta 1948: fechas fatídicas en la región que trastocaron sus equilibrios).
El 2004, cuando detectamos la derrota estadunidense en Irak que se refleja hasta 2006, fecha del "documento Baker-Hamilton", se parece más en términos petroleros a 1973, fecha del embargo árabe. Quizá Estados Unidos haya retrocedido mucho más: 33 años atrás.