A la Mitad del Foro
Cargar los peregrinos
Ampliar la imagen Felipe Calderón, en conferencia de prensa el pasado día 4 Foto: María Meléndrez Parada
La fama de los 100 días viene de la fuga, marcha y retorno al poder de Napoleón. Luego vendrían las prisas de quienes prometen actos y obras durante las campañas electorales. No todos han de ser capaces de una hazaña como la del New Deal, de Franklin D. Roosevelt, para salir de la recesión, recuperar el crecimiento económico y la esperanza de aquellos a quienes comprobó que, efectivamente, nada tenían que temer, salvo al temor mismo. Otros se han quedado en el marasmo o se han ahogado en la orilla.
Fuego nuevo encendían nuestros antepasados donde ahora conmemoran la Pasión con puestas en escena cada vez más a tono con el mercado y la era del espectáculo: Live from Golgotha, tituló Gore Vidal una de sus obras. En vivo y en directo desde el ágora electrónica, Iztapalapa, San Lázaro y el auditorio, encendemos fuego nuevo sexenal sobre las cenizas del que pasó. Con un aire de alivio al comprobar que se acabó la hora de los aficionados. Felipe Calderón dejó la tribuna de San Lázaro y desapareció entre banderas, como salen de escena los villanos de ópera. Y empezó a andar, a cargar los peregrinos y a intentar el rescate de símbolos y de instituciones entre las ruinas de la alternancia de pastorela.
Eso, al menos, hay que reconocerle al concluir la primera novena del rosario. El Estado mexicano existe y el proceso histórico no puede borrarse ni por ignorancia ni por simulación. Ni siquiera desde la oligarquía que aspira a la restauración del antiguo régimen de Religión y Fueros. Echada la suerte y hecha la protesta de ley, Felipe Calderón habló del Estado laico, rememoró a Juárez. Y recuperó el escudo nacional para que la República dejara de presentarse como empresa mercantil a cargo de gerentes cuyo logotipo comprobara que son mochos. También hubo intentos por reconciliar el decir y el hacer en la política. Duro palmetazo de dómine al doctorcito Zedillo: Calderón reclamó una sana cercanía de su partido con su gobierno. Encuentros con senadores, con gobernadores del PRD y del PRI, y una gira a la montaña de Guerrero con el gobernador Zeferino Torreblanca.
La gesticulación esquizoide no empezó con el sexenio de la alternancia. El último suspiro del priato tardío pretendió abrir mercados y la caja de Pandora; techos al gasto público y candados en un partido que había postulado candidatos a la Presidencia de la República a Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Seis que nunca antes habían sido candidatos de su partido, ni a rey feo de carnaval, ni a carcelero en kermés. Treinta años, y cuando llegó la caída el partido del revisionismo sexenal ya se había fracturado en posturas irreconciliables de una dualidad imaginaria. Ambas partes aceptaban la ética de mercaderes. Pero los de la nueva ortodoxia habían impuesto obediencia absoluta al dogma hecho verbo en el Consenso de Washington.
Entre la insana distancia y los candados se produjo la implosión: en cada partido de la pluralidad hay prófugos del que fuera partido único. En el PRI elegirán presidente y secretario general en asamblea, con el voto de aproximadamente 20 mil consejeros locales, estatales y del consejo nacional. Dos aspirantes puntean: Beatriz Paredes y Enrique Jackson. El de Sinaloa parece haber aprendido la lección de la derrota de 2000 y de la historia: "No aspiro a ser candidato a la Presidencia de la República", dijo, "sino a conducir el partido". En 77 años un solo presidente del CEN ha llegado a serlo de la República: Lázaro Cárdenas. Desde la conversión a PRI, ninguno.
Esas manchas del leopardo no se borran con actos heroicos de opereta, como sacar al PRI de Los Pinos; al que le urgía salir de ahí y dejar que los dueños del dinero nombraran a sus gerentes con el beneplácito de Washington, Wall Street y el Vaticano. Llegó una derecha extrema, para la cual el panismo tradicional, legalista y doctrinario es una rémora. Ese yugo radical es el principal obstáculo que enfrenta Felipe Calderón. No el impresionista gobierno "legítimo" de Andrés Manuel López Obrador, en riesgo de dispersión, entrampado por la vocación revanchista contra el PRI y la inconformidad con la derrota y el agravio de la insolencia patronal. Leonel Cota Montaño oyó a Santiago Creel, y pide Oaxaca a cambio del olvido. El de las carreras parejeras olvidó la del Moro de Cumpas. Y lo que grita la Chona Guzmán...
Se pronostican años de vacas flacas, pero los operadores del mercado aplaudieron con entusiasmo la integración del gabinete económico. Agustín Carstens resultó grato hasta entre no pocos que se dicen de izquierda. Gabinete en tríptico: uniforme en lo económico, variaciones entre azul y buenas noches en lo social; y una troika para lo paraestatal: Alfredo Elías en la CFE, Jesús Reyes Heroles en Pemex y Juan Molinar Horcasitas en el IMSS. El 5 de diciembre hicieron pública la Propuesta de Programa Económico para 2007. "Crecimiento real del PIB de 3.6 por ciento", y un precio promedio de 42.50 dólares por barril de crudo. Afirman que el gasto público aumenta "con respecto a lo aprobado" en 2006, pero nada aclaran sobre lo que en realidad se gastó al concluir el año. Obra pública y creación de empleos, pero sin alterar los dictados macroeconómicos. Enigma de lo que Rolando Cordera llama atinadamente "estancamiento estabilizador".
El poder de la Bolsa es del Congreso. Diputados y senadores tendrán que ejercerlo y definir el destino del gasto público. Felipe Calderón se ha comprometido a combatir la pobreza y crear empleos. Lo que inquieta es que empiecen con el espectacular anuncio de una política de austeridad, que reducirá el salario del Presidente y altos funcionarios: 25 mil millones de pesos que, dicen, podrán destinarse a ayudar a los más pobres. Pero la visión de modernidad se opaca con un proyecto de presupuesto 2007 que recorta el gasto en educación pública y reduce los recursos destinados a la enseñanza superior. El diputado panista Raúl Padilla hace declaraciones contra la UNAM; falacias, infundios de intolerancia excluyente; presunción privatizadora en voz que evoca el grito falangista de ¡muera la inteligencia!
Felipe Calderón se apresuró a declarar que revisará el presupuesto destinado a la educación. Antes de asumir el mandato ofreció conciliadoramente "rebasar por la izquierda". Según Rogelio Ramírez de la O, quien fue asesor económico del candidato López Obrador: "La agenda de un partido de derecha que trata de improvisar políticas de izquierda o redistributivas no tiene futuro, ni siquiera como discurso político". Como el caso del alacrán: no está en su naturaleza.
Desde hace 18 años no despachaba un licenciado en la Presidencia. Llega en plena parálisis; el estado de derecho en el discurso, y no hay imperio de la ley. Impera la violencia criminal. Y ante la incontestable prioridad de garantizar la seguridad pública se alzan la sombra de la suspicacia y los fantasmas del miedo a la arbitrariedad del poder.
Un profesional en Seguridad Pública y un procurador general de la República sin vocación de verdugo, conciente de que el proceder del Ministerio Público exige administrar imparcialmente un sistema justo de instituciones. Pero, hoy más que nunca, hay que repetir la pregunta de los antiguos romanos: ¿Quién cuida a los cuidadores?