Flor María Rigonni recibe este miércoles el Premio Nacional de Derechos Humanos
"El pecado de Fox fue bajarse los pantalones de la dignidad ante EU"
La migración refleja fielmente el estado de una sociedad, señala el director del albergue Belem
Ampliar la imagen Albergue para migrantes en Tapachula Foto: Víctor Ballinas
Ampliar la imagen Rigonni durante la entrevista con La Jornada Foto: Víctor Ballinas
Tapachula, Chis., 9 de diciembre. Los migrantes procedentes de Centroamérica que quieren llegar a Estados Unidos en busca de oportunidades enfrentan muchos riesgos en México: el tren en el que viajan es un peligro para su propia vida, "la autoridad que les quita la dignidad" y los militares que los detienen y roban, sostiene el padre Flor María Rigonni, director del albergue Belem.
A este centro llegan todos los días salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, cubanos y, cada vez más, ciudadanos de lugares insospechados, como Sri Lanka.
Arriban en busca de cobijo, pero también de protección ante los abusos de militares, policías, y mexicanos, quienes los asaltan, violan, golpean y hieren.
Rigonni, quien el miércoles recibirá en Los Pinos el Premio Nacional de Derechos Humanos 2006, que otorga la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), relata: "uno de los testimonios más dolorosos que recuerdo es el de tres mujeres de El Salvador que fueron violadas por ocho hombres.
"El último en ultrajarlas fue un muchacho de 12 años. Una de ellas me contó: 'cuando estaba encima de mí le dije: piénsalo, podrías ser mi hijo'. A una mujer la tuvimos que llevar al hospital porque la desgarraron."
Otro caso que recuerda es la agresión de un militar. "He de reconocer que el Ejército estaba violando los derechos humanos de migrantes. Tengo fotos de un soldado con la bota en la espalda de un indocumentado. Es impresionante, porque lo amenazaba diciéndole: 'si preguntan quién te robó dices que fue la policía', le advertía".
Cuatro décadas de lucha
Italiano de nacimiento, pero naturalizado mexicano, Flor de María Rigonni ha dedicado parte de sus 40 años de sacerdocio a defender a los migrantes. Primero en Alemania, luego en Tijuana, Baja California, y en los 10 años recientes en Tapachula.
En entrevista con este diario, sostiene: " en el Consejo Consultivo de Migración que creó Vicente Fox reprochamos al gobierno que ha pecado de omisión con los migrantes, pues hasta ahora no tenemos una ley de migración. El otro pecado es que el gobierno se bajó los pantalones de la dignidad ante Estados Unidos.
"Esto se vio claramente en los años recientes, cuando México se puso al servicio de alguien. El trato discriminatorio que se da a los migrantes duele, pero al buen entendedor, pocas palabras. Mé-xico está al servicio de alguien".
El religioso resalta que la violencia y la guerra son los factores que generan los éxodos, sólo que ahora "es la misma guerra entre ricos y pobres la que sigue expulsando a los migrantes de sus países. Por ejemplo denunnia, el gobierno de Honduras inició desde hace un año una guerra de baja intensidad".
Corrupción y migrantes
Rigonni asegura también que la corrupción es indisoluble del fenómeno de la migración.
"Nos dicen que los migrantes están dispuestos a pagar los 250 pesos que se cobran a cualquier turista por entrar al país; también pagarían los camiones y aviones si se les permitiera. Eso acabaría con el coyotismo, con las mordidas y los robos".
Sin embargo, explica, "para que a un centroamericano puedan darle una visa tiene que tener una tarjeta de crédito y una cuenta bancaria en dólares, y eso ya es discriminación."
Con sotana blanca y sentado en el piso, el religioso sostiene que la migración es la punta de un iceberg que denota el estado que guarda una sociedad. "Es el pulso: cuando la sociedad está en movimiento, también la política y la cultura lo están.
"México nos dará mañana algo que no sembramos ni plantamos; cosecharemos un México que los migrantes fueron abriendo, como ocurrió en Italia, que tuvo una hemorragia de migración y luego llegó a ser uno de los siete países industrializados, porque la migración estimula la cultura. Nosotros vemos al indocumentado como un pobre descamisado, pero los estudios sociológicos demuestran que quien enfrenta la migración tiene agallas, fuerza y apuesta por otro camino."
Afuera, sentados en una piedra, esperan al religioso una pareja salvadoreña con dos hijos, quienes estuvieron cuatro meses en la estación migratoria de Tapachula. "Ellos tuvieron que salir porque fueron amenazados por los maras de El Salvador. Al ir a presentar la denuncia, la policía salvadoreña les dijo que mejor huyeran a México.
"Ella ha pedido apoyo a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), ha solicitado asilo político y dice que la Comar la está ayudando, por eso ya salió de la estación migratoria; ahora quiere quedarse en México y piensa mandar por sus dos hijas que dejó en su país."
Otro caso es un grupo de cubanos que salieron en lancha de su país, llegaron a Honduras y de ahí a México en autobús. Son 11 hombres y una mujer, todos jóvenes. "Nos fuimos a reportar al Instituto Nacional de Migración y nos dijeron que teníamos que pagar una multa de 10 mil pesos (por haber entrado de forma ilegal).
"Es una injusticia. ¿Por qué nos quieren cobrar tanto? No tenemos tanto dinero, no podemos movernos de aquí, para poder salir tenemos que pagar para que nos dejen mover hasta la frontera. Qué hacen con ese dinero; no deberían de tratarnos así, porque nosotros no venimos a quedarnos a México, vamos a Estados Unidos a reunirnos con nuestras familias", señalan.
Los cubanos tienen una semana en México, pero sólo pueden estar tres días en el albergue Belem, por lo que ya alquilaron un cuarto para los 12. Duermen en el piso, sobre periódicos y cartones, y hacen trabajos de albañilería, pintura o podan jardines. Ganan 100 o 200 pesos, pero ya están desesperados.
Uno confiesa que no tiene familiares en Estados Unidos, pero tampoco ha podido comunicarse a Cuba con su familia para que le envíen dinero. Está preocupado porque no sabe cómo va a juntar "tanto dinero".
Afuera del albergue aguardan también dos hondureños de 21 y 22 años que se dirigen a Estados Unidos. "Entramos por ciudad Hidalgo; no nos pidieron documentos, hicimos 12 horas hasta llegar a Tapachula; de ahí un chofer nos trajo al albergue. Caminé por puras aldeas: hice cinco días caminando y en camiones. Al pasar ciudad Hidalgo nos asaltaron unos policías; me quitaron 3 mil lempiras y 200 dólares. Le hablé a un cura de San Luis con el que estuve trabajando el año pasado y me va a enviar 600 pesos. Quiero irme a Estados Unidos, allá está mi hermano", dice uno de ellos.
Entre los salvadoreños, guatemaltecos y cubanos hay un joven de Sri Lanka, de 24 años. Dice que va a Estados Unidos.