Pemex: hoy, como ayer, la más contaminante
Cada nueva administración federal promete una reforma integral de Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa más importante del país. Entre otras cosas, se anuncia su modernización para hacerla más eficiente, poniendo de paso fin al dispendio, a las dádivas sindicales, a la corrupción vía contratos de obra y servicios. En cuanto al medio ambiente, los últimos cinco sexenios nos dijeron que sería una industria verde, limpia. Incumplieron. En el que acaba de concluir se pensó que con la incorporación del titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales al consejo de administración de la paraestatal las cosas serían diferentes. No fue cierto y Pemex sigue siendo la empresa más contaminante del país al afectar con sus actividades las corrientes de agua, los suelos y la atmósfera, lo que nos cuesta a todos.
La gente denuncia permanentemente los daños que ocasiona. Por ejemplo en Salamanca, Guanajuato, donde funciona una refinería que contribuye a que sea el área más contaminada del centro del país. Le ayudan en esa tarea una termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad y las empresas Tekchmen, Sales del Bajío y Quidesa. Pero el campeonato en daños al ambiente y la salud se lo llevan las áreas petroleras ubicadas en la costa de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco. Muy especialmente el sur de Veracruz, el corredor de Coatzacoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque y Cangrejera.
No es un problema nuevo: a principios de los años setenta, Armando Ochoa, investigador del Instituto Politécnico Nacional, mostró con estudios, que hoy son pioneros, la gravedad del problema y cómo resolverlo. Luego en los ochenta, el mejor grupo de especialistas en la materia, el que logró conformar el Centro de Ecodesarrollo, ahondó mucho más en lo que allí pasaba, y después de seis años de trabajo concluyó que era la zona petrolera más contaminada del planeta. Los resultados (plasmados en 16 libros) fueron entregados a las instancias oficiales responsables de resolver los desajustes ambientales encontrados, sin que éstas hicieran caso a lo que los especialistas recomendaron. Entre otras cosas, los científicos hallaron en muestras de peces y crustáceos de los ríos de la región residuos carcinógenos provenientes de la industria petrolera y petroquímica que afectaban la salud pública.
No debe extrañar entonces que ahora otro grupo de especialistas, bajo la dirección del biólogo Lorenzo Bozadas, nos diga que la contaminación que hoy produce Pemex en el sur de Veracruz afecta la salud de 500 mil habitantes. La lista de sustancias tóxicas encontradas es la misma de años atrás: metales pesados, hidrocarburos aromáticos, dioxinas, furanos, policlorobifenilos, todas de gran peligrosidad. Esa contaminación incide en la calidad del agua del río Coatzacoalcos y sus afluentes, el área costera, las tierras de cultivo y el aire de la región.
El estudio de Bozadas contiene datos muy precisos sobre el problema y la falta de tratamiento de las aguas negras de las ciudades. En resumen: han pasado años, muchas promesas, y la contaminación sigue ahí.
Se alega a veces que no hay el dinero suficiente para evitar la contaminación, los derrames de hidrocarburos y los accidentes que periódicamente dejan víctimas. Si se diera un pellizquito al dispendio, a lo que se entrega a los líderes petroleros; si se cerrara el ducto por el que cada sexenio salen contratos millonarios que favorecen a empresas que sirven para pagar favores electorales o ayudar a familiares y amigos, alcanzaría para remediar parte del problema. Un pequeño ejemplo: la empresa extranjera Saint Martin Construcciones, "líder en servicios de protcción ambiental", fue acusada en mayo pasado de alterar bitácoras de trabajo a fin de cobrar 300 millones de pesos por tareas que no hizo en Tabasco. A pesar de que fue demandada ante la Secretaría de la Función Pública, nunca se supo más del caso.
Cuesta menos atacar las causas de la contaminación que curar a los enfermos, indemnizar a quienes sufren las consecuencias de los derrames de hidrocarburos, limpiar las tierras contaminadas y el agua que lleva residuos y aceites de la industria petrolera y petroquímica. Ya hay muchos estudios sobre lo que pasa. Falta la decisión política para hacer de Pemex una industria limpia.