Mucho torero, César
César Rincón recibió el quinto toro del Campo Real con clásicas verónicas y medias verónicas de frente y cargando a la suerte. Lo llevó a caballo con chicuelinas andantes y la plaza en el chaleco de su terno de luces. Paso al burel prácticamente sin picar y éste llegó a la muleta crudo y lo recibió con unos ayudados por abajo que acabaron de calentar al fino cemento del coso, en otra mala entrada. La faena como la tarde se fue para arriba. Toreo seco, macizo, dramático, el del torero colombiano. Clasicismo en su quehacer en el redondel. Dueño de las distancias, fue eslabonando las series de redondos y pases naturales rematados con trincherillas y molinetes. Los aficionados se quedaban pasmados y la noche como el torero se encendió con palideces de cera. César que había brindado al público, salió como un novillero en busca de gloria. Tanto que ya entregado, se lo echo a los lomos el de Campo Real, cual jinete en faena campera. Maltrecho se fue a los medios y terminó su obra con una estocada entera, trasera y tendida, al atracarse de toro. En la vuelta al ruedo triunfal se quebraba en el vientecillo que lo acompañaba.
Antes Jorge Gutiérrez en su temporada de despedida, había recreado la lentitud en el torear, aún manso de boba nobleza al que a base de esperarlo le instrumentaba detalles toreros de fina estampa. Rompiendo el tendido que hasta esos momentos reinaba en el coso. Tedio debido a los novillos de Campo Real, sin emotividad, mansos, débiles. Uno que le correspondió a Rincón, fue airadamente protestado, más el juez, no tomo en cuenta el sentir de los aficionados. Fue gracias a la maestría de Rincón que paso a su segundo toro sin picar, que la emoción apareció en el redondel con la torería y hondura del torero colombiano.