Exigen a Gobernación libertad para presos políticos
Cuidan a 40 manifestantes con 300 policías
El Ejecutivo Federal ayer hizo alarde de la fuerza del Estado, al establecer un cerco de seguridad en los alrededores de la Secretaría de Gobernación, desplegando al menos 300 policías federales y capitalinos para cortar el paso a 40 manifestantes que exigieron la libertad de los presos políticos, sobre todo de Oaxaca.
La mayoría eran estudiantes universitarios que, agrupados en colectivos como el Frente de Apoyo a los Pueblos de Oaxaca, exigieron un alto a la represión en ese estado y la salida de Ulises Ruiz como gobernador de la entidad.
Sin embargo, su pretensión para llegar a una puerta de la dependencia que tiene a su cargo Francisco Ramírez Acuña se vio truncada cuando arribaban por Bucareli y ni siquiera pudieron llegar al Reloj Chino, a escasos metros de la secretaría.
Decenas de granaderos se desplegaron a la altura de General Prim, Bucareli y a un costado de Atenas, calle que por cierto se vio saturada por el arribo de camiones que transportaron a los elementos de seguridad al menos tres para capitalinos y 11 para granaderos. Se sumaron al cerco policías federales preventivos, algunos de los cuales portaban lanzagases; en cada punto se colocaron vallas metálicas.
Los simpatizantes con la causa de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca colgaron en esas vallas mantas donde se leía: "¡Cuántos muertos más necesitan para que caiga el tirano, asesino Ulises Ruiz!", "¡Libertad a los presos políticos!", y en otra dibujaron a dos elementos de seguridad federal golpeando a un niño, que postrado a sus pies, tenía la cabeza ensangrentada.
La manifestación duró poco más de una hora. Se inició después de las 4 de la tarde, apenas minutos antes de que arribaran los cuerpos policiacos a las inmediaciones de Gobernación, para instalar rápidamente sus retenes.
Todos se retiraron del lugar, tras aventar a una parte de los policías que cercaron las inmediaciones de Gobernación globos con agua y pintura, para simular, dijeron, "el color de la sangre", producto de la represión y tortura que "ejerce" el Estado.