Isocronias
Ejercicio
LEO EN LA REVISTA Blanco Móvil un buen texto, Ciego, de Wilfredo Machado, que reproduzco a continuación: ''Hoy, cuando cruzaba una calle en el centro de la ciudad, vi a un ciego. Era un anciano de baja estatura y de pelo blanco que estaba parado al borde de la acera esperando que alguien lo ayudara a cruzar. Era extraño. La gente pasaba de un lado a otro, casi lo tropezaban, pero nadie parecía percatarse de la existencia del ciego. Podría afirmarse que los ciegos eran los otros. Al final, lo tomé por un brazo y lo ayudé a cruzar la calle, donde se quedó detenido en la acera contraria, esperando que alguien lo ayudara a cruzar de nuevo. Tal vez el juego era ése: cruzar la calle de un lado a otro como el río infinito de Heráclito. El ciego levantaba su rostro al cielo entre las dos grandes torres de concreto que ocultaban las nubes como a la espera de una señal de los dioses".
HE DICHO ''LEO" y debí escribir ''leí"; lo leí hace algunas semanas. Algo me llamó la atención: lo primero, a no dudarlo fútil, que el título podría sin pérdida desaparecer; pero, luego, que lo sustancial, lo no anecdótico del relato, estaba encerrado en un marco curiosamente mayor (entre 44 y 45 por ciento) que el cuadro, que contaría de ''La gente pasaba..." a ''... cruzar de nuevo". Lo otro, interesante desde luego, claro que no sobra, pero en rigor literario tampoco parece hacer demasiada falta. Sin ello habría, sí, menos cuento... y más ¿parábola?
EN MIS TALLERES propongo un ejercicio, ''la vez que más": la vez que más lloré, la vez que más reí, la vez que más llovió, la vez que más tiempo despierto pasé (como un estudiante de secundaria tituló su ejercicio), la vez que más caminé (título de otro secundariano), la vez que más sufrí (de una cantante), la vez que más oscuro estuvo... La vez que más.
PUEDE HACERSE EL ejercicio de manera oral o escrita; si lo segundo, de preferencia una cuartilla a mano, sin correcciones, aunque desde luego puede haber ajustes, variantes...
ESTO QUE PARECE no venir al caso, tendrá quizá cuando (pero anotemos antes una premisa de taller: ''si tienes la experiencia es muy probable que tengas el lenguaje, si tienes el lenguaje no es seguro que tengas la experiencia") digamos que los ejercitantes tienden a dos resoluciones: ir directo al grano o bien enmarcar (entrada tanteo del terreno, salida conclusión, moraleja) el cuadro.
EL TEXTO CITADO, pienso, es intermedio. Y no de un tallerista, evidentemente (aunque sí de alguien que ha participado en talleres, con Ednodio Quintero y Gabriel Jiménez Emán, según registra la revista dirigida por Eduardo Mosches), sino de un autor formado: cuatro libros, entiendo, lo amparan.
INTENTO AQUI NO otra cosa que señalar, tomando como pretexto una (buena) lectura que me intrigó por algo que intuí estaba en su estructura, dos maneras, que mejor que espontáneas nombraré naturales, de abordar un relato, de imaginar el posible cuento, el contar.
Y DE PASO advertir que cuando alguien en verdad cuenta lo que vive, lo mismo que cuando alguien en verdad vive lo que cuenta, ocurre que lo que se cuenta es por el receptor vivido.