''Me gustó la vida allá''
La historia de Rogelia, de 38 años, es diferente. Hace años, narran sus vecinas, atrevió a ir a Estados Unidos, pero tuvo que dejar con su madre a tres de sus seis hijos. Permaneció algún tiempo en el norte del país, hasta que logró atravesar la frontera.
Trabajó algunos meses y regresó con la idea de llevarse a sus otros hijos. Ahora esta mujer morena, de sonrisa franca, dice: ''Me gustó la vida allá porque no estaba encerrada como aquí; cuando terminaba de trabajar en el restaurante me salía a pasear.
''Mi vida fue diferente, y hoy estoy atenida al dinero que mi esposo me envía porque, aunque trabajo la tierra, no saco nada; al contrario, tengo que pedir prestado, y cuando me niegan el dinero siento como si se abriera la tierra y me tragara.
''Aquí en el Tule abunda está muy difícil la vida. Las mujeres que nos quedamos solas no podemos salir porque empiezan a decir que estamos aprovechando de que no están nuestros esposos para hacer quién sabe qué. Los prestamistas cobran intereses de 10 a 15 por ciento sobre cualquier cantidad. Pagamos una cuota por el bombeo del agua del pozo, además de la tarifa de energía eléctrica, la cuota por pertenecer al ejido, la cuota por las escuelas de los niños; por y para todo nos piden cuotas''.