Usted está aquí: viernes 15 de diciembre de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Cabeza de playa en el PRD-DF

Los retos del perredismo actual

Altura de miras del proyecto alternativo

Bien podríamos llamarle cabeza de playa, es decir, el principio del puente para el desembarco. Así podríamos describir la llegada de Ricardo Ruiz a la presidencia del PRD en el Distrito Federal.

¿Puente de qué o para qué? Bueno, parece que la restructuración de ese organismo político va en serio. Ruiz se sienta en el principal despacho de los amarillos sin estar sujeto a los intereses de ninguna de las corrientes, pero ligado, fundamentalmente, al proyecto político del Frente Amplio Progresista que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Sabido es por obvio, por su labor, que uno de los personajes principales del gobierno legítimo de López Obrador es, sin duda, Alejandro Encinas. También se tiene como un hecho que el mismo Encinas irá tras la presidencia nacional del PRD, y que tiene un proyecto de gran calado para transformar, definitivamente, el perredismo.

También está claro que es en el Distrito Federal, hasta ahora, donde el PRD tiene las mayores simpatías, y si en algún lugar debe empezar la transformación, ese tiene que ser la capital del país.

Por eso nadie mejor que Ruiz, un cuadro político muy cercano a Encinas, y por tanto a López Obrador, para iniciar el urgente proceso de cambio que deberá reflejarse en la elección de Alejandro Encinas como presidente del PRD nacional.

Hay que decir también, para no crear confusiones, que Ruiz caminará sobre un terreno sembrado de minas, es decir, de intereses contrarios a la transformación que pretenden al PRD como comparsa cómodo de los gobiernos de derecha.

Tal vez por eso Ruiz puso las cartas sobre la mesa, no se dejará acotar por ninguna de las tribus, no aceptará presiones ni correrá en la pista de los intereses particulares de los líderes de las fracciones de ese partido, pero sobre todo, el mayor reto consistirá en hacer valer la idea del PRD en todas las acciones que tomen sus militantes, ya sea en la Asamblea Legislativa o en cualquier otra instancia.

Y es que hasta ahora cada una de las tribus hace prácticamente lo que se le pega la gana. Hace un buen rato que no existe dirección partidista. Quien gana la presidencia protege y prohíja a los miembros de su tribu y trata de aplastar a quienes supone sus adversarios.

Por eso la presidencia actual mira como un reto, no la unidad demagógica que siempre termina desfigurada, sino el proyecto general que parte de López Obrador, y que respaldan Marcelo Ebrard en el gobierno de la ciudad y Alejandro Encinas, que tomaría las riendas de ese partido.

Así las cosas, es importante mirar de cerca que el poder exhibido por Nueva Izquierda en la Asamblea Legislativa se empieza a resquebrajar, y mengua a partir de los errores de prepotencia que ha mostrado Víctor Hugo Círigo, enemigo declarado, por más discursos engañosos que pronuncie, del proyecto que hoy encabeza en el PRD de la ciudad Ricardo Ruiz.

Por otro lado, la necesidad de ejercer cambios profundos en el Partido de la Revolución Democrática ya ha sido asimilada por otras corrientes que miran en las restructuración la posibilidad de permanecer como gobierno en la ciudad de México, y eso es lo más importante.

Otra vez las campañas de televisión

Resulta tan débil, tan impopular el gobierno federal actual, que ahora, en el supuesto periodo de austeridad, se anuncia a día, tarde y noche en televisión, radio y medios escritos para recordar que "ya hay un nuevo Presidente", tal vez porque también en la residencia oficial de Los Pinos se duda de su legitimidad. Así que con esta súper campaña, ni quien extrañe a Fox

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