Se cumplen 25 y 30 años de las salas Chávez y Nezahualcóyotl, y 70 de la OFUNAM

Conmemora la UNAM sus tres efemérides más relevantes de 2006

La filarmónica universitaria hará sonar la música de Beethoven, Mozart y Shostakovich

El programa se iniciará con la partitura Recordare, de la mexicana Hilda Paredes

PABLO ESPINOSA

Este fin de semana, la Dirección de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) festejará tres conmemoraciones fundamentales en la historia cultural del país: los 70 años de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), el primer cuarto de siglo de la Sala Carlos Chávez y el trigésimo aniversario de la Sala Nezahualcóyotl, donde la OFUNAM ofrecerá un concierto este sábado y domingo, fecha esta última al mediodía cuando el titular de la Coordinación de Difusión Cultural, Gerardo Estrada, entregará reconocimientos a trabajadores y músicos que han participado en la construcción y mantenimiento de estas tres insignias culturales de México.

El programa se iniciará con una partitura encargada por la Dirección de Música a la compositora mexicana Hilda Paredes, titulada Recordare, con la intención de recordar a Wolfgang Amadeus Mozart, de quien todo este 2006 se festejó el 250 aniversario de su nacimiento.

Continuará con el Primer Concierto para piano, trompeta y cuerdas, de Dmitri Shostakovich, para cerrar a su vez la otra efeméride central de la música en el planeta este año: el centenario de ese compositor ruso. Y culminará con la Séptima Sinfonía de Beethoven, bajo la batuta del huésped Daniel Boico.

De San Ildefonso a Ciudad Universitaria

La Orquesta Filarmónica de la UNAM es el conjunto sinfónico más antiguo del país. Sus inicios se remontan a 1929, cuando la máxima casa de estudios logró su autonomía y se convirtió en una orquesta de profesionales en 1936, cuando el proyecto fue aprobado por el presidente Lázaro Cárdenas.

Se llamó en principio Orquesta Sinfónica de la Universidad y sus primeros directores fueron, al alimón, José F. Vázquez y José Rocabruna. Su sede inicial fue el Anfiteatro Simón Bolívar, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, donde funcionaba la Escuela Nacional Preparatoria.

Al iniciar la década de los 60, el maestro Idilio Bredo encabezó un cambio generacional e histórico. La orquesta se mudó al Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras, en Ciudad Universitaria. A Bredo lo sucedió, en 1966, Eduardo Mata, para sellar el momento cumbre en la historia de la OFUNAM.

Eduardo Mata fue el constructor del sonido moderno de la orquesta universitaria y formó a muchas generaciones de melómanos. Fue el artífice del proyecto cultural que dio como resultado la edificación de la Sala Nezahualcóyotl. Fue además uno de los grandes directores de orquesta en el planeta durante la segunda mitad del siglo XX.

Héctor Quintanar fue la batuta titular cuando la orquesta estrenó su sala sede. Animador de la serie de óperas-concierto y sesiones didácticas que se transmitieron por televisión, aportó obras para el repertorio de la orquesta, propias y de encargo a compositores mexicanos.

Enrique Diemecke y Eduardo Diazmuñoz, representantes de la nueva generación de directores mexicanos, consolidaron el trabajo de conjunto y mantuvieron al alimón un equilibrio formidable en la programación entre las obras obligadas y las composiciones contemporáneas. Una época brillante en la cultura mexicana se escribió esos años.

Humanista, musicólogo, funcionario, la batuta del maestro Jorge Velazco tendió un puente entre sus investigaciones musicológicas y la sala de conciertos. Al frente de la OFUNAM dio a conocer partituras nuevas y versiones originales de obras conocidas. Nuevas instrumentaciones, nuevos autores, nuevos bríos en el ámbito universitario.

Atento a los componentes del hecho musical y a las necesidades expresivas y técnicas de los atrilistas, Jesús Medina dibujó un periodo de búsqueda de nuevos horizontes para el conjunto universitario. Atril y podio mantuvieron un esfuerzo denodado para dar voz a las partituras.

Su sucesor, Ronald Zolman, atrajo a la Sala Nezahualcóyotl nuevos públicos merced a su concentración en el sonido de las cuerdas para articular la potencia de las otras secciones de la orquesta. Multitudes juveniles y el público constante de la OFUNAM disfrutaron de ese sonido en las sinfonías de Brahms, se abismaron en el universo mahleriano y conocieron la música de nuevos autores, entre ellos Arvo Pärt y Alfred Schnitke.

La sala Nezahualcóyotl, en un libro

Maestro de una técnica vigorosa, exacta, el director chino Zuohuang Chen consolidó el sonido de la OFUNAM y enalteció sus virtudes con verdaderas hazañas que aclamaron amantes de la música que llenaron la Sala Nezahualcóyotl con sus deslumbrantes puestas en vida de partituras portentosas. Además de su maestría en el repertorio tradicional, trajo a México obras de compositores chinos.

Estos han sido los directores titulares de la orquesta universitaria. De la historia de la Sala Nezahualcóyotl, construida por el arquitecto Arcadio Artis a partir de una idea de Eduardo Mata inspirada en la sala sede de la mejor orquesta del mundo, la Filarmónica de Berlín. Este reportero ha dejado constancia en el libro Una vida de conciertos, publicado por la UNAM en ocasión del vigésimo aniversario de esa sala, que vio nacer cinco años después a su hermana, la Sala Carlos Chávez, contigua, donde se han escrito páginas gloriosas de la música de cámara del mundo.

Vale la pena recordar algunos pasajes del libro referido:

Es la noche del jueves 30 de diciembre de 1976. En menos de dos años, un hormigueo jornalero, una legión de peones, ingenieros, arquitectos, plomada, cal, cemento, apoteosis constructiva, hizo aparecer entre la lava volcánica y el paisaje con fondo de volcanes una nave polígono de concreto y alma acústica, que hoy por primera vez late en su ritmo cordial de afanes filarmónicos.

Es la noche penúltima de 1976 y un arpa de luces se dibuja hacia lo alto: potentes reflectores que anuncian el sitio fundacional, la nueva Meca, la casa de Euterpe. Llegan, en número aproximado de dos mil seiscientos, los oficiantes: 120 de ellos portan y hacen sonar instrumentos musicales, dos centenares forman coro, el resto representa a un público que crecerá en el transcurso del tiempo y esta noche ocupa las dos mil trescientas butacas diseñadas con respaldo a lo alto, reflejante del sonido.

La primera partitura que se escucha en la Sala Nezahualcóyotl es el Himno Nacional Mexicano. Enseguida, Fiestas, preparada ex profeso por Héctor Quintanar, quien está a la batuta. Después, la Sinfonía India de Carlos Chávez y luego la soprano Irma González es la primera solista y canta obras de Ignacio Jerusalem, Manuel de Sumaya y la Calenda a María Santísima de la Concepción de autor anónimo. En la segunda parte, el primer solista extranjero es el alemán Hans Richter-Haaser, quien despierta la primera epopeya con el Concierto Emperador de Beethoven.

La noche de este sábado y el mediodía del domingo de nuevo sonará Beethoven, su Séptima Sinfonía, además de celebrar a Mozart y a Shostakovich, para festejar los 70 años de la OFUNAM, el primer cuarto de siglo de la Sala Carlos Chávez y el trigésimo aniversario de la Sala Nezahualcóyotl.

Gloria in excelsis.