Usted está aquí: sábado 16 de diciembre de 2006 Opinión Mal educados

Néstor de Buen

Mal educados

Las declaraciones del diputado contador público Raúl Padilla Orozco, presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, para tratar de justificar el recorte en el presupuesto a la UNAM, llaman verdaderamente la atención. Independientemente de su origen, su ideología y su formación, demuestra una absoluta ignorancia de lo que significa en nuestro país la Universidad Nacional Autónoma de México.

No me meteré con otras especialidades y me reservaré referirme a mi Facultad de Derecho, a la que ingresé en 1943, cuando era Escuela Nacional de Jurisprudencia, que se transformó en facultad a partir de la incorporación de los estudios de doctorado, alrededor de 1950.

Los maestros enseñaban y enseñan con enorme sacrificio de tiempo, a cambio de un salario que en general no merece ese nombre. Es lógico: los alumnos pagan unas colegiaturas equivalentes al poder de la moneda en los años 40, lo que hace depender a la UNAM de los recursos propios, por vía del presupuesto o por la venta de servicios, cuyo alcance ignoro.

Precisamente cuando el rector Francisco Barnés pretendió subir esas colegiaturas, lo que era y es absolutamente lógico (el transporte diario de un alumno es más caro que su colegiatura mensual), se armó una huelga que se resolvió tras la designación del rector Juan Ramón de la Fuente, aunque la UNAM no pudo hacer efectivo su propósito de mejorar un poco su situación económica.

Un mecanismo de simple comparación bibliográfica permite llegar a la conclusión de que ninguna escuela privada tiene, ni remotamente, la obra que han hecho los profesores de la Facultad de Derecho, en cualquier disciplina. Y si a esa obra se agrega, en el caso, la del Instituto de Investigaciones Jurídicas, por supuesto también de la UNAM, la comparación resulta abrumadora.

La historia del cinco como calificación, de la que dice el señor diputado que si un alumno saca cero le ponen cinco y es aprobatorio, demuestra que el señor Padilla no tiene ni la más remota idea del tema a que se refiere. Del cero al cinco es reprobatorio. En tiempos remotos, no sé si ahora sea lo mismo, el cero provocaba como remedio un examen a título de suficiencia, cuyas perspectivas no eran casi nunca buenas. El cinco es una calificación también reprobatoria, cuya consecuencia es que el alumno deberá presentar examen extraordinario. Es cierto que constituye una costumbre, al menos en mi caso, reprobar con cinco. Quizá envuelva una mínima debilidad: el reprobado con cinco es casi excusable. No lo es, en cambio, el reprobado con cero.

Hay un concepto intermedio: el hecho de que el alumno no se presente al examen, en cuyo caso el "no se presentó" equivale a una calificación reprobatoria aunque asuma una especie de valor moral. Pierde por default.

Por muchos años, y estoy convencido de que actualmente ocurre lo mismo, ostentar un título de la UNAM era motivo de reconocimiento absoluto. En materia jurídica reconozco con gusto que los títulos emitidos por la Escuela Libre de Derecho, la auténtica competidora de mi facultad, también han gozado siempre buen prestigio. En mi especialidad actual los nombres de José Cándano, Fernando Yllanes Ramos y Carlos Colín Sánchez, profesores de derecho del trabajo en la Libre, representan lo mejor del mundo laboral de sus tiempos y difícilmente se podría encontrar a otros especialistas de ese nivel. Pero en la Facultad de Derecho de la UNAM son sin duda más abundantes y, además, con obras de muy alta calidad. Pongo de ejemplo, nada menos, que a Mario de la Cueva y a Alberto Trueba Urbina.

Comprendo que el gobierno pretenda reducir sus gastos. La disminución del salario del Presidente de la República y su gabinete me parece un buen ejemplo. Pero para justificar el ahorro no es de lo más sano controvertir las cualidades del gasto educativo. Si con algo tenemos que combatir la pobreza de México, creo que la educación será el instrumento más eficaz. Debo decir, y lo digo con enorme gusto, que muchos de nuestros especialistas han merecido el honor de ser recibidos en universidades extranjeras que les otorgan títulos y diplomas relevantes sin perjuicio de convertirlos en catedráticos si llega el caso.

Tengo la impresión de que el señor contador público y diputado se está dejando llevar por una apreciación política para hacer una calificación educativa. Y es que sin duda es cierto que el ejercicio del poder en nuestra historia ha sido casi monopolio de egresados de la UNAM, y esta reacción parecería enderezada más contra el PRI y en alguna medida el PRD que contra una realidad que habría que superar. Pero una cosa es la política y otra distinta los valores educativos.

En todo caso al señor contador público del ITESM habrá que sugerirle que se informe bien antes de volver a emitir una tontería como la que ha dicho. En todo caso lo reprobaremos con cinco. Hay que darle alternativas antes de pronunciarse con un cero rotundo.

 
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