La cantante inglesa estuvo en México para presentar su más reciente disco
Decir que soy diva es algo demasiado pretencioso, señala Sarah Brightman
Ampliar la imagen Cantar ópera es más de sentimientos que de voz, afirma Sarah Brightman
"Cantar ópera es más de sentimientos que de voz; no basta, en sí misma, la interpretación", expresó en conferencia de prensa Sarah Brightman, quien llegó a México para presentar su disco Diva-The Singles Collection, el cual reúne 14 de los temas que la han ubicado como la soprano con mayores ventas de todos los tiempos: 25 millones de discos y 2 millones de dvd. "Decir que soy diva es algo demasiado pretencioso", agregó con modestia.
Fue pionera al trascender en el mainstream con diferentes géneros musicales, del pop a Broadway con escalas en la música clásica. En ciertas ocasiones su carrera ha ido de la mano de Andrea Bocelli, Il Divo y Josh Groban. A la edad de 3 años ya bailaba en festivales de su ciudad natal, Berkhamsted, Inglaterra; a los 11, comenzó a estudiar en la Escuela de Arte y a cantar un año después. A los 13 se presentó en audiciones para la obra I and Albert, en el West Ends's Picadelly Theatre, obra musical en la que interpretó dos papeles.
En diciembre de 1978 comenzó su carrera musical con el sencillo I Lost My Heart to a Starship Trooper, canción que se convirtió en un mega éxito con 500 mil copias vendidas. Tenía entonces 18 años. De ahí vinieron más éxitos: Cats, la ópera infantil Nightingale, el musical Song and Dance, el tema Pie Jesu, grabado en latín, fue postulada al Grammy como mejor artista nuevo.
En 1986 hizo el papel de Christine en El fantasma de la ópera, de Andrew Lloyd Weber. Con un vestido negro entallado llegó el pasado martes para hablar de Diva. Hace dos años dio un concierto en el Palacio de los Deportes. "Sería muy pretencioso decir que soy la mejor soprano, puesto que hay otras con excelente calidad, cada una con su estilo.
"En el disco Diva... hay diversos géneros musicales. He tenido una carrera muy larga y ya habíamos hecho un selección de música clásica Harem, al que le siguió Diva..., para llegar un mayor número de personas."
Agregó que basar el éxito en la belleza es, en sí, un talento. La belleza no sólo es por fuera, sino interna. "La vida ha sido buena conmigo. Mis padres son maravillosos y de ellos heredé mi apariencia y también el talento, pero no crean: algunas veces cuando me paro en las mañanas y me veo en el espejo no luzco tan bien."
Expuso que la gente en general ama la ópera, pero también otros géneros, como el rock, la música popular. "A mí me educaron en ese concepto y canto por amor. La ópera se dio en mí de manera natural."
Un país hospitalario
Para la intérprete, México es un país que le sorprende por su hospitalidad. "Hay afinidades y el público se emociona. Creo que mi estilo es orgánico, natural. Si algunos sopranos o tenores mezclan la ópera con otros géneros y suena cursi, eso se debe a que no son naturales. La música que canto la he disfrutado. Un artista pasajero lo es si es producto de la mercadotecnia".
Consideró a Enio Morriconi, músico con el cual ha trabajado, como genio, "sus trabajos son visuales; lo que se oye tiene una textura muy visual. Por eso me acerqué a él".
Diva, añadió, resume 10 años de trayectoria. "Lo promoveré en varios países, aunque aún no hay planes para hacer una gira. Sólo grabaré música. Debo decir que no me siento diva y menos en el escenario. Tal vez en 2008 haga una gira mundial".
En relación con un espectáculo en el futuro, dijo que cuando escucha las canciones, al grabarlas, imagina algunas cosas, crea, tiene ideas. "La concepción de cada espectáculo tarda muchos años. Les doy el tiempo adecuado."
Sobre el futuro de la ópera como espectáculo, la belleza inglesa dijo: "La ópera siempre ha estado ahí. Creo que en el futuro siempre mejorará. Hay quienes tenemos una visión muy amplia sobre lo que pasa en el mainstream. Me gusta ir a los espectáculos porque de ahí puedo tomar ideas. Tengo sentimientos muy profundos cuando voy a ver ópera. Los compositores se basan en cosas cotidianas", concluyó.