Chiapas: la paz inconclusa
En diciembre de 1994, siendo diputado federal del PRI por Baja California, fui nombrado por ese partido, como su representante ante la comisión legislativa para la Paz en Chiapas. Desde entonces, casi sin proponérmelo, me involucré en una dinámica que ha ocupado parte importante de mi vida. Los hechos, la realidad y los anhelos de justicia de un grupo de hombres y mujeres organizados en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) han sido el motivo por el que he estado vinculado al proceso chiapaneco.
Después de 12 años de convivencia en una realidad muy distinta a la que me formó académica y políticamente puedo afirmar que la lucha zapatista fortaleció mis convicciones y consolidó mis anhelos de luchador social. Este tiempo, que parece tan corto, ha estado lleno de acciones, definiciones y transformaciones tanto personales como de la propia realidad chiapaneca. Por ello he decidido publicar un libro, cuyo título es: Chiapas: la paz inconclusa, con Editorial Gernika, el cual se pondrá en circulación el próximo mes de enero.
En el contenido de los textos se encuentran los hechos y los temas que se han producido alrededor del movimiento social mexicano más importante de los últimos años. Están los documentos y textos que he producido en el interior de la Cocopa, los debates en el Congreso de la Unión y los que he elaborado para los medios nacionales que han permitido espacio a mis comentarios. En especial quiero agradecer a La Jornada y a la revista Proceso su cobijo a mis inquietudes. La labor de estos dos medios informativos, estoy seguro, ha sido definitiva para impedir la acción punitiva del Estado mexicano, que los grupos oligárquicos quisieran se produjera en contra del EZLN.
El material se organizó para ser leído y consultado de manera secuencial en un asunto vital para el país, cuyo desenlace final no se produce aún. Tengo claro que la responsabilidad principal del impedimento para la solución de la negociación en Chiapas recae en el gobierno federal, tanto del que encabezó Ernesto Zedillo como el de Vicente Fox. Los textos que se publican no son resultado de la inspiración, son opiniones y posturas asumidas en el momento de los acontecimientos, por lo que reflejan estados de ánimo, líneas de acción, diagnósticos y posiciones respecto a cada coyuntura del proceso de paz. Hay momentos difíciles, frustraciones y en ocasiones tristeza e impotencia, pero nunca ánimo de claudicar; por el contrario, para cada obstáculo hay una nueva formulación. El libro es eso: una forma de continuar la lucha y el debate de un tema que inclusive muchos de los intelectuales de régimen desprecian o minimizan.
Estoy convencido de que sólo la fuerza de la sociedad organizada será la que permita destrabar el proceso de negociación en Chiapas, cuyos temas y definiciones tienen que ver con el conjunto de la nación y la transformación profunda del Estado mexicano. Ha sido claro en este tiempo que el tema de Chiapas tendrá viabilidad en la medida que sea posible la construcción de un México justo y democrático.
Creo pertinente señalar que no ha sido sencillo, en todo este tiempo, luchar por la paz en Chiapas y al mismo tiempo continuar mis tareas políticas en Baja California, donde se produce otro fenómeno social con otras características, pero que es parte de una misma causa. Chiapas y Baja California: las dos caras de una misma nación, no obstante que todavía existen quienes no lo entienden. La lucha en la Frontera Norte no solamente es parte de mi vida y formación política, sino que conforma la otra parte de un mismo esfuerzo. Chiapas no es nada más el sur; es más. Chiapas no sólo está en los corazones y las mentes de miles de ciudadanos de México y de todo el mundo, sino también, como resultado de las crisis recurrentes del campo mexicano y las políticas neoliberales, decenas de miles de hombres y mujeres chiapanecas habitan y trabajan en la franja fronteriza y varias entidades de Estados Unidos.
Chiapas ha trascendido las fronteras de sus límites territoriales por diversas y múltiples razones, por lo tanto, la problemática del Estado y la del levantamiento zapatista debe ser abordada bajo parámetros que abarquen variables, hasta hoy marginales en el ejercicio gubernamental.
El propósito del libro es continuar con el debate en un tema inacabado y cuya solución se hace urgente y necesaria en una República que presume de ser democrática. Calculan mal quienes piensan que con el tiempo la causa zapatista desaparecerá o que algún hecho providencial solucionará un asunto que los grupos en el poder se han negado a solucionar o reconocer. El Estado Mexicano no puede ni debe guardar silencio ante el impasse chiapaneco, so pena de encontrarse de nuevo con sorpresas ingratas.
En fin, el libro sólo es una pausa de una causa cuya resolución definitiva está inconclusa y que todas las fuerzas progresistas de México tenemos el deber de apoyar desde cualquier trinchera donde nos encontremos. Y como dice la consigna: ¡Zapata vive! Y la lucha sigue... sigue... sigue...