La estructura se construyó entre 1420 y 1428, indica Salvador Guilliem a La Jornada
Descubren arqueólogos una pirámide debajo de la caja de agua de Tlatelolco
La cisterna se abrirá al público el próximo febrero, adelanta investigador del INAH
Ampliar la imagen Vista parcial de un muro de la caja de agua de Tlatelolco, donde se observa la pintura mural plasmada por tlacuilos Foto: Guillermo Sologuren
Una pirámide, de la que todavía no se determinan sus medidas, fue descubierta durante las excavaciones y trabajos de restauración de la Caja de Agua de Tlaltelolco, de 8 por 4 metros, proyecto de rescate y conservación en el que participa el arqueólogo Salvador Guilliem, que será abierto a los visitantes a más tardar en febrero próximo.
La pirámide, según información preliminar y previo a las excavaciones que continuarán en los próximos meses, pertenece a la etapa IV constructiva del centro ceremonial de Tlatelolco, que oscila entre 1420 a 1428, y cuyo gobernante, refieren las crónicas, era Cuauhtlatoa.
Guilliem explicó que al continuar con el salvamento y recopilación de datos en la caja de agua construida en los albores del siglo XVI y hallada hace cuatro años en lo que fue el Imperial Colegio de la Santa Cruz, ''consideramos que íbamos a encontrar la cimentación de la pila, pero lo sorpresivo fue que descubrimos que la caja fue montada sobre una estructura prehispánica, en la cual no hemos podido proseguir las investigaciones porque estamos dedicados a la apertura de la ventana arqueológica" que exhibirá la antigua cisterna.
La idea, añadió, es continuar las excavaciones por debajo de la caja de agua y ''por ahora no podemos emitir un juicio cierto sobre la estructura hallada en septiembre, pero se piensa que forma parte de los límites del recinto sagrado. Sin embargo, todo se sabrá al terminarse la exploración".
Recorrido por sincretismos
Una de las explicaciones que Salvador Guilliem vislumbra alrededor la construcción de la cisterna sobre la pirámide gira en torno a que tras la demolición de las estructuras, templos y altares del centro ceremonial de Tlaltelolco, Hernán Cortés ordenó que se abrieran los pisos para cimentar las nuevas edificaciones.
Por ello, cuando se toparon con la estructura anterior prosiguió el arqueólogo ''y a la misma usanza de la época, la respetaron porque consideraban que los dioses estaban dentro y justo sobre ella se hizo el soporte de las escaleras de acceso" de la caja de agua, ''lo cual es un dato curioso".
Sobre la cisterna que data de hace más de 500 años y que tiene en sus paredes pintura mural plasmada por tlacuilos, Guilliem dijo que será abierta al público a más tardar en febrero próximo y la pila se mostrará mediante una ventana arqueológica, además de que la museografía cuenta con pequeñas salas en las que se exhibirán planos, maquetas y piezas prehispánicas y coloniales halladas con las excavaciones.
Abundó: ''La intención es abrir el sitio al público y contaremos con un muestrario que permita a la gente comprender la creación del Imperial Colegio de la Santa Cruz, además de que con este breve recorrido conocerán la serie de sincretismos reflejados en la pintura mural y los restos de animales, cerámica y objetos que dan cuenta de la comunión entre ambas culturas".
Asimismo, en las salitas que se ubicarán a un lado de la caja de agua se mostrarán los planos y maquetas que detallan la historia de Tlatelolco y sobre un tapanco haciendo la vez de segundo nivel, serán colocados los hallazgos más relevantes a lo largo de la investigación.
Para organizar las visitas al lugar, subrayó Salvador Guilliem, ''vamos a privilegiar el registro arqueológico sobre la afluencia del público y se está pensando en que el horario sea de 10 a 14 horas, de manera que no se afecte la conservación de ese patrimonio histórico" y se permita proseguir con las excavaciones para profundizar sobre lo que pasó con la caja de agua y por qué la decisión de clausurarla.
Hasta ahora, explicó el arqueólogo, quien reinició temporada en la cisterna en julio pasado, se contabilizan 60 mil unidades de piezas arqueológicas, entre las que figuran más de 8 mil fragmentos de huesos, 27 mil de pintura mural, más de 14 mil de cerámica y más de mil unidades diversas.
El proyecto de la caja de agua, a decir de Guilliem, ha dado buenos resultados y por ello se refirió a la magnitud de la información que ha recopilado con su equipo y registrado minuciosamente.
Especies marinas como bagre, charales, robalo, cazón, tiburón, huachinango y huesos de animales terrestres como borrego, vaca, perro y tuza son algunos de los fragmentos que se han hallado, que ''nos hablan de la llegada de flora y fauna al tianguis de Tlaltelolco provenientes de la costa del Pacífico y del golfo de México y de cómo llegan a las capitales de la Nueva España y de la República de Indios productos que se utilizaban en el mundo prehispánico más la fauna impuesta por los europeos aunado a la imposición por llamarle de alguna manera en las costumbres de los indígenas".
La cerámica prehispánica predomina entre los hallazgos y en la elaborada tras la conquista ya aparecen vajillas que los indígenas copian de las europeas; además de restos de porcelana china.
Los elementos hallados en la pila de agua, descubierta a mediados de 2002, permiten inferir que el proceso de adaptación de los indígenas a la cultura española ''no fue una agresión directa, y creo que ahí está el verdadero sincretismo mesoamericano: la convivencia de deidades prehispánicas disfrazadas de santos católicos''.
Para construir la caja de agua, en lo que fue el Imperial Colegio de la Santa Cruz, concurrieron frailes e indígenas; se inauguró el 6 de enero de 1536 y se clausuró 60 años después, en lo que se presume fue una ''ceremonia de finiquito'', y decorando la pila se observan figuras humanas, tridimensionales, animales jaguares, aves, peces, plantas acuáticas, minerales e instrumentos los cuales se asemejan a varios códices, principalmente al Florentino.
La caja de agua fue clausurada tras un ritual y sellada con tres capas de adobes, pintura mural la misma obra derrumbada y restos óseos de animales.