Desfiladero
Medina Mora debe renunciar
El procurador del Distrito Federal también
¿Quién le dio un cheque en blanco a Ebrard?
Nombró a un panista como "abogado de la ciudad"
Ampliar la imagen Eduardo Medina, titular de la Procuraduría General de la República Foto: Cristina Rodríguez
Tras las redadas del sábado 25 de noviembre en el centro histórico de Oaxaca, la Policía Federal Preventiva (PFP) mandó a 141 de los 142 detenidos a un penal de mediana seguridad en Tepic, Nayarit. Para justificar el envío de esas personas a aquel sitio, la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP) dijo que todas tenían "un perfil de alta peligrosidad". Esa era, en aquellos terribles momentos, una absoluta mentira. Sin embargo, cinco días después, el autor de tal falacia fue designado por Felipe Calderón como titular de la Procuraduría General de la República.
Eduardo Medina Mora fue premiado así como jefe máximo de la violación a los derechos humanos en México. Apenas el pasado mes de mayo había hecho gala de saña y desprecio a las garantías individuales que tutela nuestra Constitución, al dirigir el ataque de una horda de soldados antimotines contra algunas decenas de campesinos de San Salvador Atenco, en el estado de México.
Consumada la cobarde agresión de cientos de hombres fuertemente equipados contra civiles indefensos, y después de que la televisión proyectara y repitiera día y noche las escalofriantes escenas de las despiadadas golpizas que muchos campesinos recibieron, La Jornada y diversos medios independientes divulgaron los testimonios de no pocas mujeres que fueron víctimas de ataques sexuales por parte de los mismos policías que intentaron obligarlas a tener relaciones con ellos.
Cuando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos exigió que los culpables de aquellos abusos fueran investigados y sancionados en consecuencia, el entonces titular de la SSP, Eduardo Medina Mora, rechazó todas y cada una de esas recomendaciones, garantizando la total impunidad de los esbirros bajo su mando. Ahora, tras las razias efectuadas por la PFP el 25 de noviembre en Oaxaca, la oficina de Medina Mora afirmó que todos los detenidos tenían "un perfil de alta peligrosidad".
Gracias a los testimonios aportados por la Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), tras el envío de esas personas a Nayarit, ahora sabemos que Medina Mora mintió con sadismo y cinismo. Los supuestos reos de "alta peligrosidad" resultaron ser mujeres de edad avanzada, a quienes los uniformados atacaron a garrotazos y arrastraron por el suelo, antes de amenazarlas con que las iban a violar o a lanzar desde helicópteros en vuelo.
Y lo mismo dijo Medina Mora de muchachas cuyo único delito era pasar por ahí, o del presidente municipal de una pequeña comunidad rural de Oaxaca, o del arquitecto al que casi le sacan un ojo y le arrancan la vida por haber salido a la calle a imprimir unos planos en la papelería de la esquina cuando se cruzó con los enloquecidos agentes de la PFP.
Ahora que la mitad de esas personas han sido liberadas por "desvanecimiento de datos" o, dicho en castellano, por falta de pruebas para juzgarlas por los delitos que les imputaban ¡incendio, sedición, daños a hoteles y moteles!, nada más pero nada menos, Medina Mora debe renunciar a la PGR. No es ése un cargo digno de un violador de los derechos humanos, que además se da el lujo de acusar de faltas gravísimas a ciudadanas y ciudadanos intachables. De fanfarrones como ése el país está más que harto.
Campaña contra Ebrard
Pero si el procurador de Felipe Calderón debe irse por indeseable, qué decir de quien realiza las mismas funciones que Medina Mora en el ámbito del Distrito Federal, o sea, Rodolfo Félix Cárdenas, cuya primera acción pública de envergadura constituye una bofetada a los habitantes de la ciudad de México que votaron por Marcelo Ebrard como un acto de apoyo a Andrés Manuel López Obrador.
A los militantes del movimiento obradorista no les gustó, para nada, la designación que hizo Ebrard de Félix Cárdenas. Este, como oportunamente recordó Miguel Angel Velázquez en su columna Ciudad Perdida, es un hombre de derecha, que perteneció al grupo de Amigos de Fox y tiene, por lo tanto, relaciones con el círculo de malvivientes que robó a placer bajo la protección del ranchero de Guanajuato.
Si desalienta pensar que esos antecedentes debieron haber bastado para que Ebrard eligiera con mayor tino al sucesor de dos ejemplares procuradores de izquierda, como Samuel del Villar y Bernardo Bátiz, el primer nombramiento hecho por Félix Cárdenas es todavía más repugnante. Y es que a principios de esta semana, el supuesto "abogado" de los capitalinos otorgó el cargo de fiscal de procesos del oriente de la ciudad de México a la juez María Claudia Campuzano. ¿Que de quién estamos hablando?
El 30 de diciembre de 1997 la policía del Distrito Federal detuvo a un asesino conocido como Alfonso González Sánchez, El Chucky, quien aceptó ser el responsable de la muerte de Peter John Zárate. Movida por quién sabe qué clase de estímulos económicos o de vínculos secretos con el hampa, la señora Campuzano liberó al Chucky por "falta de pruebas", en una "poética" sentencia en que lo comparó con Robin Hood. Pero lo más sospechoso del asunto es que la juez regresó de sus vacaciones para firmar la boleta que le permitió al homicida abandonar la cárcel.
Cuando el procurador Del Villar se enteró de esto, acusó a la señora de incurrir en "conductas irregulares que agraden el orden jurídico" y le inició un proceso por "delitos contra la administración de la justicia", hasta lograr que el juzgado 38 penal dictara una orden de aprehensión contra ella. Entonces, Campuzano contrató al abogado Rodolfo Félix Cárdenas para que la defendiera y, en noviembre de 1999, éste obtuvo un amparo definitivo en favor de ella, que se tradujo en la reinstalación de la señora como juez.
Ahora, montado en la rueda de la fortuna, Félix Cárdenas asciende a procurador y nombra a Campuzano fiscal de todos los juzgados del Reclusorio Oriente. Esto plantea la siguiente reflexión. Durante el proceso por la candidatura del PRD al Gobierno del Distrito Federal, esta columna se inclinó por Ebrard argumentando que era el hombre en quien López Obrador había depositado su confianza para continuar con el proyecto iniciado en diciembre de 2006.
Haber escrito en varias entregas sabatinas lo anterior no equivalió a darle a Ebrard un cheque en blanco. Hoy, en representación de los lectores que atendieron a esa recomendación, Desfiladero exige que Ebrard destituya de inmediato a Félix Cárdenas y a Campuzano, y convoca a todas las personas que deseen sumarse a esta iniciativa a escribir a [email protected]. Hay que reunir miles de cartas a la máxima brevedad.
Aunque estamos a la puerta de las vacaciones de fin de año, hay cosas que no pueden esperar. Y la liberación de todos los presos políticos de Atenco y de Oaxaca, la caída de Medina Mora y el despido de Félix Cárdenas y de Campuzano son objetivos ciudadanos irrenunciables. En donde quiera que se encuentre hay que marcarle el alto a la derecha y hay que hacerlo a partir de ya.