El reto, acortar el tiempo requerido para su crecimiento y maduración

Proyecto agave azul, en la mira de investigadores de la UNAM

Productores impacientes procesan piñas que no cumplen con el peso: García Jiménez

La planta tarda entre 7 y 8 años en producir ganancias; compite con cultivos anuales

MARIANA NORANDI

Ante el gran incremento en la demanda de agave para la producción de tequila, investigadores del Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajan en la aceleración del crecimiento de la planta, en su rendimiento y la reducción del tiempo requerido para su maduración, con el objetivo de acortar su ciclo agrícola.

Federico García Jiménez, quien encabeza dicha investigación, aseguró mediante un comunicado difundido por la máxima casa de estudios, que éste ha sido uno de los proyectos más interesantes que se han hecho sobre esta bebida en nuestro país.

Explicó que, por lo general, el agave azul con el que se produce el tequila tiene un tiempo de maduración que fluctúa entre los siete y ocho años, debido a que crece en terrenos poco fértiles.

Su desarrollo culmina con el brote de una inflorescencia o quiote ­especie de rama que parte del centro del maguey y que crece hasta cinco metros en algunas variedades­, donde se guardan los azúcares hasta el florecimiento.

El investigador afirmó que "un quiote de agave tequilero crece de 20 a 25 centímetros diarios, y de él surgen las flores. Ocurre lo mismo con otras variedades, como la del maguey pulquero o mezcalero".

En el caso particular del agave, el renuevo de las flores no es anual, sino que varía según la especie, fluctúa entre 4 y 8 años. "Eso obedece a las condiciones de lluvia y cultivo que tengan" señaló.

Asimismo, apuntó que la crisis por falta de agave azul no es el fondo real del problema, sino que ocupa muchos terrenos agrícolas que podrían ser utilizados para sembrar otros productos que requieren menor tiempo. Es decir, aprovechar algunos sembradíos anuales en lugar de esta planta, que tarda siete u ocho años en producir y generar ganancias.

Por otro lado, indicó, se ha observado que cada vez se procesa un mayor número de piñas que no han iniciado su maduración. Ello provoca un rendimiento bajo porque aún no poseen las características necesarias para tener una cantidad de azúcar suficiente.

García Jiménez aseguró que de acuerdo con el canon de producción de tequila, esas partes del agave deben tener un peso promedio de entre 40 y 50 kilos; no obstante, se llegan a procesar algunas de 20.

Informó que, con relación al peso total de la planta, el porcentaje de azúcares que contienen no es alto, se estima sólo entre 10 y 14 por ciento de ella.

Mayor distribución

El químico de la UNAM comentó que los consorcios que manejan bebidas alcohólicas son conglomerados multinacionales, que "han cambiado la tendencia de comercialización del tequila, y los intereses que se mueven detrás de esta industria se han modificado, con consecuencias para todos los sectores."

Advirtió que, además, el hecho de que una trasnacional compre empresas mexicanas afecta de diversas maneras, pues una parte importante de las utilidades se queda en sus manos. Sin embargo, desde el punto de vista de la colocación, tienen los medios para ampliar los mercados.

Es decir, comentó, la venta del tequila se ha visto beneficiada porque hoy tiene una distribución internacional, que no había hace 50 ó 60 años, cuando apenas llegaba a Estados Unidos y otros países de América. Era una bebida casi desconocida y hoy se le reconoce alrededor del mundo.