Encuentro de los Pueblos del EZLN con otros del mundo
No permitiremos que nos quiten la tierra, dice indígena zapatista
Oventic Chis. 4 de enero. "Los zapatistas tenemos un compromiso para defender nuestra tierra, no vamos a permitir que nos la vuelvan a quitar, en cualquier forma lo defenderemos para que nuestros hijos no tengan patrón ni sufran humillación ni desprecio. Si alguien es despojado de su tierra, tenemos el compromiso de defenderlo, sea zapatista o no, siempre y cuando tenga la razón. El trabajo de nosotros como autoridad es defender lo poco que tenemos", expuso un representante del caracol de Morelia durante el Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo.
La lucha por la recuperación de tierras ha dado paso a las acciones por la conservación del medio ambiente y el combate a los transgénicos en los pueblos zapatistas y en territorios de quienes desde otros continentes resisten las políticas hegemónicas. Parecía que la recuperación de tierras y territorios era privativa de países subdesarrollados, y que el uso de nuevas técnicas y sistemas de conservación sólo llega a quienes tienen resuelta la sobrevivencia. El intercambio de experiencias en el encuentro de Oventic evidenció lo contrario.
Amaya, de España, pertenece a Bajo el asfalto está la huerta. Los 200 integrantes de esta cooperativa agroecológica "recuperaron" tierras en la periferia de Madrid para "cultivar los propios alimentos sin destruir el medio ambiente, en una relación de respeto a la tierra".
Un zapatista de los Altos planteó los proyectos de agroecología que se practican en las regiones con presencia del EZLN: "Con el objetivo de buscar alternativas ya están recibiendo talleres de capacitación algunos compañeros, promotores de agroecología elegidos de sus pueblos. En los talleres aprenden sobre estudio y conservación de las tierras, como preparar abonos orgánicos, hacer viveros, reforestación de parcelas, mejoramiento de cría de animales domésticos.
"Para conservar nuestros recursos naturales y así recuperar la fuerza y fertilidad de nuestras tierras, estamos tratando de conservar las semillas naturales de nuestros cultivos, evitando la entrada de semillas transgénicas", planteó el indígena en la mesa sobre tierra y territorio autónomo. "Para proteger y conservar nuestra madre tierra y para protegernos nosotros mismos de las enfermedades, ahora evitamos el uso de abonos químicos, herbicidas, insecticidas que envenenan la salud de nuestros pueblos y de toda la humanidad."
Casi al final del encuentro, unos músicos tzotziles de una de las bandas esperaban su intervención, y escucharon un anunció sobre la venta de maíz que sobró del destinado para la alimentación de los asistentes. Entre risas comentaron: "no vaya a ser transgénico, veneno para la tierra".
En el acto un representante del caracol de los Altos explicó: "En esta zona no hay tierras recuperadas como en otras regiones, y hay partes donde de por sí ya no hay ranchos ni fincas que recuperar y repartir. En los Altos, esto hace que nuestros pueblos no tengan donde vivir y trabajar". Añadió que la junta de buen gobierno "no puede hacer reparto agrario" pues no cuenta con terrenos ni recursos económicos.
Zapatistas y asistentes de otras regiones de México cuestionaron las reformas del gobierno de Carlos Salinas de Gortari al artículo 27 constitucional, que dio por concluido el reparto agrario, así como la política que se implementó para desmembrar tierras comunales y ejidos. "La entrada de Procede y Procecom nos empezó a dividir en los ejidos y en los bienes comunales por la idea del mal gobierno de ir convirtiendo en pequeñas propiedades todos los ejidos y bienes comunales", plantearon.
Edgar Ibarra, de la granja del Sur Centro de Los Angeles, California, relató que el pasado 13 de junio, 350 familias fueron desalojadas de su tierra donde por 14 años habían cultivado plantas medicinales, y era considerado uno de los pocos espacios autosustentables de esa región de Estados Unidos.
Pedro Figueroa, de Nuevo Horizonte, municipio Santa Ana, Guatemala, explicó que en 1998, tras la firma de la paz entre el gobierno y la guerrilla, les fue prometida la tierra. Sin embargo, debido a los intereses de una minera extranjera, su gobierno les pidió 5 millones de quetzales para no desalojarlos. "Se organizaron, nuestros padres, dijeron que no iban pagar, las comunidades de la zona se unieron y quemaron la maquinaria de la empresa. Así nos dejaron tranquilos".