Washington, sitiada por la problemática del retiro sin que parezca derrota
Soldados de EU reprueban el manejo por Bush de la guerra en Irak, señala encuesta
Ampliar la imagen "No más sangre en nuestras manos", pide un pacifista frente al Congreso en Washington Foto: Reuters
Nueva York, 4 de enero. Irak, la nación invadida, tiene ahora sitiada a Washington. El presidente George W. Bush prepara un discurso sobre "cómo proceder" en el país árabe, que tiene programado presentar al público de Estados Unidos la próxima semana, pueblo que está cada vez más harto de la guerra, reprueba el manejo de la situación por el comandante en jefe y cada vez está más preocupado por la interminable lista de soldados estadunidenses que han dado la vida por lo que casi todos consideran un fracaso.
"¿Qué tanto más puede durar esto? Saddam está muerto. Las armas de destrucción masiva fueron un espejismo. Más de 3 mil soldados estadunidenses y decenas de miles de iraquíes han sido muertos. Votantes en Estados Unidos han dejado claro que ya no apoyan el involucramiento estadunidense en este ejercicio de barbarie sostenida. Increíblemente, los propios militares estadunidenses se vuelcan contra la guerra. Están viendo lo mismo que todos los demás estamos viendo, con excepción, tal vez, del señor Bush", escribió hoy Bob Herbert, columnista del New York Times.
Pero según informan fuentes de la Casa Blanca a los medios, el mandatario está lejos de considerar un cambio radical de su estrategia. De hecho, está bajo seria consideración la propuesta no el inicio de la reducción de la presencia militar estadunidense, sino todo lo contrario de aumentar, tal vez en 20 mil o más tropas, la ocupación estadunidense con la idea de por lo menos "estabilizar" Bagdad y, supuestamente, a partir de eso iniciar un retiro.
Junto con esto, se filtró que en los próximos días el director de inteligencia nacional, John Negroponte, será designado subsecretario de Estado. Fue nombrado en el puesto creado por Bush hace menos de dos años, en un intento por recuperar la credibilidad que perdieron los servicios de inteligencia después de fallas reveladas por los atentados del 11-S y el asunto de las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak.
Negroponte ocupará el puesto que quedó vacante durante meses (porque ninguno de los candidatos propuestos lo aceptó), como segundo de la secretaria de Estado Condoleezza Rice. Al parecer, la decisión se toma conjuntamente con el esperado anuncio de la nueva estrategia que el presidente anunciará la semana entrante, junto con el nombramiento de Negroponte.
Sin embargo, el gobierno de Bush rehusó confirmar la versión, pero los principales medios aquí lo dan como un hecho.
Aún no se entiende la razón oficial del traslado de Negroponte, pues para él implica bajar un escalón en la jerarquía burocrática ya que actualmente ocupa un puesto de nivel de gabinete. Se especula que podría deberse a la urgente necesidad de tener a alguien con amplia experiencia sobre el tema de Irak.
Negroponte fue embajador estadunidense en Bagdad y anteriormente lo fue en la Organización de Naciones Unidas (ONU), como también en México y Honduras.
A la vez, aunque el nuevo Congreso que se inaugura esta semana estará bajo dominio de la oposición demócrata en gran medida como resultado de la reprobación de la guerra registrada en las urnas en noviembre, no hay consenso entre los demócratas respecto de una contrapropuesta.
El enfoque informativo este día fue sobre la demócrata Nancy Pelosi, la primera mujer que ocupa la presidencia de la Cámara baja, el tercer puesto más importante de Washington después del presidente y el vicepresidente. Sin embargo, ni Pelosi ni su contraparte en el Senado, el líder de la mayoría demócrata Harry Reid, pueden hablar en nombre de su partido sobre la guerra porque no existe una posición común.
El nuevo presidente del Comité de Fuerzas Armadas del Senado, el demócrata Carl Levin, ha expresado que no se opone a considerar la opción de aumentar el número de tropas, siempre y cuando sea parte de una estrategia para iniciar el retiro paulatino de la presencia militar estadunidense.
Su colega, el demócrata Joseph Biden, quien presidirá el Comité de Relaciones Exteriores, se opone tajantemente a esa opción. En ambas cámaras se expresa esta división entre la nueva mayoría demócrata, con muchos políticos que buscan cómo evadir asumir una posición definitiva y clara.
Aunque el nuevo Congreso, que inició sus sesiones con ritos de toma de posesión, tiene programadas más de 10 audiencias sobre el tema de Irak en estas próximas semanas, no hay una propuesta legislativa del asunto en la agenda de iniciativas legislativas que tendrán prioridad inmediata, anunciada esta semana por el liderazgo demócrata de ambas cámaras legislativas.
Todos los días hay más evidencia de un desastre y más indicadores de que no hay salida. Nuevas encuestas subrayan la creciente oposición y preocupación de la mayoría de los estadunidenses.
Hasta las propias tropas, ahora por primera vez, desaprueban la guerra. Según una encuesta realizada por la publicación Military Times dedicada al mundo castrense, ésta registró que ahora sólo un tercio de las tropas aprueba el manejo de la guerra por el comandante en jefe, mientras que 42 por ciento lo desaprueba.
Mientras, hoy se inició la fase preliminar del juicio militar contra el teniente Ehren Watada, el primer oficial estadunidense que rehusó ser desplegado en Irak por considerar que el conflicto es "ilegal" y sería obligado a participar en "crímenes de guerra".
Watada sería el primer oficial acusado de disidencia pública desde 1965, ya que ha expresado abiertamente su oposición a la ocupación militar de Irak en foros y en declaraciones a medios de comunicación.
Los fiscales militares buscaban obligar a dos periodistas a presentar testimonio que podría ser empleado en contra de Watada. Sin embargo, el caso podría revertirse en contra de Bush y su equipo militar y poner a juicio la política bélica en Irak.
Expertos legales, activistas, opositores reconocidos de las políticas bélicas actuales y experiencias tipo Vietnam (entre ellos Daniel Ellsberg, ex funcionario que filtró los famosos Papeles del Pentágono durante la guerra en Indochina, y Denis Halliday, ex secretario general asistente de la ONU) están preparando emplear el caso de Watada para sentar al gobierno de Bush en el banquillo de los acusados.
A la vez, funcionarios, políticos y figuras reconocidas de ambos partidos continúan debatiendo qué hacer, qué proponer entre las cada vez menos opciones viables. Divisiones entre los partidos, dentro del propio Pentágono y en la clase política en general, no ofrecen evidencia de que la primera potencia mundial tiene idea de cómo proceder.
Por su lado, Brent Scowcroft, ex asesor de Seguridad Nacional de George Bush padre, advirtió que un retiro de Estados Unidos antes de que Irak logre sostenerse por sí mismo "sería una derrota estratégica para los intereses estadunidenses, con consecuencias potencialmente catastróficas tanto para la región como más allá de ahí", escribió en un artículo publicado por el periódico The New York Times.
Y es por esa derrota que ningún político desea ser responsabilizado. Sin embargo, todavía nadie tiene la receta para rescatar a Estados Unidos de ese desastre.
José Thiago Cintra, extraordinario analista de asuntos estratégicos del Colegio de México, caracterizó hace varios años una situación de alguna manera parecida en otro contexto: "El poder agresor que buscaba sitiar a su enemigo inesperadamente se encontraba sitiado por él, y la prueba era que los altos mandos del poder eran los que habían sido obligados a cambiar de estrategia una y otra vez, mientras que las fuerzas de resistencia ante ese poder no habían cambiado nada".