La encargada del albergue dice que los infectados están pagando por sus ''pecados''
Acusan a religiosas de Jalisco de maltrato a enfermos de VIH/sida
La institución oculta datos sobre el número de personas que supuestamente cuida, afirman ONG
Propala información falsa sobre el padecimiento y el condón; silencio de autoridades estatales
Ampliar la imagen Berta López Chávez, misionera del Corazón de Cristo Resucitado, quien dirige el albergue Beata María de Jesús, donde, según médicos y organizaciones no gubernamentales de Jalisco, personas que padecen VIH/sida sufren carencias y maltratos Foto: Alicia Yolanda Reyes
Guadalajara, Jal., 23 de diciembre. Las autoridades de salud del estado no saben con precisión cuántos enfermos de VIH/sida hay en el albergue Beata María de Jesús, conocido como Paipid, por las siglas del Programa de Apoyo Integral a la Persona Inmunosuprimida, nombre oficial de la organización que lo maneja. Sin embargo, tienen testimonios de que ninguno de los asilados recibe tratamiento médico adecuado.
Encabezado por sor Berta López Chávez, el albergue es atendido por las misioneras del Corazón de Cristo Resucitado, una orden local creada por López Chávez que carece de reconocimiento oficial, pero tiene el aval del cardenal Juan Sandoval Iñiguez. Frecuentemente es cuestionado por médicos y organizaciones no gubernamentales del estado que advierten sobre el maltrato y las malas condiciones en que viven los enfermos que llegan a manos del grupo religioso.
Sor Berta, como se le conoce, está convencida de que las personas infectadas ''están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales''. La doctora Claudia Canobbio, del Consejo Estatal para la Prevención del Sida en jalisco (Coesida), informó que en reiteradas ocasiones ha pedido a la religiosa el registro de los menores que están en el albergue para incluirlos en el programa de acceso universal a medicamentos, pero que sistemáticamente se ha negado a entregarla porque quizá no atiende la cantidad de niños que dice tener y eso disminuiría las donaciones que recibe.
En la más reciente conferencia de prensa que ofreció para pedir ayuda económica, la religiosa señaló que tiene 130 menores con sida y que el tratamiento cuesta 30 mil pesos mensuales por cada uno.
Canobbio dice que esta cifra es exagerada y que el costo de los medicamentos debería cubrirlo la Secretaría de Salud.
En el pasado, apunta, el sida era una enfermedad terminal y sólo se podía paliar el sufrimiento de los pacientes, pero en la actualidad existen tratamientos (cocteles antirretrovirales) que permiten sobrevivir con el virus.
Héctor Gallardo Rincón, ex funcionario de la Secretaría de Salud y quien trabaja en un programa del Hospital Civil para mejorar los servicios en los centros de la salud, recuerda haber visitado el Paipid en varias ocasiones y descubrió que en el albergue no hay médicos responsables de los pacientes, sino que éstos únicamente son asistidos por las religiosas. Así, los medicamentos entre otros un paquete para combatir la tuberculosis, de la cual se han presentado varios casos no se suministran en las dosis adecuadas. ''Las monjitas pueden tener muy buena voluntad, pero no parecen entender la importancia de las dosis de los medicamentos''.
Recordó que cuando el Hospital Civil empezó a dar antirretrovirales a algunos de los pacientes del albergue, sor Berta se los quitaba y los repartía entre los otros enfermos con el argumento de que debían compartirlos.
Además, sor Berta y las misioneras del Corazón de Cristo Resucitado difunden información falsa sobre el uso del condón. Un folleto en el que aparece una persona moribunda y ''la santa de Sor Berta'' poniéndole la mano en la frente en actitud compasiva, dice: ''No seas una estadística más. Atrévete a ser diferente. Recuerda que el virus del sida es 400 veces más pequeño que un espermatozoide y que los condones sólo sirven para engañar a la gente''.
Luego afirma que el virus se transmite por la saliva, el vómito, el excremento, la orina y otros fluidos corporales. En su campaña contra el uso del condón, alecciona a sus asilados para que en los testimonios que den a los medios de comunicación digan que contrajeron el sida pese a usar el condón.
En una ocasión ella afirmó: ''Si el condón sirviera, yo misma iba y se los colocaba a los choferes de Tonalá''. Sor Berta trabajó algunos años como enfermera en la Cruz Roja y en el sanatorio del Sagrado Corazón. De ahí salió para formar su orden y empezó a buscar benefactores para construir el albergue.
Una de las quejas recurrentes contra el Paipid es que para obtener más recursos hace pasar por enfermos de sida a pequeños que están sanos. ''Una de las primeras quejas que nos tocó atender en el subconsejo de Derechos Humanos del Coesida Jalisco, fue el de unos niños secuestrados por sor Berta, los cuales eran hijos de un paciente que falleció en el albergue, pero su madre estaba sana y ellos también'', asevera Jesús Martínez Serna, quien encabeza el Comité de Atención Integral del Coesida
Martínez Serna, en ese entonces coordinador de Derechos Humanos, recuerda que habló directamente con la religiosa y le explicó que retener a los niños sin el consentimiento de la madre y presentarlos públicamente como portadores del VIH era ilegal. El funcionario expresó que sor Berta ha declarado reiteradamente que tiene una gran cantidad de niños con sida (130), lo cual es falso porque ni siquiera en todo el estado hay un registro de tal cantidad.
El albergue, a través de su vocero, Raúl Ureña, señaló: ''Siempre surgen hijos de las tinieblas, que son mas astutos que los hijos de la luz'', en referencia a quienes acusan a la institución. Aseguró que las ONG que los critican lo hacen por envidia, pues no reciben los recursos que le son donados a sor Berta.
Desde 1999 las autoridades del sector salud no han inspeccionado el albergue. Luego de recibir varias denuncias, en ese año el Instituto Jalisciense de Asistencia Social (IJAS) hizo una visita junto con autoridades del Coesida, Regulación Sanitaria y algunas organizaciones de la sociedad civil. Detectaron que menos de 10 por ciento de los niños a los que presentaba como infectados y se los incluyó en un documental presentado a donadores, vivían con la enfermedad. Ella argumentó que aunque en ese momento las pruebas eran negativas ''se iban a seroconvertir''.
Se le hizo saber que eso no podía suceder a menos que hubiera una fuente de contagio, además de que se les estaba estigmatizando y a los huérfanos se les negaba el derecho de ser adoptados.
Aída de Luna señala que no entiende porque el IJAS no le exige cuentas a Paipid como lo hace con las demás ONG.
Recuerda el caso de un pequeño que contaba una historia muy dramática: decía que sus padres habían muerto de sida en el Paipid y que a él le constaba que utilizaban condón. El menor era llevado por todo el estado a dar testimonio sobre la supuesta ineficacia del preservativo.
Tenía otro pequeño, apunta, al que le hizo creer que Dios lo había elegido para acompañar a morir a los contagiados de sida. Cuando un enfermo agonizaba el chiquillo era llevado a su presencia para que lo acompañara.
Autoridades del IJAS informaron que la responsable de verificar el funcionamiento de instituciones como el Paipid son las de regulación sanitaria de la Secretaría de Salud, pero también recordaron que el lazo entre el cardenal de Guadalajara y sor Berta es muy estrecho.
El secretario de Salud de Jalisco, Jesús Becerra Soto, se negó a hablar del tema, y el secretario técnico del Coesida, Sergio Zúñiga, primero ofreció mostrar información sobre las quejas presentadas contra el Paipid, pero luego alegó que se encontraban en el archivo muerto.