Berta Elena Muñoz fue la voz del movimiento desde Radio Universidad de Oaxaca
Amenazas de desaparición y muerte obligaron a la doctora a esconderse
Los oaxaqueños tienen un sueño: "tener un gobierno justo", dice desde algún lugar del país
Desde que dejó la locución de Radio Universidad hace más de un mes, la doctora Berta Elena Muñoz tuvo que esconderse debido a las amenazas de desaparición y muerte en su contra, por haber participadoactivamente con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), a la que define más como un movimiento del pueblo que de organizaciones políticas con un solo sueño: "contar con un gobierno justo, no represivo ni corrupto".
Desde algún punto del país, la ex locutora de Radio Universidad otorgó una entrevista a la Comisión Civil Internacional de Observación de Derechos Humanos (CCIODH), en la que menciona que como resultado de esas amenazas se vio obligada a separarse de sus hijos, quienes también han sido intimidados. "Tengo más de un mes que nos los veo, ni entre ellos se ven porque cada quien está escondido en diferente lugar".
Por ello, la doctora, quien también formó parte del equipo de socorro de la APPO, exige que los gobiernos federal y estatal trabajen para otorgarle garantías para su seguridad personal y familiar, "porque no he cometido ningún delito: no ha asesinado a nadie, no he robado, no he secuestrado. Y cómo es posible que por la simple manifestación de mis ideas tenga una amenaza de muerte sobre mi cabeza y sobre la de mis hijos. ¿Tanto miedo le tienen a las palabras?".
"Desde el día que se entregó Radio Universidad al rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez, prácticamente me tuve que esconder ya que las amenazas contra mi persona eran muy fuertes. A mí no me iban a detener, me iban a desaparecer", subraya Muñoz.
La doctora explica que ante esas intimidaciones planteó al consejo de la APPO la posibilidad de entregarse públicamente a las autoridades para que estuvieran presentes los medios de comunicación; sin embargo, los concejales le hicieron la observación de que "tal como estaban las cosas nadie podía garantizar, a pesar de que me entregara públicamente, el que no me desaparecieran".
Por esa razón, explica que está escondida en algún punto de México desde el pasado 28 de noviembre.
Relata que desconoce si existe alguna orden de aprehensión en su contra, aunque no lo descarta, porque "cuando uno ve los delitos imputados a los compañeros detenidos uno piensa que lo pueden acusar de quemarle los pies a Cuauhtémoc, el rey azteca".
Muñoz considera que las muertes que se han presentado a lo largo de los siete meses de conflicto no serán investigadas, porque "el responsable directo es el gobernador"; agrega que pese al "coraje y rabia" que provocaron los asesinatos, el movimiento social "nunca respondió con violencia".
Con franqueza acepta que el pueblo oaxaqueño no esperaba una respuesta "tan violenta" por parte de los gobiernos federal y estatal ante la movilización pacífica, la cual realizaba marchas, plantones, bloqueos, acciones que eran molestas, inclusive para los integrantes de la APPO, acepta, pero se presentaron porque "no nos dejaron otra opción".
A pesar de no contar con experiencia en la locución radial, Muñoz se ganó la simpatía y admiración de varios sectores de la sociedad oaxaqueña y nacional por su estilo de narración y llamamientos "a la defensa" del movimiento
"No se trata de odio, éste no nos mueve. Nos mueve simple y sencillamente un deseo de justicia, de que no podemos seguir viviendo, en pleno siglo XXI, como si estuviéramos en el porfiriato, en donde cualquier cacique de pueblo, si alguien está en su contra, lo manda matar y tranquilamente ya se componen las cosas. Y esa es la situación de Oaxaca", indica al definir las razones que llevaron a muchos ciudadanos oaxaqueños a incorporarse a la lucha appista.
Considera que durante los siete meses de conflicto se violentaron los derechos humanos de la población, sobre todo con la aparición de las "convoyes de la muerte", conformadas por paramilitares a bordo de varios vehículos que disparaban en contra de los manifestantes.
Al describir su sentir ante estos ataques, la doctora expresa: "No me lo creía porque era como si estuviéramos en el Chile de (Augusto) Pinochet o en la Argentina de (Jorge Rafael) Videla, o en la España de (Francisco) Franco. Eran más de 20 camionetas llenas de policías armados hasta los dientes, disparando".
La doctora se pronuncia por una salida al conflicto mediante el diálogo en la entidad, por ello, exhorta a las autoridades federales para que "les caiga el veinte" para tal fin: "esa es la esperanza".
Advierte que la primera condición para solucionar el conflicto es la salida de Ulises Ruiz como gobernador del estado, porque de lo contrario no se resolverá "nada" en Oaxaca. "Cuando él pudo haber resuelto no resolvió, (sino que) reprimió. Además no se puede dar un diálogo con un apersona que está desconocida por el pueblo".
Pese a las versiones oficiales afirma que el movimiento appista sigue en pie: "pase lo que pase, a los ciudadanos y ciudadanas de Oaxaca no los van a parar. Saldría muy caro ahogar el movimiento. No es un movimiento de revolución. Es simplemente de respeto a las leyes que ya están".
Señala que la ciudadanía se unió a la movilización magisterial, transformándola en lucha social, luego del intento de desalojo por parte del gobierno estatal el pasado 14 de junio, cuando la policía local agredió el plantón que sostenían los mentores en el zócalo de la capital oaxaqueña. A lo anterior, suma la injusticia: "En Oaxaca hacen falta escuelas, agua, pavimentación, electrificación, las cosas más elementales".
"Pueden seguirnos reprimiendo y quizá dentro de una semana en lugar de 10 personas escondidas seamos 50, y a lo mejor otra vez vuelven a llenar las cárceles y quizás vuelvan a balacearnos. Pero repito: la gente decidió echarse a caminar y no la van a parar, el movimiento sigue y va a seguir."