Ulises ordenó que me mataran, afirma Miguel
Oaxaca, Oax., 10 de enero. Miguel, uno de los conductores de Radio Universidad más conocidos cuando esa estación fue manejada por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), se fue a la clandestinidad ante la persecución policial y al saber que existe orden de matarlo.
"Me he enterado que el gobierno ha ofrecido a los sicarios cien mil pesos por mi cabeza y no me puedo dejar matar así por así, porque creo que vivo le sirvo más al pueblo", dice desde algún lugar de Oaxaca, resguardado por simpatizantes del movimiento magisterial y popular.
Justifica su ocultamiento y rechaza las acusaciones de un sector de la APPO de que traicionó al movimiento. Recién graduado de abogado por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Miguel lamenta que tenga que esconderse, porque "no es ningún delito participar desde los micrófonos en la lucha de un pueblo por deponer a un gobierno tirano, fascista y autoritario.
"El propio pueblo, días antes de que entregáramos la estación de radio, el 29 de noviembre (pasado), me sugirió que me resguardara, pues se supo por todos lados lo que el gobierno tenía preparado para mí, para la doctora Bertha Muñoz y otros compañeros, con la finalidad de hacernos trizas."
Dos meses atrás, el 21 de septiembre, presuntos agentes de la policía municipal ingresaron en la casa donde vivía Miguel, en la agencia de Cinco Señores, para destrozar y saquear sus pertenencias.
La persecución ha llegado al hogar de su familia en Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, donde constantemente preguntan por su paradero.
Miguel, cuyo nombre completo es Miguel Angel Vásquez Ramírez, refiere que por conducto de varios porros de la UABJO al servicio del estado se enteró que el gobierno estatal había puesto precio a su cabeza por haber conducido un segmento en Radio Universidad.
"Nosotros, el sector estudiantil de la APPO, tomamos la radio el 14 de junio, después de la represión contra el magisterio, y antes del 8 de agosto, cuando unos porros sabotearon el transmisor con ácido, ofrecían 50 mil pesos por mi cabeza, al igual que por la de la doctora Bertha. Al reiniciar las transmisiones, el 17 de octubre, se duplicó la cantidad y daban cien mil pesos. Por eso nos tuvimos que resguardar", relata.
"Quienes dicen que estoy hospedado en un hotel lujoso, quisiera que vieran cómo y dónde estoy tratando de sobrevivir a la persecución. Afortunadamente el pueblo me ha respaldado moral y económicamente para tratar de salir adelante. Ya me tocará dar la cara nuevamente con la doctora Bertha y otros compañeros que también están resguardados para entrar en acción hasta la caída de Ulises Ruiz", afirma.
Agrega: "no podemos estar esperanzados en la mesa de diálogo con la Secretaría de Gobernación; este movimiento va a triunfar en la medida en que el pueblo se siga movilizando para demandar la caída del tirano, la salida de la Policía Federal Preventiva y la excarcelación de todos nuestros presos".
Miguel se siente triste por no estar en la lucha con el pueblo, sus compañeros universitarios y con los profesores, pero "ya llegará el momento en que saldré nuevamente a dar la cara y pienso que será pronto", concluye.