¿Cuántas vidas ha cobrado el mal manejo en medios?: experto
Demandan responsabilidad al informar sobre temas como sida
El sida es, desde su descubrimiento en la primera mitad de los años 80, una enfermedad mediática. Todos los tabús acumulados por siglos en torno a la sexualidad encontraron en el padecimiento refuerzo y pretexto: una infección que se transmitía por la sangre y los fluidos sexuales y que afectaba a poblaciones tradicionalmente invisibilizadas, cuando no estigmatizadas homosexuales, usuarios de drogas intravenosas, trabajadoras sexuales. El conjunto noticioso fue el ideal para los medios de comunicación: morbo, actualidad, muerte y sexo; difícil elegir cuál de todos estos elementos es más atractivo para las audiencias.
La investigación científica permitió comenzar a entender los mecanismos de la infección. El descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) permitió conocer las formas en que se propaga el virus y cómo ataca al sistema inmunológico. Los medios dieron menos atención a estos descubrimientos: no tenían el impacto noticioso necesario, pues no ofrecían la cura para 'el mal del siglo' otra aportación cargada de estigma en aras de la eterna búsqueda de la frase mediática impactante.
Los autonombrados 'científicos disidentes a la teoría viral del sida' en particular el estadunidense Peter Duesberg, han impulsado desde finales de los años 80 que el VIH no existe. Su tesis ha ganado adeptos a lo largo de los años, pese a los resultados positivos obtenidos por la terapia antirretroviral en todo el mundo. Su postura es insostenible científicamente, pero su labor de cabildeo ha funcionado con numerosos medios de comunicación, ávidos de mantener en la polémica a una infección que ha probado ser popular para las audiencias. De buena o mala fe, medios impresos y electrónicos mexicanos han dado voz a charlatanes que cimbran dudas entre las personas que viven con la infección, al grado de orillar a algunos a renunciar a los medicamentos que mantienen su salud.
Según el activista Luis Adrián Quiroz, cuando menos 25 personas con VIH atendidas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dejaron el tratamiento luego de ver el programa televisivo Reporte 13, de Televisión Azteca (Milenio, enero 8 de 2007). El programa dedicó cuatro emisiones a difundir las tesis de estos personajes sin dar contrapesos adecuados. El afán periodístico, cuando no se acompaña de investigación, puede acarrear responsabilidades éticas e, incluso, criminales. A ese respecto, el especialista Gustavo Reyes Terán, del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, se pregunta: "¿Cuántas vidas ha cobrado este mal manejo de los medios de comunicación? Nadie ha calculado todavía este resultado".
Tratar temas médicos en los medios implica gran responsabilidad, pues la salud de cientos de personas puede verse afectada. El imperativo ético no debe soslayarse en aras de mantener la polémica de un tema popular. La única alternativa posible es el trabajo de investigación y el sustento de cada una de las frases publicadas o transmitidas. Nada del otro mundo, sólo lo establecido en cualquier manual de periodismo.
Salud, sexualidad y sida
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