Usted está aquí: domingo 14 de enero de 2007 Opinión Renace la esperanza

Angeles González Gamio

Renace la esperanza

Hace un lustro escribimos en estas páginas: "Malo, muy malo es el estado en que se encuentra actualmente el Centro Histórico de la ciudad de México, con calles cerradas, lo que agrava el ya de por sí complicado tránsito. A ello se agrega que está totalmente invadido de ambulantes y que en la avenida Juárez hay edificios en demolición. Todo ello se supone que es temporal, en tanto se sustituye el añejo drenaje de la zona. Esto se enmarca en un programa de 'rescate' de esa valiosa zona del país, que lleva décadas siendo rescatada.

''Ahora se habla de instalar un nuevo pavimento, del arreglo de fachadas y sustitución de mobiliario urbano, y se afirma que en las 34 manzanas que abarca el proyecto, se aplicará con firmeza el bando que prohíbe el comercio ambulante.

''La zona de la Alameda, que se encuentra en estado lamentable desde los sismos de 1985, ya muestra nuevas construcciones y ya se presentó la maqueta para una plaza, que va a contar con una fuente diseñada por Vicente Rojo."

La mayor parte de esos augurios se volvieron realidad; desafortunadamente el dilema del comercio ambulante no sólo no se resolvió, sino que se incrementó, teniendo como efecto que permanecieran problemas como la inseguridad y la basura. Todo ello evita apreciar el enorme esfuerzo que se ha hecho, tanto por el gobierno de la ciudad, como por el sector privado, particularmente la Fundación del Centro Histórico, que creó el ingeniero Carlos Slim.

En los primeros años de la década de los 90 del recién extinto siglo XX, se emprendió un ambicioso programa integral, en el que participaron distintas instancias del entonces Departamento del Distrito Federal y como eje director, el Fideicomiso del Centro Histórico, que se creó en 1991.

Fue impresionante la labor que se realizó: mediante una efectiva negociación, miles de vendedores ambulantes fueron reubicados en plazas comerciales, varias de las cuales hasta la fecha siguen funcionando exitosamente.

Paralelamente se emprendió un programa de rescate integral de las calles, en el que participaron el fideicomiso, la delegación Cuauhtémoc y los vecinos; se habló con estos últimos para que restauraran las fachadas y en lo posible el inmueble completo. Con un transparente sistema, mediante el cual se abría una cuenta de cheques por calle, con la firma de un vecino, un representante de la delegación y uno del fideicomiso, la delegación ponía la mano de obra, maquinaria, equipo y supervisión, y los vecinos aportaban los recursos económicos para la adquisición de materiales de construcción.

Para conseguir fondos para restaurar edificios emblemáticos, se diseñó un ingenioso sistema llamado "Transferencia de potencialidad", complicado de explicar, pero que logró traer dinero del sector privado.

El fideicomiso tramitaba exenciones fiscales muy atractivas para los que restauraban inmuebles en el Centro Histórico, también efectuaban los trámites ante el INAH y la delegación. El resultado fue que recuperaron la dignidad y belleza alrededor de 800 casonas.

Durante dos años se vivió un sueño: las calles sin ambulantes, con banquetas nuevas, mobiliario urbano, las antiguas fachadas arregladas, pintaditas, luciendo su belleza. Les juro que era como pasear por Roma, Praga o cualquiera de esas ciudades europeas que tanto nos impresionan.

Esto sucedió cuando era regente de la ciudad Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, secretario de Gobierno y Alejandra Moreno Toscano, quien fue el motor del proyecto, secretaria de Desarrollo Social.

Ahora ha sido designada autoridad del Centro Histórico por el nuevo jefe de Gobierno, lo cual augura muy buenos tiempos para este sitio excepcional, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

En recientes declaraciones se hace evidente el profundo conocimiento que tiene la doctora Moreno Toscano de la compleja problemática de este lugar que, según comenta, el gobierno capitalino pretende convertir en la sede del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, idea muy acertada, ya que es el corazón del país, desde donde se ha forjado nuestra identidad, ha sido desde tiempos prehispánicos la sede de los poderes: religioso, político y económico, y en muchos sentidos es el espejo en donde todos los mexicanos nos reflejamos.

Por todo ello verdaderamente se renueva la esperanza de recuperar nuestro Centro Histórico, lo que merece un gran brindis. Les propongo el Centro Castellano en su señorial sede, de la calle de Uruguay 16. Para el primer brindis una manzanilla para acompañar una chistorra. Después se impone un vino tinto con cuerpo para aligerar la fabada y del gran horno de ladrillo, el surtido castellano: lechón, cabrito y pecho de ternera. Como es festejo, de remate una crema catalana.

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