Juicios sumarios
1. Ajusticiado. Antes de ser condenado a morir, Rudolf Franz Ferdinand Hoess, comandante de Auschwitz, padre de cinco hijos y nacido en 1900 en Baden-Baden, escribió sus memorias, para hacer acto de contrición.
Fue acusado de haber causado la muerte de:
a) 300 mil personas del campo, en calidad de prisioneros registrados.
b) 4 millones de personas, principalmente judíos, traídos al campo en furgones, procedentes de varios países, con el fin específico de exterminarlos: no figuran en los registros del campo.
c) 12 mil prisioneros de guerra soviéticos encerrados en el campo contra las leyes del derecho internacional, según el régimen de prisioneros de guerra.
d) Matar por asfixia a los condenados, por fusilamiento y, en casos particulares, en la horca; por aplicar inyecciones mortales de fenol o por experiencias médicas que condujeron a la muerte a los reclusos; por la privación sistemática y gradual de alimentos; por la creación de condiciones de vida especiales que ocasionaron una mortandad general; por un trabajo excesivo impuesto a los prisioneros y por la manera bestial de tratarlos, causándoles la muerte instantánea o graves lesiones corporales.
e) Por exterminar a todas las madres junto a sus hijos.
f) Y por torturas físicas y morales.
Al terminar el juicio, el fiscal lo declara culpable y se excusa de no dar lectura a los miles de legajos que conforman el proceso.
"¿Esta usted de acuerdo en que bajo sus órdenes se exterminó en Auschwitz a 4 millones de personas?"
"Según mis cálculos, fueron solamente 2.5 millones. Con todo, acepto mi culpabilidad", contestó Hoess.
2.-Aviso oportuno
Los letreros con un contenido extremo en contra de los judíos se eliminaron durante la Olimpiada de Berlín para evitar que los visitantes extranjeros recibieran una mala impresión. Sólo permanecieron los letreros que decían:
* Aquí no son bienvenidos los judíos (29/01/1936).
* Los niños judíos no pueden jugar con los niños arios (15/03/1937).
* Los empleados de correos que estén casados con judías deben ser cesados inmediatamente (08/09/1937).
Durante un pogrom bien organizado fueron asesinados en Berlín muchos judíos, desvastadas sus tiendas y sinagogas.
Miles fueron transportados a los campos de concentración, donde murieron en las cámaras de gas.
En los libros sagrados de los judíos se prohíbe la cremación.
3.- Recuerdos de infancia
Georges Perec hubiese debido apellidarse Peretz, como su antecesor, el gran escritor que se expresaba en yiddish, o como su propio padre, judío polaco. Aunque Perec sea sobre todo un escritor francés, su nombre conservó la impronta ortográfica eslava.
Elijo su obra, a manera de parábola. El padre, Icek Judko Perec, soldado francés, muere en 1940, cuando combatía a los alemanes; la madre, Cyrla Perec, desaparece en 1942 y muere en Auschwitz; tres de sus abuelos desaparecen también, quizá allí mismo. Durante la guerra, el niño es rescatado por la Cruz Roja y enviado a un internado de pueblo: en 1945 lo adopta una hermana de su padre.
Desde 1955, Perec escoge deliberadamente la profesión de escritor, es decir, la escritura como posibilidad de sobrevivencia. Su escritura tendrá que reflexionar de una manera u otra sobre ese horror: la deportación y la desaparición, de las que Auschwitz sería el paradigma:
"No sé si tengo algo qué decir, sé que no digo nada, balbucea en W...", recuerdos de infancia, novela de aventuras y autobiografía:
"No sé si lo que tuviera que decir no se dice, porque es indecible (lo indecible no está agazapado debajo de la escritura, es lo que la ha hecho estallar); sé que lo que digo es vacío, neutro, signo de una aniquilación total.
"Es eso lo que digo, es eso lo que escribo y es eso y solamente eso lo que se encuentra en las palabras que trazo y en las líneas que esas palabras designan y en los blancos que deja aparecer el intervalo entre las líneas; aunque pudiera detectar mis lapsus... sólo encontraré el último reflejo de una palabra ausente a la escritura, el escándalo de su silencio y de mi silencio."
"No escribo para decir que no diré nada. Escribo: escribo porque vivimos juntos, porque fui uno entre ellos, sombra entre sus sombras, cuerpo cerca de sus cuerpos; escribo porque ellos dejaron en mí su marca indeleble y su huella es la escritura, su recuerdo está muerto a ella, pero la escritura es el recuerdo de su muerte y la afirmación de mi vida."
Y Primo Levi concluye: "Lo decible es preferible a lo indecible, la palabra humana, al gruñido animal".