Poca atención de los medios de comunicación masiva al encuentro social
El FSM arranca con entusiasmo en Nairobi, pese a faltar apoyo oficial
Elites del este africano, de ideología derechista, impulsan intereses de trasnacionales
Ampliar la imagen Como parte del Foro Social Mundial se organizó en Nairobi un concierto para los niños de la calle en el barrio pobre de Korogocho Foto: Ap
Nairobi, 21 de enero. La ciudad de Nairobi, capital de Kenya, se autoproclamó, hoy domingo, ''la ciudad del sol'', al comenzar por la mañana en el Centro Deportivo Internacional Moi de Kasarani los debates organizados por la sociedad civil en el séptimo Foro Social Mundial (FSM). Las discusiones se verán enriquecidas durante la tarde por las mesas redondas coorganizadas por el Foro Social Africano y el Comité Organizador, en una dinámica que durará tres días, antes de que se propongan las acciones comunes.
El comienzo de las discusiones del Foro Social Mundial en esta capital kenyana, se hizo con cierto desorden, pero con un gran entusiasmo característico de los pueblos africanos.
De inmediato se están haciendo evidentes los enormes obstáculos políticos, culturales y económicos que existen en el continente africano para dar paso a las acciones de lucha que se decidan aquí para enfrentar al poderío de las corporaciones trasnacionales y del gobierno estadunidense.
Los medios masivos de comunicación tienen aquí una manera muy evidente de actuar como aparatos ideológicos del gobierno en turno, más que del Estado, y por lo mismo a pesar de que se afanan en aparecer como instancias de un proceso de cambio, no son más que mecanismos de control social.
La apertura de este encuentro sigue mereciendo, en consecuencia, poca atención de la prensa de la capital kenyana. The Sunday Nation relegó la información a la página 35 de su edición de hoy, aunque páginas atrás dio cuenta del acto inaugural al presentarlo como un festival musical. En tanto, que The Sunday Standard publicó dos breves notas en su página 6, donde nada explica sobre los objetivos del foro y sus tareas. Sólo en la radio se escucha de vez en cuando alguna noticia relativa al foro.
En el segundo día de tareas en Nairobi 2007, ya aparecen las grandes personalidades que congrega la reunión: Mary Robinson, ex presidente de Irlanda (1990-1997) y ex Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (1997-2002), lo mismo que el luchador social Kenneth Kaunda, que fuera el primer presidente de Zambia (1964-1991).
Los organizadores pidieron a los responsables africanos que definieran las prioridades de lo que debería ser la temática africana a incorporarse a este foro, y las mismas aparecen en el enlistado de los eventos del primer día, en varias de cuyas mesas se empezaron a discutir cuestiones económicas, sociales y ecológicas, de salud y de género, fundamentales para el continente africano y para el mundo, pero muy pocas del ámbito político.
No se puede ignorar que estas últimas tienen un peso determinante en la problemática africana, pues buena parte de los países del continente ha pasado en la segunda mitad del siglo XX, tras el proceso de descolonización, de tener regímenes unipersonales y de partido de Estado a un multipartidismo, sin que por ello se haya instaurado una verdadera democracia, el respeto a los derechos humanos, ni políticas económicas y sociales de beneficio para las mayorías. Las cuestiones del Estado y de la nación, de las formas de gobierno, de los partidos políticos o de la cultura política están íntimamente vinculadas al creciente dominio que ejercen las corporaciones trasnacionales.
La mayor parte de los países africanos tuvieron al comenzar el proceso de descolonización, luego de la Segunda Guerra Mundial, procesos muy diversos y azarosos de independencia. La mayoría derivaron en regímenes autoritarios presidencialistas y de partido de Estado, que en algunos casos buscaron ser progresistas, pero que frecuentemente terminaron en atroces y sanguinarias dictaduras. Sin embargo, todos tuvieron un rasgo común: continuaron siendo funcionales para los poderosos intereses de dominación económica de los antiguos países colonialistas (Gran Bretaña, Francia, Portugal, Alemania), que siguieron teniendo una influencia determinante y cerraron los ojos ante las violaciones contra los derechos humanos.
En los años setenta el presidente neoliberal francés Válery Giscard D'Estaing tuvo excelentes relaciones de amistad con el presidente centroafricano Bokassa, e incluso avaló su decisión de autoproclamarse emperador, en un ritual que fue una caricatura del de Napoleón I en Francia.
Muchos de estos regímenes pasaron a ser ''modernizados'' en los últimos años en supuestas ''democracias'' pluralistas por la presión del gran capital financiero, pero las mismas no derivaron más que en regímenes, que si bien se ostentan como ''democracias'' en realidad no responden ya a los intereses de las metrópolis europeas, sino a los de Washington, y de las corporaciones trasnacionales, aunque muchas constituyen una simbiosis de modelos.
El presidente camerunés Paul Biya ocupa el poder desde 1982 (hace 26 años) y el ugandés Yoweri Museveni desde 1986 (hace 21 años) y lejos de encabezar gobiernos ''progresistas'' y de compromiso social, como lo hicieron en muchos países los líderes de los movimientos independentistas que también gobernaron muchos años, estos han adoptado de manera sumisa los programas neoliberales. De esta manera, la mayoría de los países del Africa negra están inmersos en un proceso de privatizaciones y de cancelación de los derechos sociales.
Cuestión central para el debate en Africa oriental y en el continente la constituye la desaparición del pensamiento crítico en el ámbito académico y el corrimiento de las nuevas generaciones universitarias hacia el neoliberalismo, lo que va dispersando un clima de conformismo.
De acuerdo con Ali Mazrui, profesor de la Universidad Agrícola Jomo Kenyatta de Nairobi, en el Africa post colonial, los académicos fueron entre 1930 y 1970 años dorados de la lucha nacionalista y anticolonialista, agentes fundamentales del cambio político y económico, y lograron contribuir a la movilización popular. Hoy perdieron ese papel por su sometimiento a las tesis neolioberales, lo mismo en Kenya que en Uganda y Tanzania.
La independencia de Uganda en 1962 no hubiese sido posible sin la contribución de estudiantes y académicos de la Universidad Makerere, como Apollo Obote, que desafiaron patrióticamente a los colonizadores británicos. Como tampoco la de Tanganica, ahora Tanzania, pues Julius Nyerere y varios de sus compañeros estudiaron en esa universidad y desde ahí prepararon la lucha independentista.
En las décadas de los sesenta y los setenta el marxismo tuvo gran influencia en los campus universitarios africanos de la región y varios de ellos, como la Universidad de Dar es Salam (Tanzania), la Universidad Haile Selassie de Addis Abeba (Etiopía) o la misma Universidad de Nairobi (Kenya), fueron centro de un importante debate, que en el caso kenyano fue significativo por la presencia de intelectuales como Ngugi wa Thiong'o y Micere Mugo, que hicieron del marxismo una ética de la distribución, y lograron establecer un diálogo con los políticos.
Las elites del este africano están hoy marcadas de manera clara por el pensamiento de la derecha, y no hacen otra cosa que impulsar los intereses de las trasnacionales. Pocos son los intelectuales independientes y de valía, pues lo mismo académicos que políticos parecen haber olvidado los principios para actuar pragmáticamente. Es el caso de Yoweri Museveni, actual presidente ugandés, que hace tres décadas surgió del ámbito universitario para hacerse uno de los más importantes líderes del este africano, y ha pasado de defender a ultranza las tesis de la izquierda y de criticar al capitalismo, a sostener hoy con supuesta fe los postulados del mercado, haciendo suyo el proyecto trasnacional de las grandes corporaciones y de los organismos financieros internacionales, que ha contribuido a imponer en Uganda, donde gobierna de manera autoritaria desde 1986.
Fuerza militar y violencia
En consecuencia, la naturaleza del actual poder político africano, enmascarado en la mayoría de los países en regímenes pseudo democráticos, no puede desconocerse, y se encuentra también expresado en los enormes cuerpos represivos que existen en esta región.
Tema que empieza a discutirse, y que esta vinculado al de la paz, es el de los descomunales gastos bélicos de la mayor parte de los gobiernos de Africa, que en su casi totalidad prevalecen hasta ahora no por el consenso sino por la fuerza militar y la violencia. El continente africano es una de las regiones más armadas del mundo, y esta situación genera todo tipo de inquietudes.
Mientras empiezan los debates, el ambiente político ha impactado ya al FSM. Este es un año electoral para Kenya, y las ambiciones reeleccionistas del presidente conservador Mwai Kibaki, son evidenciadas por una serie de maniobras muy cuestionadas, como la mañosa redistritación electoral del país y la designación de incondicionales suyos como integrantes del órgano encargado de organizar y vigilar las elecciones, todo lo cual aumenta la tensión, que se hizo mayor el viernes 19, cuando el popular dirigente político y líder de la oposición oficial, Uhuru Kenyatta (hijo del héroe independentista y primer presidente Jomo Kenyatta), anunció que buscaría la investidura presidencial de la coalición ODM-Kenya.
Los hechos negativos alrededor del foro siguen sucediendo: ayer Larissa Keet, delegada del Global Fund para las mujeres, murió al ser arrollada por un autobús en el centro de Nairobi; además, el gobierno kenyano negó en el Aeropuerto Internacional Jomo Kenyatta la entrada al país a 50 delegados de Camerún, Chad y Nigeria por supuestamente ''carecer de visado''.
Sin embargo, el FSM arranca con gran entusiasmo a pesar de los obstáculos y de que no tiene ninguna simpatía entre los círculos oficiales, pero los delegados empiezan a trabajar a ritmo desbordante.
Edward Oyugi (presidente del comité organizador) señalaba ayer que la empresa responsable de colocar banderolas a lo largo de la ciudad, y en especial en el camino que va del aeropuerto al estadio de Kasarani, no había cumplido su compromiso, y en consecuencia en la capital de Kenya no hay ningún signo visible del encuentro, pero la gente va llegando con entusiasmo a las sedes, por lo que augura que un gran éxito coronará sus esfuerzos.
Señala que el gobierno de Mwai Kibaki ofreció el año pasado a los organizadores un apoyo de 25 millones de chelines (unos 368 mil dólares), pero hasta ayer no les había entregado ni un chelín, por lo que han tenido que sacrificar muchas iniciativas de propaganda. El costo de organizar FSM de Nairobi es de 200 millones de chelines kenyanos (es decir, cerca de 3 millones de dólares), lo que constituye la mitad del presupuesto original.
A pesar de todo, Nairobi 2007 va a empezar a sorprender, como ya se ve por la alegría con la que se están efectuando las primeras reuniones.