Abstinencia
La abstinencia sexual como política pública adquiere hoy cierta lógica. Felipe Calderón la promueve abiertamente desde la Secretaría de Salud, pero no se queda ahí. Hay que abstenerse del sexo, pero también de tener empleos bien remunerados, de comer carne y tortillas, de protestar contra la imposición, de luchar por una democracia verdadera, de soñar con ser libres... Es el gobierno de la abstinencia.
Someter el deseo sexual ha sido históricamente una de las formas más efectivas que ha utilizado el poder para control de lo humano. Pero hay un pequeño problema: para someterlo hay que ir en contra de lo más íntimo en nuestra especie, es decir, contra una realidad biológica y síquica que se le opone. La única forma de lograrlo ha sido en otros tiempos como en el medievo o la época victoriana la amenaza, infundir miedo y, llegado el caso, emplear el castigo sobre los cuerpos, confinándolos en cárceles, hospitales o manicomios y sometiéndolos a diversas formas de tormento.
Pero esto es el siglo XXI y nuestro país se llama México. La pregunta es: ¿en qué ha cambiado el control de la sexualidad? Creo que muy poco. El propósito desde el poder sigue siendo el mismo: el sometimiento de los cuerpos y el deseo. Como en la Edad Media, la Iglesia desempeña un papel central, pero ahora con un poder mermado por la aparición de diversas formas de resistencia y por los avances en el conocimiento científico. Sin embargo, ha logrado aliarse con un poder político contemporáneo que toma la forma de democracia representativa, con una fuerza militar y capacidad coercitivas nunca antes conocidas, que ha encontrado en este control un modelo que le resulta indispensable. Se trata de Estados Unidos... nuestro vecino.
La amenaza y el miedo son ahora, como en el medievo, los elementos empleados en el control de la sexualidad en nuestro país. La abstinencia sería la solución lo mismo contra embarazos no deseados que ante las enfermedades de transmisión sexual. Algo así como: "Si tienes sexo te vas a morir". No sólo eso, el tormento y la muerte siguen siendo el castigo (no oficial, pero validado oficialmente) para quienes expresan una sexualidad juzgada inaceptable. Como ejemplo cito el brutal asesinato de José Ernesto Leal Rodríguez, denunciado recientemente por Carlos Monsiváis, Jenaro Villamil y Carlos Bonfil, por el "delito" de ser homosexual. Esto no es la Edad Media: es México en el siglo XXI.
Vamos para atrás. Pasamos de una etapa avanzada en la que por décadas la salud de los mexicanos se basó en criterios científicos y técnicos, a otra en la que nuestro bienestar depende de criterios medievales. Pero no es por casualidad. Algunos piensan que el nombramiento del actual secretario de Salud responde a un pago de factura de tipo local, para satisfacer a los grupos más conservadores del país. Sí, pero tiene que ver además con una lógica mundial. Estados Unidos se beneficia del control de un grupo de naciones periféricas que le son no sólo afines, sino serviles.
No se trata de un pronunciamiento más de corte antimperialista. Es nuestra realidad en este siglo. Se trata de una asociación del país con el mayor poder militar del planeta, con el Vaticano, para el control de naciones que se mantienen empobrecidas, con muy bajos niveles educativos y científico-técnicos. Un grupo numeroso de naciones, principalmente de América Latina y Africa, son saqueadas hasta la última gota, y la esperanza de vida al nacer en ellas es de las más bajas en el mundo, es decir, las personas mueren como moscas, pero, eso sí, con la bendición de los obispos. El gobierno estadunidense acude a los foros internacionales acompañado de su séquito desangrado y obediente, para promover la abstinencia, el combate a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres o el rechazo a la investigación en células embrionarias. El gobierno de Felipe Calderón hace lo posible para lograr el ingreso de México a este universo. Estorba la ciencia y su intromisión en las políticas de salud. La solución es fácil: reducir el presupuesto a la investigación.
Pero se trata de una asociación hipócrita con las naciones pobres. Pues en Estados Unidos se ha aprobado no sólo el uso de la píldora del día siguiente, sino también el RU-486, que produce el aborto, el cual es legal en varios estados; asimismo, se realizan experimentos de clonación con fondos privados y su ciencia es una de las más avanzadas del planeta.
Volviendo al tema de la abstinencia sólo quiero citar un trabajo muy reciente de John Santelli y sus colaboradores, publicado hace unos días en el American Journal of Public Health, en el que se muestra que la reducción de embarazos no deseados en adolescentes es el resultado de la disponibilidad de métodos anticonceptivos, incluido el condón, y que la promoción de la abstinencia es insuficiente para resolver este problema.