Rebasar a la derecha desde la izquierda/ 2
1. En memoria de Kapuscinski por sus inolvidables frescos sobre el despotismo autoritario. Espero que algún día se pueda decir, como él con respecto al periodismo, que la política no es un oficio de cínicos.
2. Aquellos tiempos, Don Susanito. No deja de ser sintomático que el instrumento central que se utilizó con éxito durante los gobiernos de De la Madrid y Salinas para controlar y administrar la inflación, se desempolve nuevamente con motivo de las crisis de la tortilla. Lo sorprendente hoy es la relativa ineficacia de los pactos para alcanzar un modesto objetivo que además establece carta de naturalización a un abusivo incremento. Las grandes corporaciones sindicales y patronales ya no representan a la mayoría de sus supuestos agremiados. Se podría decir por tanto que los neoliberales radicales han coronado con éxito su tarea demoledora, cuando pregonaban que no sólo la intervención de Estado sino también toda forma de agrupamiento social distorsionaba los mercados. También se podría añadir tomando prestada una frase de Tocqueville en su Antiguo régimen y la revolución: "(Todos los errores de la Casa de Francia) debieron ya sea su origen, ya su duración o su desarrollo, al arte de que gozaron la mayoría de nuestros reyes para dividir a los hombres, con el fin de gobernarlos de la manera más absoluta... Ya nada existía organizado para incomodar al gobierno, pero nada tampoco para ayudarlo".
3. Polvos de otros lodos. La crisis de la tortilla también está arrojando luz al signo distintivo de las sociedades latinoamericanas hoy: fragmentación social más exclusión. En necesario subrayar constantemente que estamos hablando de la región geográfica más desigual del mundo. Todos los países de la región son más desiguales que el promedio mundial. Algunos analistas estiman que la pobreza en América Latina que afecta a más de 200 millones de personas se habría eliminado si la región tuviera la misma distribución de ingreso que tienen algunos países de Europa del este o de Asia. Un estudio del Banco Mundial en 2003 concluye que estos altos niveles de desigualdad en el ingreso y el bienestar: disminuyen el ritmo de reducción de la pobreza al disminuir el crecimiento afectan el crecimiento económico y el desarrollo propiciando además un contexto que favorece espirales de violencia y crimen. La inequidad acrecenta la disparidad social y productiva de nuestras sociedades, dificulta la construcción de consensos duraderos y alimenta una visión política cortoplacista y depredadora.
5. Apoyo errático a la democracia. El informe Latinobarómetro 2006 consigna que cuatro de cada 10 latinoamericanos asocian la democracia con "libertades civiles e individuales". Quizás la cifra más importante es aquella que nos indica que cada día más personas no saben qué responder a la pregunta sobre qué es la democracia que aumenta de 27 por ciento a 32 por ciento entre 2001 y 2005. Al mismo tiempo más de dos tercios de los latinoamericanos consideran que son gobernados por unos cuantos grupos poderosos. El indicador más emblemático sobre el apoyo a la democracia es la pregunta que tiene tres alternativas por una parte la democracia, por otra parte el autoritarismo y en tercer lugar los que les son indiferente el tipo de régimen. Latinobarómetro registra este indicador desde 1995 y el resultado de este año muestra un aumento del apoyo a la democracia de 53 por ciento en 2005 a 58 por ciento en 2006. Sin embargo desde 1995 hasta 2006 el apoyo a la democracia ha permanecido estancado en 58 por ciento de la población; al igual que gobierno autoritario y "da lo mismo" con 17 por ciento cada una.
6. Los rebeldes cívicos. O'Donnell elaboró un índice de intensidad ciudadana que mide la participación. En el estudio del PNUD (2004) se retoma y se encuentra que 19 por ciento de los latinoamericanos serían demócratas participativos y 22 por ciento no-demócratas participativos o ambivalentes. El grupo ambivalente apoya la democracia, pero está de acuerdo que el gobierno tome decisiones antidemocráticas. Consideran más importante el impulso al desarrollo que la democracia. Consideran válido que el presidente imponga el orden por la fuerza, controlar a los medios de comunicación e ignorar a los partidos y al Congreso, en tiempo de crisis. Aunque no hay necesariamente una equivalencia en el informe 2006 de Latinobarómetro un porcentaje importante de electores (promedio regional 14 por ciento) considera que la manera más efectiva para cambiar las cosas es participar en movimientos de protesta. Este segmento que lo denominan los rebeldes cívicos apoyan menos la democracia (50 por ciento) que el total de la población (59 por ciento), también desaprueban en mayor medida la gestión de su presidente (44 por ciento rebeldes cívicos versus 37 por ciento de la población), desconfían en mayor medida del presidente (57 por ciento versus 50 por ciento) y en su gobierno (59 por ciento versus 55 por ciento).
7. Tocqueville. Cuanto más derechos más irritación. Estos indicadores nos están señalando algo importante. Conforme se avanza en democracia y se conquistan algunos derechos se vuelven más intolerables las fortalezas autoritarias que subsisten. Se vuelve intolerable para un segmento de la ciudadanía la percepción de pequeñas oligarquías que se benefician desmedidamente del nuevo contexto. En presencia de una débil institucionalidad una ausencia de competencia civilizatoria usando el término de Sztompka los ciudadanos se expresan en movilizaciones espasmódicas que a veces conducen a nuevos arreglos institucionales, pero las más de las veces a liderazgos políticos que se instalan precariamente en la dirección del Estado. Su mayor o menor permanencia en la conducción del Estado es producto de su legitimidad de origen y del tipo de reacción de las elites políticas y económicas.