Usted está aquí: domingo 28 de enero de 2007 Política Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

Guerra de las galaxias: China desafía a EU

Ampliar la imagen George W. Bush, el viernes pasado en Cambridge, Maryland Foto: Reuters

Debemos acostumbrarnos a las cada vez más pletóricas noticias tecnomilitares, donde Estados Unidos, en plena decadencia, es superado por sus principales competidores: Rusia y China.

Tras la advertencia de Scott Ritter sobre el novedoso misil balístico intercontinental ruso que puso en tela de juicio la estadunidense Guerra de las galaxias, toca el turno a China horadar el monopolio en el espacio de la otrora superpotencia unipolar mediante el lanzamiento de un misil que aniquiló a uno de sus satélites en órbita.

Ya advertíamos en Bajo la Lupa (6/11/05) las averías de los caños de desagüe de la torturadora teocracia bushiana: "A sus graves problemas domésticos se sumó el nuevo posicionamiento geoestratégico de Rusia como la primera potencia en el espacio, al haber probado por sexta vez y en forma exitosa el misil balístico intercontinental RS-M Topol-M (conocido en la clasificación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte como el SSX-27) y que "somete (sic) el proyecto de defensa en el espacio de Estados Unidos a un costo de 50 mil millones de dólares" (Pravda, 2/11/05). De un plumazo, el sistema balístico ruso Topol-M, de "trayectoria impredecible que lo hace inmune (sic) a la destrucción" (incluyendo los impactos electromagnéticos), acabó con el sueño defensivo estadunidense y su dispendioso costo del sistema misilístico defensivo, como predijo Scott Ritter, ex inspector estadunidense en Rusia y en Irak ("Rudo despertar", The Christian Science Monitor, 4/1/05).

Mientras Estados Unidos se confinó sin modificar al guión cinematográfico hollywoodense de la Guerra de las galaxias ­que, por cierto, engañó infantilmente a los cándidos estrategas soviéticos predispuestos al derrotismo, encabezados por el mariscal superingenuo Nikolai Ogarkov, que se rindieron ante su espejismo (Bajo la Lupa, 14/8/05).

Ya habíamos advertido también sobre la capacidad antisatelital de China que pondría en jaque a todo el sistema C4ISR, que comprende las cuatro letras C (Comando, Control, Comunicación, Computadoras): los chinos han estado muy activos desarrollando "armas antisatelitales", que incluyen rayos láser lanzados desde Tierra para "cegar los sensores de los satélites" estadunidenses, para colocar algo así como un Hezbollah guerrillero en el espacio sideral" (Bajo la Lupa, 5/11/06). Como era de esperarse, la "acupuntura militar" china aguijonea a Estados Unidos (EU) en el espacio. Un ataque chino contra 50 satélites en "baja órbita" cegarían el C4 estadunidense en horas.

La jauría de multimedia anglosajones, a los que se han sumado los genuflexos nipones, ha entrado literalmente en pánico, con la justa excepción de The Times, periódico conservador londinense que rompió filas y ha elaborado análisis más juiciosos.

Michael Evans, editor de Defensa de The Times (20/1/07), aduce que la prueba antisatelital china "obligará a Estados Unidos a revisar su entera estrategia en el espacio". Súbitamente, los satélites espías de Washington ­ojos y orejas del Pentágono­ parecen vulnerables, aunque estén parcialmente protegidos por tecnología furtiva, lo cual lo obligará "a desarrollar mayores números de versiones miniaturizadas para maximizar la probabilidad de supervivencia frente a un ataque misilístico". Evans resalta que "EU despliega sus satélites superespías en la baja órbita terrestre, la misma arena espacial que los satélites meteorológicos chinos".

El simple aguijoneo de la "acupuntura militar" china obligará a Estados Unidos a mayores gastos bélicos cuando la construcción de un satélite espía cuesta a este país unos 500 millones de dólares, y otros 200 millones lanzarlo.

Estados Unidos y Rusia poseen la capacidad que hoy imita China desde la década de los 70 pasados. La versión del misil que lanzaron los chinos es la más rústica y forma parte de tres modelos de un sistema que tienen alcance mayor y son capaces de golpear a un satélite a 35 mil kilómetros de la Tierra.

Evans concluye que "para los chinos la tecnología antisatelital tiene mucha importancia. Cada guerra desde el conflicto en el golfo Pérsico desde 1991 ha dependido de los satélites para guiar las armas. Pekín planifica un conflicto potencial con Washington sobre Taiwán. Y los chinos se encuentran preocupados de la credibilidad de sus sistemas nucleares si Estados Unidos despliega una red misilística de defensa a gran escala. Las armas antisatelitales proveían una capa disuasoria adicional".

Bronwen Maddox (The Times, 20/1/07) se remonta a la Política Nacional en el Espacio firmada por el presidente George W. Bush en octubre pasado, que señala como "provocadora en dos frentes. Mueve el énfasis de las actividades estadunidenses en el espacio de las ciencias y la exploración a la seguridad y la defensa", y "asevera el derecho a negar el acceso al espacio a cualquiera que sea hostil a los intereses de Washington". Concluye que China disparó un tiro para sentarse a debatir el futuro del espacio con Estados Unidos.

Jane Macartney, Richard Beeston y Tim Reid (The Times, 20/1/07), resumen que "los analistas estadunidenses comentan que la prueba china expuso la vulnerabilidad del aparato de la seguridad nacional" de la superpotencia.

Eric Leser, de Le Monde (26/1/07), interpreta que el "11 de enero la destrucción de un satélite meteorológico por un misil chino, confirmada por Pekín, es entendida en Washington como prueba y advertencia cuando la Casa Blanca se encuentra debilitada. Se interpreta también como el paso de un umbral importante por el ejército chino en su capacidad para neutralizar la ventaja tecnológica estadunidense en caso de una confrontación sobre Taiwán". Según Leser, el éxito chino tomó desprevenido al Pentágono y recuerda que en septiembre pasado, China "había iluminado" durante un instante "un satélite de estadunidese mediante un rayo láser emitido desde el suelo".

El golpe magistral de China rompe el alucinante monopolio de Baby Bush, quien el año pasado había manifestado en forma unilateral ser el dueño indisputable de la Vía Láctea y había elevado la puja tecnológica en el espacio sideral (Bajo la Lupa, 22/10/06). En ese entonces comentamos: "a ver cómo responden" China e India.

Los chinos escogieron el momento apropiado para su prueba cuando Baby Bush se encuentra patéticamente atribulado en los frentes doméstico y externo.

De dos cosas una: o arrecia la carrera armamentista en el espacio entre los tres gigantes ­Estados Unidos, Rusia y China­, a los que se podrían sumar 40 países en un futuro no muy distante, o los chinos habrán obligado a EU en momentos en que se encuentra "sobrextendido" militar, financiera y económicamente, a sentarse a negociar la abolición de armas en el espacio sideral para reconvertirlo en un ambiente común del género humano.

En agosto pasado, Baby Bush reiteró su enésima posición por la militarización monopólica y unilateral del espacio, haciendo oídos sordos a las exhortaciones de Rusia y China.

Los vientos que siembra Baby Bush siempre han acabado por cosechar tempestades, y la prueba antisatelital de China el 11 de enero, empequeñece la dimensión del 11 de septiembre antiterrorista. De tal dimensión fue la jugada china.

 
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