Difícil integración de jóvenes indígenas que están fuera de la resistencia del EZLN
Abre la otra campaña opciones de lucha para comunidades y familias no zapatistas
De 15 años en adelante están migrando a Estados Unidos, Quintana Roo o Jalisco
Ampliar la imagen Falta concientización, educación, dinero y tierras, dice Miguel Angel Ruiz Díaz, y los jóvenes enfrentan alcoholismo, migración, inducción consumista y manipulación Foto: Archivo/La Jornada
Selva Lacandona, Chis. 3 de febrero. Los jóvenes indígenas de las organizaciones tradicionales en las cañadas de la selva enfrentan crecientes dificultades para integrarse a la vida productiva y política, en especial aquellos fuera de la resistencia zapatista. Alcoholismo, migración, inducción consumista, manipulación política gubernamental y crisis de credibilidad de los partidos con presencia en la región (PRI y PRD) cifran una crisis de acción e identidad. Por lo visto, la otra campaña convocada por el EZLN ha abierto nuevas opciones de lucha independiente que están rompiendo los cercos militar e institucional que padecen también las comunidades y familias no zapatistas.
Miguel Angel Ruiz Díaz, del pueblo Salvador Allende, en Montes Azules, tenía seis años cuando el levantamiento zapatista. Actualmente tiene 19: "He sido siempre de la Aric Independiente, porque de ahí es mi papá, sólo que yo he vivido mucho fuera de mi pueblo porque me sacaron a estudiar a Ocosingo; luego fui a Jalisco a estudiar la secundaria, y en el istmo de Tehuantepec y San Cristóbal de las Casas terminé la preparatoria. En la Universidad Autónoma de Chiapas empecé una licenciatura pero la abandoné apenas por falta de recursos. Ahora estoy en el pueblo, apoyando en lo que se puede en la organización y siguiendo los pasos de la otra campaña".
Considera que en las comunidades "está ahorita muy difícil el trabajo político, lo que se ve son los jóvenes de mi edad que se están yendo a Estados Unidos, Cancún, Playa del Carmen y Arandas (Jalisco). Desde los 15 años en adelante ya se empiezan a ir". Falta concientización, educación, dinero y tierras. "Y luego, la verdad, también se van sólo por unos tenis nuevos, o una grabadora, o porque ven que alguien regresa y trae los antojos y la ambición".
Pero la situación es más complicada, abunda: "Hay una responsabilidad grande del gobierno, de cuando empezó a meter los malditos proyectos a las comunidades para que los indígenas dejaran sus tierras. Ahí empezó todo, cuando la gente se halló en los apoyos y empezó a dejar su cafetal, su milpa, y cuando ya no hay el dinero que les daban, empieza la competencia a ver quién tiene más, y así empieza la emigración. Esto tiene como cinco años. Pero ahora, curiosamente, ya bajó. Lo que pasa es que no hubo resultado. Mucha gente no regresó ni mandó dinero. Las mujeres se quedaron solas y la comunidad se va desintegrando".
Describe otros problemas de los jóvenes. Uno, "muy serio", es el alcoholismo. "Desde muy temprano se está consumiendo tabaco y alcohol. Hay una bola de borracheras de niños hasta de 10 o 12 años. Sabemos que en las comunidades zapatistas no se toma trago, pero no es fácil aplicar esta regla en otros pueblos. El alcohol arrastra a todos y es difícil controlarlo, porque el que denuncia el mal del trago se convierte en enemigo de la comunidad; lo burlan, pues. No hay conciencia clara sobre las consecuencias del alcoholismo y es muy poca la gente que se atreve a hablar de ese mal. Todos son cómplices."
Admite que no son muchos los jóvenes de la Aric-I que entiende que en la otra se trata de lograr la unión. "Pero tampoco se integran a los trabajos de nuestra organización ni a nada, lamentablemente se están yendo". El nunca se ha planteado ser zapatista. "Casi no he estado en mi comunidad", justifica.
De la otra, a la cual se adhirió, opina: "quisiera que se desarrolle más en todo el país, que haya mucho más colectividad, que siga la lucha.
"Ya estoy en edad de votar, pero pienso que vote o no, en el pueblo las cosas siguen igual. No creo en el gobierno ni en sus promesas. Por eso no votamos, ni jóvenes ni grandes". Señala que la Aric-I llamó a sufragar por Juan Sabines, "pero en nuestra región no votamos, y muchas organizaciones que de por sí tenían indicaciones de votar por el PRI o el PRD de todas maneras no lo hicieron. Ya no es tan fácil que nos traten así; no hay credibilidad".
La Aric-I, a la que pertenece Miguel Angel, es una de las tres vertientes en que se dividió la Asociación Rural de Interés Colectivo-Unión de Uniones, a raíz del alzamiento zapatista. Heredera de un proceso iniciado en 1974 tras el Congreso Indígena que marcó una nueva etapa para las luchas indígenas, la unión de ejidos Quiptic ta Lecubtesel (1975) se sumaría hacia 1980 a otras uniones ejidales de la selva, en lo que devendría Aric en 1988. A partir de 1994, el gobierno salinista "amarró" al carro del PRI una parte de esta organización, conocida desde entonces como "oficial", de la que posteriormente se separaría una Aric "Unión de Uniones" de oscilante trayectoria, aun dentro del espectro oficialista.
No es secreto que en los años previos al levantamiento muchas comunidades dejaron la Aric para sumarse al entonces clandestino EZLN. Los indígenas que no asumieron la lucha armada ni pasaron al PRI formaron la "independiente", que sin enfrentarse al zapatismo se vinculó al PRD y aceptó en parte los "programas" gubernamentales que llovieron sobre los pueblos indígenas para ahondar la diferencia entre los rebeldes en resistencia y las demás organizaciones.
En 2000, al llegar el PRD al poder estatal, la Aric-I se distanció más abiertamente del zapatismo y sus municipios autónomos, a los cuales había respaldado inicialmente. Ha sido una compleja historia de desencuentros. La otra campaña es la primera iniciativa zapatista en una década a la que responden comunidades enteras de ariqueros independientes.