En 15 años transformaron un campo de batalla entre pandillas en centro comunitario
La violencia y las drogas no se acaban con armas y operativos: Codeco-OJR
Ofrecen terapias ocupacionales, talleres, exposiciones y hasta una misa rock
Ampliar la imagen Este espacio, ubicado en la colonia Consejo Agrarista Mexicano, que hace 15 años estaba dedicado al vicio y a la lucha entre bandas, ahora es ocupado por jóvenes que buscan la salida al problema de las drogas, y por niños cuyo único vicio es jugar Foto: Roberto García Ortiz
Ampliar la imagen Este espacio, ubicado en la colonia Consejo Agrarista Mexicano, que hace 15 años estaba dedicado al vicio y a la lucha entre bandas, ahora es ocupado por jóvenes que buscan la salida al problema de las drogas, y por niños cuyo único vicio es jugar Foto: Roberto García Ortiz
Hace más de 15 años, un espacio en la colonia Consejo Agrarista Mexicano, en la delegación Iztapalapa, era utilizado como campo de batalla por las pandillas de varias colonias de la zona, al oriente de la ciudad. Hoy, el sitio continúa siendo refugio de bandas pero ahora organizadas en dos asociaciones: la Organización Juvenil Revolucionaria (OJR) y el Consejo para el Desarrollo Comunitario (Codeco), con un propósito muy distinto al de hace decenio y medio: alejar a los jóvenes de la violencia y las drogas.
El éxito que han obtenido se refleja en los apoyos que reciben de instituciones nacionales e internacionales para apoyar sus actividades, como los talleres de aerografía, serigrafía, graffiti y dibujo artístico; su misa rock (la primera de ellas dedicada a la memoria de los caídos en riñas y por el consumo de drogas y el alcohol), la Expo Chavos Banda que organizan cada año en noviembre, su página web (www.codeco-ojr.com.mx) y terapias ocupacionales como la producción de camisetas que ha hecho a más de uno microempresario.
"Esto es lo que necesitamos para acabar con la violencia y con las drogas, no con armas como hace la Federal Preventiva en sus operativos para intimidar a la gente", comentó Roberto Durán, uno de los coordinadores del espacio conocido como Centro Comunitario y Deportivo Chavos Banda y presidente de Codeco, a Martí Batres Guadarrama, secretario de Desarrollo Social (Sedeso) del Gobierno del Distrito Federal, y a Javier Hidalgo Ponce, director del Instituto de la Juventud, en un recorrido por el lugar.
Sorpresas y promesas
Casi un centenar de adolescentes, hombres y mujeres, guardan silencio cuando el funcionario pregunta cuántos dejaron la prepa y quisieran seguir estudiando; ríen algunos cuando refiere la falta de espacios educativos, culturales y de esparcimiento: teatros, museos, cines, todos están en el centro de la ciudad, pero a unas cuantas calles de allí está el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente; se asombran con el dato de que 60 por ciento de los presos allí son jóvenes de menos de 30 años y que los dos reclusorios que se construyeron en la pasada administración costaron casi lo mismo que las 16 preparatorias: alrededor de 800 millones de pesos.
La apuesta, les dice, para un programa con equidad que incluya a los jóvenes, tiene en principio 10 acciones, algunas ya conocidas como las tarjetas para acceder de manera gratuita a los transportes del GDF; la construcción de dos preparatorias y un campus de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; la convocatoria para jóvenes talentos que anunció el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, el domingo pasado; las becas para estudiantes de las preparatorias del GDF; un seguro educativo para el caso de que fallezca el tutor, para que los hijos concluyan hasta la preparatoria.
Y otras nuevas como el festival de los jóvenes a fin de año; la instalación de cibercafés donde tengan acceso gratuito a dichas tecnologías; un programa de alfabetización con jóvenes y un fondo para proyectos culturales y científicos juveniles.
Con este último, garantizó que podrían obtener los recursos para ampliar el espacio de los talleres a fin de recibir a un mayor número de jóvenes, muchos de ellos llevados allí por los mismos líderes de las 35 bandas de unas 10 colonias periféricas, en cuanto detectan que se inician en el consumo de alguna droga.