Desde el Otro Lado
Paradojas
Desde mediados del año pasado las autoridades migratorias de Estados Unidos han venido realizando redadas en algunos estados de la unión americana en las que han detenido a un sinnúmero de indocumentados deportándolos a sus lugares de origen. Este activismo se agudizó y en los últimos dos meses en que los detenidos se cuentan por cientos.
En principio se dijo que la finalidad era acabar con las bandas que trafican con indocumentados; posteriormente, que se trataba de capturar falsificadores de documentos migratorios; recientemente, simple y llanamente que es obligación del Ejecutivo cumplir con las leyes migratorias.
Hay que recordar que fue el presidente Bush quien en principio envió una propuesta al Congreso para reformar el sistema migratorio, de forma tal que también se beneficiara a los millones de indocumentados que viven en Norteamérica.
Por ello es sorprendente este súbito activismo que pareciera ir a contracorriente de su intención por lograr una reforma justa y amplia. Ya se sabe que esa propuesta y la que a su vez hizo el Senado fueron rechazadas en la Cámara de Representantes, que en cambio aprobó una contrapropuesta esencialmente antinmigrante, cuya máxima expresión es la construcción de una muralla fronteriza.
La clave parece estar en que la reforma debe pasar la prueba de fuego de los grupos más reactivos a ella: un conglomerado integrado por organizaciones e individuos que no entienden, o no quieren entender, el porqué se debe otorgar un estatus migratorio a quienes por ahora no lo tienen, pero que, por conveniencia de la economía estadunidense, conviene que lo tengan.
La exigencia de esos grupos, según lo expresaron en las audiencias convocadas en diversos puntos del país para discutir la propuesta de reforma, es que antes que cualquier cambio en la ley hay que asegurar las fronteras y castigar a quienes dentro de ellas la han violado.
Para mala fortuna de los indocumentados esta idea predomina no sólo en quienes no quieren la reforma, sino también en quienes la han apoyado. Paradójicamente, una iniciativa para darles un estatus legal justo se convirtió en una espada de Damocles y en el detonador de una agresiva campaña en contra de ellos.
En el Congreso las cosas han cambiado y la mayoría demócrata, acompañada de un número todavía incierto de republicanos, parece que ahora sí aprobará una reforma migratoria. El propio presidente ha expresado su optimismo al respecto.
No se sabe si la tercera será la vencida. Habrá que hacer votos para que no quede atrapada entre las negociaciones sobre la guerra en Irak o la reforma al sistema de salud o la reducción del déficit. De ser así todos los sacrificios, o más bien habría que decir todos los sacrificados, lo habrán sido en vano.
Un abrazo fraterno en estos días difíciles