Obra del escritor hondureño Horacio Castellanos
Desmoronamiento, novela a tres voces sobre el odio intrafamiliar
En segundo plano: la guerra entre Honduras y El Salvador de 1969, además del golpe de Estado en este último país en 1972. En primer plano: más de dos décadas de historia de una familia, también en conflicto a partir del odio y la histeria de una esposa y madre intolerante y conservadora, un punto de partida suficiente para que el escritor Horacio Castellanos Moya, nacido hondureño, crecido salvadoreño y radicado en México desde hace varios años pueda atrapar al lector con la nueva "expansión" de su universo narrativo: la novela Desmoronamiento, una mezcla de buen melodrama, intrigas políticas, crónica de guerra y novela policiaca.
Autor reconocido por explorar diversas facetas de las guerras civiles centroamericanas de los años 80 y 90 y sus consecuencias, Castellanos Moya (1957) se remonta ahora a fines de los años 70 para comenzar a contar la historia de los Mira Brossa, una familia de clase pudiente de Tegucigalpa, que habrá de ligarse en más de una manera con El Salvador y que está articulada y desarticulada por doña Lena, dueña de un carácter colérico.
El eje de la novela es, de manera fundamental, el drama familiar a partir de la relación de odio de Lena con su esposo, don Erasmo, y, sobre todo, con su hija Teti, quien se casa con Clemente, un "salvadoreño comunista" con quien procrean a Eri, comenta Castellanos Moya, quien ha escrito ensayos, cuentos y novelas, como La diabla en el espejo, El arma en el hombre y Baile con serpientes.
El escritor centroamericano habla en entrevista telefónica desde Pittsburg, Pensilvania, donde realiza una residencia.
Tres momentos, una novela
¿Desmoronamiento tiene elementos autobiográficos?, pues existen similitudes entre Eri y tú: nacidos en Honduras, llevados de niños a El Salvador, de adultos periodistas radicados en México.
Tiene el elemento autobiográfico de Eri. Digamos que aprovecho mis experiencias personales y las incorporo en la novela. Pero la construcción de los otros personajes responde más a las necesidades de la ficción.
"La novela tiene tres componentes: uno autobiográfico, en lo que respecta a mis recuerdos, a la infancia que viví y trato de recrear. Un componente hemerográfico: hay muchas cosas que están construidas a partir de investigación en los periódicos. Y un tercero, el de la fabulación, que son personajes construidos a partir de las necesidades de la trama.
"Además agrega, Desmoronamiento está concebida como un tríptico, en el cual se cuentan tres momentos históricos, de tres formas distintas, con tres voces distintas y con grandes elipsis de tiempo, pero que configuran en sí una sola pieza.
En cada uno de ellos se mezclan elementos distintos, como el melodramático, el dramatúrgico (sobre todo la primera parte, que parece casi una obra de teatro por la importancia de los diálogos) y un asesinato que hace bordear lo policiaco.
Un caldo de cultivo
Se le comenta que la estructura de la novela responde a eso, con tres partes diferenciadas: la primera contada en tercera persona y de manera más dramatúrgica, con hincapié en el diálogo; la segunda de modo epistolar, mediante las cartas entre Teti y su padre, y la tercera en voz de Mateo, el jardinero.
"La intención era darle a la primera parte una gran tensión dramática hasta la vociferación y locura de doña Lena. La parte epistolar pretende reflejar la incomunicación entre Teti y su madre, y la búsqueda de comunicación con el padre, además de que ahí se contara la guerra entre Honduras y El Salvador, y el posterior golpe de Estado en este país sin caer en una novela histórica. Y la última, contada en primera persona por el jardinero, personaje curioso y ajeno a la familia."
Comenta que ambos conflictos son muy importantes porque suceden 10 años antes de que comiencen las guerras civiles centroamericanas, "que no surgieron de la nada, porque ya existía un caldo de cultivo de violencia, de ejercicio despótico del poder y desencanto de grandes sectores de la población que hoy persiste".
Doña Lena es también una metáfora del autoritarismo y la intolerancia.
Representa al pensamiento intolerante que quiere controlarlo todo, es el eje del pensamiento autoritario que lleva a los totalitarismos, pero fundamentalmente a los fascismos.
Castellanos Moya prepara otra novela que, dice, lo llevará más atrás en el tiempo, a la década de los años 40 en El Salvador.