A media luz se fue Jorge
"Lo que no puede ser, no puede ser, porque es imposible", decía o dicen que decía el torero gitano Rafael Gómez, El Gallo. Y es que en las corridas de toros, cuando estos salen parados, deslucidos, sin emotividad, se estrellaron las ganas de despedirse triunfalmente de uno de los toreros consentidos de la Plaza México, los últimos 25 años, el hidalguense Jorge Gutiérrez.
En tarde de nostalgias y remebranzas y al son de las golondrinas, el torero de Tula, la mirada vidriosa por la emoción y los cientos de aficionados que lo rodeaban; su pequeña hija le cortó la coleta al matador que acompañado de sus otros dos hijos. En el ruedo quedaban los recuerdos de un Jorge juvenil entregado tarde con tarde, hasta llegar a ser gran figura del toreo.
Ante la impotencia de que le embistieran los toritos que le tocaron en suerte, regaló otro de la ganadería de Carrasco, propiedad de su suegra y ni por esas, más de lo mismo. La mala suerte lo acompañó antes de que saliera el torillo de nombre Inolvidable, que será inolvidable para él, se fue la luz de la plaza y regresó a media luz. En tarde gris que se desenvolvió en ese tenor y sólo levantó con el arte del torero de Alicante, José María Manzanares. Se va Jorge con el cuerpo cocido a cornadas y el alma de pesares y triunfos que le dabanla indestructibilidad del misterio.
La tarde se la llevó José María Manzanares a quien había tocado otro de los impresentables novillotes de los Galindo dos devueltos por la obvia falta de trapío- de salida de las mismas características de sus hermanos, al que su picador prendió en todo lo alto, el tiempo justo, y le sacó la casta al burel, que además era fijo. El torero de Alicante le fue sometido en su muleta y le surgió la inspiración en tandas de naturales y redondos, en los que había que llevar muy toreado al torito. Lo remató con una estocada en todo lo alto, en la misma forma que al último de la corrida y salió a hombros con Jorge Gutiérrez.