Usted está aquí: martes 6 de febrero de 2007 Deportes Arturo Macías, César Rincón y El Juli, dos orejas cada uno con distinto mérito

Abaratada en sus premiaciones, la Plaza México celebró ligera otro aniversario

Arturo Macías, César Rincón y El Juli, dos orejas cada uno con distinto mérito

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen La plaza México festejó su 61 aniversario con una corrida de ocho toros de la ganadería Xajay y Barralva, en la que se otorgaron seis orejas: dos para el colombiano César Rincón (en la imagen) con su segundo toro, dos más El Juli y una Arturo Macías Foto: Jesús Villaseca

Si ya no puede verse abarrotada, que por lo menos se siga viendo abaratada, me dijo un boletero a la salida del festejo, en tarde desapacible, con frío y lluvia.

Con todo, ayer, en el aniversario 61 de la plazota (chin, otra vez el peyorativo) la "nueva" empresa no pudo evitar seguir de espaldas al público en lo que a toros y alternantes se refiere, para no hablar del voraz negociazo de la reventa, gracias a la ingenuidad mitotera de miles de espectadores que en esta fecha intentan ser como parte de la historia.

Pero de soberanía taurina nada, que la dependencia del país en esta materia corre a la par de su dependencia política, económica y cultural, incluidas las organizaciones defensoras de animales, con fuerte tufo al hipócrita humanismo anglosajón que aparenta preocuparse de la ecología, mientras asesina, por hambre o a balazos, a legiones de seres humanos inocentes.

Asimismo generaba una sensación extraña ver a tanto gutierrista frustrado luego de la deslucida tarde en que su torero se despidió. Aunque la mortificación se les convertía en mueca cuando escuchaban: "¿Y quién exigió los chivos de Galindo para su última corrida en la México? En su despedida, en 1971, Rafael Rodríguez se encerró con seis de La Punta."

¿Ahora quién exigió los mansos disparejos de Xajay y los deslucidos de Barralva? ¿Los ases, los ganaderos, la empresa? Porque el único que no exige volvió a pagar el pato: un público aterido y complaciente que quería a todas luces no sólo desquitar lo que había pagado, sino cubrir su expectativa de apoteosis.

Y vaya que el juez Miguel Angel Cardona, quien se había conducido con decoro a lo largo del serial, supo responder con aldeana generosidad a la mitotera expectación con motivo de otro guatequero 5 de febrero. Seis orejas seis se puso a repartir entre tres de los alternantes, en un excitación festivalera que nomás no se merecía el otrora coso máximo, así cumpliera un año más de estar desperdiciado.

¿O se puede considerar una plaza seria aquella en que su autoridad otorga dos orejas a una estocada atravesada? ¿O donde se sueltan otros dos apéndices antes de que el público los pida? ¿O en la que se ordena el cambio de tercio antes de que el toro sea picado? Esa no puede ser una gran plaza; a lo mucho una plazota.

Bien señaló el escritor taurino Ramón Macías Mora: "Arturo Macías no ha rescatado nada, sencillamente ha toreado con hondura y aroma. Se ha quedado quieto ante el inminente riesgo y nos ahuyentó la modorra a la que la costumbre y la imposición de carteles con figurines, que afortunadamente se han marchado o a punto están de hacerlo, nos tenía sometidos".

Y sí, ayer una vez más el carismático torero de Aguascalientes supo remontar la cuesta de la adversidad en medio de un aguacero. Con un toro de Xajay que acabó rajado empezó su labor con ajustados mandiles, quitó erguido y quieto por escalofriantes gaoneras, e inició su faena en aquel charcal con cuatro templados derechazos de rodillas citando de muy cerca.

En tablas exigió la cooperación del marrajo en mandonas series bien rematadas, un cambiado por la espalda y un estoconazo hasta las cintas, volcándose con determinación como acostumbra. Habría sido la oreja más digna del mundo, pero como el juez ya había puesto los auriculares a tostón se vio obligado a conceder dos.

El maestro César Rincón se topó con el mejor astado de la tarde, de Barralva, que se arrancó al caballo desde los medios, y Efrén Acosta hijo chorreó la vara, lo prendió en lo alto y ejecutó el mejor puyazo de la temporada. ¡Ah, qué escena más brava y más torera! Codicioso llegó el toro a la muleta y Rincón lo toreó con lentitud por el derecho, para ejecutar en tablas la sabrosa combinación del natural y el derechazo hasta en cuatro ocasiones. Mató recibiendo, sólo que fue una estocada defectuosa y la punta del acero salió detrás del codillo. Pero eso ya no lo quiso ver Cardona, que prefirió poner su puesto de orejas.

En maestrito empezó El Juli la faena a su segundo de Xajay, escaso de fuerza, hasta que alguien le gritó: "¡Y se siguen robando el oro!", lo que obligó al ex niño prodigio a meterse entre los pitones y conseguir tandas enjundiosas por ambos lados, coronados con un estoconazo hasta las cintas. Bastaba una oreja dignísima, pero el juez entusiasmado no esperó a que el público pidiera dos y las soltó.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.