Los militares cumplirán sin cortapisas las órdenes del jefe del Ejecutivo, afirma
Galván: lucha por la democracia, errática sin las fuerzas armadas
"Se equivocan quienes desean ver distancia con el Presidente; el vínculo es indisoluble"
El Ejército no es el que avala la razón de la voluntad popular, dice el secretario de la Defensa
Ampliar la imagen Guillermo Galván Galván, titular de la Sedena, y Felipe Calderón Hinojosa, presidente de la República, durante el acto por el 94 aniversario de la Marcha de la Lealtad. La ceremonia se llevó a cabo en el Castillo de Chapultepec Foto: José Carlo González
Sin la lealtad de las fuerzas armadas "la lucha por mantener las libertades, la democracia, la justicia, el orden jurídico y la paz sería errática e intransitable", afirmó el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guillermo Galván Galván, tras ratificar que la milicia "siempre" será leal a Felipe Calderón Hinojosa, presidente de la República, y cumplirá "sin cortapisas sus órdenes".
Al conmemorar el 94 aniversario de la Marcha de la Lealtad, Galván Galván señaló en su discurso, en nombre del "alto mando del Ejército y la Fuerza Aérea", que "se equivocan quienes desean ver a un Presidente alejado de las fuerzas armadas", ya que éstas fortalecen a todos los poderes de la Unión.
El general declaró que "el Ejército no es quien avala la razón de la voluntad popular", pues éste es "una más de las instituciones que operan para que los derechos de todos los mexicanos sean una realidad creativa y permanente".
Vínculo indisoluble
El mensaje fue escuchado por el Presidente de la República, quien llegó al Castillo de Chapultepec a bordo de un vehículo militar Humvee para encabezar su séptimo acto con los soldados en poco más de dos meses de gobierno. Ahí pasó lista de honor a los héroes de 1847 y 1914.
Galván Galván aseveró, ante representantes de los tres poderes de la Unión, que las fuerzas armadas no son "algo aparte del Presidente de la República", sino que el mandatario en turno, en este caso Felipe Calderón, forma parte de ellas "en su condición constitucional de comandante supremo". Durante su discurso, el único en la ceremonia, advirtió: "quienes desean ver a un Presidente distanciado de sus fuerzas armadas no miden los alcances de su esquema. Este vínculo institucional es y debe ser indisoluble para la salud de la República".
Agregó: "las fuerzas armadas robustecen el Congreso de la Unión, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Poder Judicial en su conjunto. Además, hacen sólida a la sociedad y sus esmeros, y fortalecen al Poder Ejecutivo.
"No es difícil suponer la gravedad del riesgo en que el país caería si las fuerzas armadas no pusieran todo de sí para respaldar al jefe del Ejecutivo federal, apoyo que es también indispensable de las demás trabes fundamentales de la vida institucional."
En ese contexto, según el titular de la Sedena, las fuerzas armadas también han "servido para garantizar la libertad de expresión, reunión y tránsito de todos los mexicanos, sin distinción", y mencionó que están abiertas al escrutinio público.
"Comprendemos que en una sociedad democrática, abierta y plural estamos sometidos al escrutinio permanente de los ciudadanos más sencillos o de las inteligencias más agudas. El Ejército está abierto para todos los que deseen conocer nuestra realidad."
Ante el ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; la diputada Lilia Merodio Reza, quien asistió en representación de la Cámara de Diputados (ya que el panista Jorge Zermeño se encuentra en Coahuila, pues contraerá nupcias); el senador Francisco Arroyo Vieyra, representante de la Cámara de Senadores, el gabinete en pleno y el jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Juan Camilo Mouriño, el titular de la Sedena señaló que "la lealtad no es una página solitaria, sino el compendio que distingue la virtud de las fuerzas armadas. Así debe ser para que la República sea ley, justicia, armonía y prosperidad".
Expresó que la lealtad "hace la fuerza, y la fuerza del pueblo es la base de la justicia para el progreso". Además, "ella le ha dado sentido y destino tanto a la vida política como a la militar", porque "sin la lealtad de las fuerzas armadas la lucha por mantener las libertades, la democracia, la justicia, el orden jurídico y la paz sería errática e intransitable".
Así, manifestó a Felipe Calderón: "usted, señor Presidente de la República, es nuestro comandante supremo las 24 horas del día y todos los días del año.
"Cumplimos sin cortapisas sus órdenes, que provienen de su legitimidad constitucional, y no cuestionamos ni titubeamos para servir a las instituciones en cualquier misión o tarea que se nos asigna."
Luego, en alusión a lo sucedido el 2 de julio de 2006, pero sin mencionar por su nombre a Andrés Manuel López Obrador, quien se declaró "presidente legítimo", enfatizó: "la legalidad del comandante supremo reside esencialmente en el fallo de las instituciones y éstas han sido contundentes.
"La legitimidad del Presidente constitucional permanece cimentada en la aprobación popular a su esfuerzo por conducir el país con unidad y prosperidad. El Ejército no es quien avala la razón de la voluntad popular, somos una más de las instituciones que operan para que los derechos de todos los mexicanos sean una realidad creativa y permanente."
Galván Galván concluyó su discurso afirmando: "siempre a las órdenes de México, siempre a las órdenes de usted, señor Presidente".
Caos al concluir la ceremonia
De manera inmediata, sin esperar que se rindieran los correspondientes honores a la Bandera, Felipe Calderón se retiró acompañado por los secretarios de Defensa y de Marina para continuar su jornada laboral con una gira por Hidalgo.
La ceremonia se convirtió por unos momentos en un acto caótico, y fue hasta que un militar ordenó que se iniciaran los honores a la enseña nacional cuando los funcionarios aún presentes en el alcázar de Chapultepec detuvieron su retirada para escuchar el Himno Nacional, mientras era guardado el lábaro patrio.
Así concluyó la ceremonia en la cual se recordó que la noche del 8 al 9 de febrero de 1913 el general Manuel Mondragón comenzó una sublevación, que duró 10 días, contra el entonces presidente Francisco I. Madero. Este, al tener conocimiento de ello, ordenó al subdirector del Colegio Militar, el teniente coronel Víctor Hernández Covarrubias, que los alumnos lo escoltaran hasta el Palacio Nacional.
Aunque Madero logró llegar a la sede del Poder Ejecutivo, ocho días después fue hecho prisionero y posteriormente fue asesinado junto con el vicepresidente José María Pino Suárez, y así tuvo lugar la ascensión de Victoriano Huerta a la Presidencia.